La Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz investiga a "cuatro o cinco sospechosos" por la desaparición de Manuela Chavero, la vecina de 42 años cuyo rastro se perdió en extrañas circunstancias el pasado 5 de julio en Monesterio (Badajoz), según han informado fuentes de la Delegación del Gobierno en Extremadura.
"Hay cuatro o cinco sospechosos, cada uno de ellos con una hipótesis. La Guardia Civil no se está centrando en ninguno de ellos, sino que se está tratando a todos por igual", han explicado desde la institución.
La familia Chavero ha confirmado los hechos asegurando que lo que les transmiten las autoridades policiales es que la investigación “va bien”. “Nosotros conocemos a Manuela y ya desde el día que desapareció teníamos nuestras sospechas sobre tres o cuatro personas”, afirma su hermana, Emilia Chavero, que ha pedido respeto y precaución en las informaciones publicadas ya que, en ocasiones, no benefician la resolución del caso.
Esta revelación se produce tras lo publicado este miércoles por el diario La Razón, que asegura que las investigaciones se centran en un “individuo muy violento que vive en la zona donde desapareció Manuela”. Al parecer, según afirma el diario, esta persona habría mantenido algún tipo de relación “a través de las redes sociales, independientemente de los contactos personales que pudieron tener en varias ocasiones” pero al enterarse de que la mujer mantenía esos contactos con otras personas, “su reacción, dado su carácter, podría haber sido imprevisible”.
El malestar de la familia
La familia ha expresado su malestar por esta hipótesis debido a que ellos “no saben nada”. “No creemos que la policía esté diciendo por ahí esas cosas cuando a nosotros apenas nos dan detalles”, ha explicado el hermano de la desaparecida, José Carlos Chavero.
Emilia Chavero, por su parte, ha manifestado que estas informaciones han sido como un “jarro de agua fría” para la familia, aunque desconfían de ellas. El principal motivo es que Manuela no tenía perfil en ninguna red social de “contactos”, según su hermana. “Cuando me lo han dicho no me lo creía. Conozco a mi hermana”, ha explicado. No obstante, “ni afirman ni desmienten” la tesis ya que asegura que no han hablado con la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) sobre estos detalles.
Una gran búsqueda sin resultados
Los esfuerzos por encontrar a Manuela Chavero no han cesado desde su desaparición. El pasado día 15, casi 400 voluntarios de la zona y llegados de otras partes de España realizaron una batida en los alrededores de Monesterio para tratar de encontrar algún indicio que bien ratificara o descartara las líneas de investigación policial.
Fueron ocho horas de búsqueda en 15 “puntos calientes” en los que se peinaron hasta 27 kilómetros lineales. El dispositivo, comandado por el policía especialista en grandes búsquedas y miembro de la Asociación Internacional de la Policía (IPA), José Ángel Sánchez, junto con las autoridades competentes del caso, rastreó la zona por tierra, agua y aire con especial atención en arroyos, caminos, barrancos y charcas.
Unidades subacuáticas de la Guardia Civil supervisaron a fondo el pantano de Tentudía a través de inmersiones con cámaras acuáticas. En tierra, unidades caninas especializadas en restos óseos fueron desplegadas en busca de algún indicio y, en el aire, un helicóptero supervisaba todos estos trabajos. Pese a todo, este despliegue no deparó ningún resultado.
El presidente de la Fundación Europea por las Personas Desaparecidas ‘Quién Sabe Dónde’, Paco Lobatón, lamentó que este dispositivo no se realizara en los días siguientes a la desaparición de Manuela. No obstante, aseguró que "cualquier batida tiene su resultado, pues, aunque no se obtenga ningún dato, permite reorientar las investigaciones y que las familias sepan que se está haciendo algo". La familia de Manuela Chavero no descarta próximamente volver a realizar otra batida para seguir así descartando hipótesis.
No fue una huida voluntaria
Las circunstancias de la desaparición de Manuela Chavero siguen generando los principales misterios de su ausencia. La mujer estuvo con una amiga en la noche anterior, regresando a casa cerca de la medianoche. A partir de ese momento se pierde su rastro.
En el domicilio no había signos de que se hubieran forzado puertas o ventanas. Sobre su cama estaban los pantalones que había llevado el día anterior por lo que previsiblemente desapareció con un pijama y unas chanclas, únicas pertenencias echadas en falta por la familia.
Además, la luz del salón y de la cocina estaban encendidas, al igual que la televisión, y su cartera y su teléfono móvil aparecieron en la vivienda por lo que la posibilidad de que hubiera huido de forma voluntaria es muy reducida.