17 de agosto, Pioz (Guadalajara). Patrick Nogueira Gouveia acaba de asesinar con un cuchillo suizo Swiss Touch a sus tíos y a sus sobrinos. Entonces escribe a Marvin Henriques Correia, uno de sus amigos en Brasil. Le pregunta cómo actuar, cómo ocultar los cuerpos, qué tiene que hacer. No podía ser otro. Marvin siempre decía que Patrick era una de las personas en las que más confiaba. Así lo hacía saber al mundo en distintas redes sociales.
Por ello, con los cadáveres delante, a medio descuartizar, todo lleno de sangre en la cocina y en el pasillo, el asesino recurrió a su amigo. La casa en silencio, aquella noche Patrick le envió fotos, le envió vídeos. Al principio Marvin no le creía, no advertía que su propio amigo era el protagonista de lo que se veía en las fotos. Patrick terminó por enviarle selfies con los cadáveres para tratar de convencerle. Marvin seguía sin creer lo que estaba viendo. Finalmente, intentó asesorarle como buenamente pudo. "Se comunicaban en tiempo real. Marvin orientaba a su amigo sobre cómo ocultar los cuerpos, sobre qué hacer con ellos”. Todo ello lo confirmaban las autoridades brasileñas este viernes, con el joven ya detenido, posando de espaldas detrás de ellos.
Hay, sin embargo, un dato que no cuadra, con este nuevo dato que aparece en la investigación. Patrick compró tiempo antes la navaja suiza marca Swiss Touch, las bolsas y la cinta americana gris y se las llevó consigo a la casa de Pioz. Su móvil, como confirmó el sumario del caso publicado por EL ESPAÑOL y como dicen las autoridades, tuvo dos conexiones: a las seis de la tarde, después de matar a sus tíos, y a la mañana siguiente, doce horas después, cuando volvió a Alcalá de Henares en el autobús de línea 271 que comunica ambas localidades.
Un libro que ambos compartían
“Absoluto del bien o locura del mal, vicio o virtud, condena o salvación: tal es el universo cerrado por el que el perverso circula con deleite, fascinado por la idea de poder librarse del tiempo y de la muerte”. Estas y otras son las líneas que obsesionaron tanto a Patrick Nogueira Gouveia, el confeso descuartizador de Pioz, como a su cómplice Marvin Henriques Correia, joven estudiante de 18 años en la localidad de Joao Pessoa.
Las líneas no son inocuas ni arbitrarias. Pertenecen al único libro que la Policía Federal Brasileña se llevó de la casa de Marvin cuando le detuvieron este viernes en su casa de Brasil. Se trata del libro Nuestro lado oscuro. Historia de los perversos (Anagrama,2009), de la autora francesa Elisabeth Roudinesco.
“Sentí un odio irrefrenable que me llevó a matarles”, explicó Patrick a las autoridades españolas. Eso le llevó a matarlos, a descuartizarlos y a meter los restos en bolsas de plástico cerradas con cinta americana. Las conversaciones quedaron ahí, en el whatsapp de Patrick, aparentemente a salvo de las miradas de los curiosos. Sin embargo, tiempo después, Marvin le dejó el móvil a una tercera persona. La sorpresa de esta fue mayúscula cuando, al indagar en la galería de imágenes y de vídeo, encontró algunas con los cuerpos descuartizado de Marcos, Janaína y los pequeños.
“A Patrick le gustaba la literatura macabra y psicótica”, contó Marvin a las autoridades. Fue el asesino quien introdujo a su amigo en este libro, que guarda una estrecha relación con el caso del descuartizamiento de Pioz y con los dos únicos sospechosos descubiertos hasta la fecha. Ambos jóvenes, asesino y cómplice, tenían en su poder la misma obra.
Este mismo viernes, durante el registro de la casa de Marvin en Brasil las autoridades requisaron diversos objetos después de detenerle como posible cómplice en el asesinato de la familia brasileña: el ordenador del joven, su pasaporte y el libro de Roudinesco. Fue ese, y no otro, el que los investigadores se llevaron consigo para trasladarlo inmediatamente a España, a Guadalajara, como elementos que se incorporarán a la investigación del crimen.
El libro de los perversos
“¿Dónde empieza la perversión y quiénes son los perversos? Desde la aparición del término en la Edad Media, se considera como tal a aquel que goza con el mal y con la destrucción de sí mismo o de otro”. A lo largo de volumen, la autora recuerda que, como decía Hobbes, el mal es algo inherente al hombre. Homo homini lupus. Nace adherido a su piel, crece y se desarrolla, y con el tiempo se convierte en algo de lo que uno no puede despegarse. Roudinesco se encarga, en cinco extensos capítulos, de narrar el origen de la perversión a través de distintos personajes históricamente perversos -como el marqués de Sade- que van asomando aquí y allá a lo largo de 256 páginas.
Roudinesco, discípula de Todorov, del filósofo Foucault y del historiador Michel de Certeau, es historiadora y psicoanalista y nació en París hace 71 años. Ambos, Patrick y Marvin, lo tenían como referencia. A su vuelta a Brasil, durante el mes de exilio en España, los jóvenes se vieron en dos ocasiones. El crimen ya se había destapado, Patrick hizo las maletas, dejó atrás su piso y sus compañeras de piso de Alcalá de Henares y volvió a Brasil. Ahora, tras entregarse a las autoridades españolas, el caso parecía prácticamente cerrado.
“¿Dónde empieza la perversión y quiénes son los perversos? Desde la aparición del término en la Edad Media, se considera como tal a aquel que goza con el mal y con la destrucción de sí mismo o de otro”
“La historia de los perversos en Occidente se narra aquí a través de sus grandes figuras emblemáticas, desde la época medieval (Gilles de Rais, los místicos, los flagelantes) hasta nuestros días (el nazismo en el siglo XX, los tipos complementarios del pedófilo y el terrorista en la actualidad), pasando por el siglo XVIII (Sade) y el XIX (el niño masturbador, el homosexual, la mujer histérica). Nuestra época, que cada vez cree menos en el hecho de que cada uno de nosotros encierra su lado oscuro, finge suponer que la ciencia pronto nos permitirá acabar con la perversión. Sin embargo, ¿quién no ve que al pretender erradicarla corremos el riesgo de destruir la idea de una posible distinción entre el bien y el mal, que se halla en la base misma de la civilización?”. Así comienza el libro de Roudinesco, la obsesión de Patrick y la de Marvin.
Quién sabe si del mismo modo, Patrick, descuartizador de sus tíos, y Marvin, amigo íntimo del asesino en el colegio, en la noche y en la vida, se verían atraídos de forma análoga por el ejemplar de la psicoanalista Roudinesco. Serán los investigadores quienes lo confirmen.
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