Podemos quiere que el sueño y las legañas cambien de bando. Pablo Iglesias ha despertado del letargo en el que le sumieron los socialistas cuando se negaron a pactar con él un gobierno progresista. Consciente de la irrelevancia aritmética de sus escaños en aquel momento, redujo su exposición mediática y la de su partido. Ahora, con la abstención del PSOE encima de la mesa, el partido de los círculos aprovecha la crisis de Ferraz para enterrar a la gestora liderada por Javier Fernández y postularse líder de la oposición al Partido Popular.
Iglesias ha encontrado en el motín de Aluche un debate de largo recorrido, más allá del encierro en el tejado del CIE de más cuarenta inmigrantes. Ha enarbolado "la defensa de los derechos humanos" -aseguran que en el centro de internamiento se vulneran asiduamente- para ponerse enfrente del Gobierno de Rajoy en el Congreso. Ante la mirada escéptica de los socialistas, el secretario general de Podemos repartió unas tarjetas de protesta entre sus compañeros. Al unísono, interrumpieron a la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, al grito de "ningún inmigrante es ilegal".
Podemos 'adelanta' la investidura
Antes opuesto a la investidura, Podemos ya actúa como si Rajoy gobernara para colocarse como la única fuerza que puede remar contra el PP. El "sí" al presidente en funciones se considera "inevitable" en el partido morado, que lo atribuye a un cambio de régimen orquestado por los supervivientes del PSOE; aquellos que asesinaron a Sánchez para garantizar la supervivencia del Rajoy.
Los líderes del partido se refieren al escrache a Felipe González en la Universidad como "el felipazo" y, aunque se desvinculan de su programación, lo consideran "síntoma de buena salud democrática". "El golpe de régimen tiene sus consecuencias", decía el portavoz en el Senado, Ramón Espinar.
Errejón y el ascensor
El Pablo Iglesias más activo trata de resucitar la pinza que trabó con el PP en campaña electoral para dejar al PSOE en fuera de juego. Iñigo Errejón pudo ilustrarlo en el propio Congreso gracias a un ascensor averiado. Se fotografió atrapado junto a varios diputados del PP y escribió en Twitter: "Tratando de convencerles de la reforma de la ley electoral".
Todo ello enmarcado en un caldo de protesta, el trago del tarro de las esencias que pide Iglesias frente a la transversalidad que ansía Errejón. Más de veinte diputados se concentraron a las puertas del CIE de Aluche, donde las grietas del partido se difuminaron y los rostros más visibles volvieron a coincidir con las pancartas de las juventudes comunistas y los movimientos populares. Mientras, y desde Carabanchel, insistían en mostrarse ajenos a la turba contra González, pero celebraban la movilización estudiantil.
"Si nos hostian en Telecinco..."
Para canalizar las consecuencias de una semana agitada, Iglesias ha potenciado su aparición en medios de comunicación y distintos actos, siendo un coloquio teatral el más reseñable. Sabiendo de su repercusión, dijo: "Si nos hostian en Telecinco, por lo menos lo ven millones de personas".
Enfrente, y mientras tanto, un PSOE dividido baraja cómo presentar su abstención, despoblando el tablero en el Congreso y dejando espacio libre a Podemos. Iglesias da por hecho el gobierno de Rajoy e intenta que el punto de mira recaiga en su bancada cuando se menciona la palabra oposición.