“Mi tío es un hijo de puta”. Con esas palabras y una cerveza delante se dirigió Patrick Nogueira Gouveia a sus dos compañeras de piso en Alcalá de Henares el pasado viernes 16 de septiembre. Ellas le veían muy solo, por lo que le invitaron a cenar a un restaurante mexicano. En algunas ocasiones, en las que se habían organizado fiestas en la casa, Patrick no había dudado en sumarse. Fumaba y bebía como los demás, pero era algo callado. Nada más llegar con las chicas a aquel bar, Patrick se tomó un chupito de tequila. Al terminar la cena, una copa de ginebra. Entretanto, el joven les contó que su tío había desaparecido el mes de agosto, dejándole con las deudas del piso anterior, en Torrejón de Ardoz.
“Mi tío es un hijo de puta”, reiteró. Esta y otras conversaciones recabadas por la Guardia Civil aparecen en el sumario del caso al que ha tenido acceso en exclusiva EL ESPAÑOL. En esta segunda parte del sumario ofrecida por este periódico, y tras la confesión de Patrick el pasado viernes, la conversación con las chicas en el bar demuestra que lo de Patrick era una simple coartada para encubrirse a sí mismo como el autor del crimen, como el asesino y descuartizador de Guadalajara.
El día 19 de septiembre, según reza literalmente el sumario, las chicas volvieron a casa de sus clases en la Universidad de Alcalá de Henares y comprobaron que Patrick estaba raro: “Sobre las 15.30 horas llegaron a casa, dándose cuenta de que Patrick no se encontraba bien, que estaba con mucho frío, refiriéndose este que había tenido vómitos. Fueron al Mac Donald's y Patrick mantuvo una conversación por Whatsapp con su hermana.
Según refirió la joven, le veían muy "preocupado”. Con ellas había compartido piso desde el día 10 de julio. Nunca le habían visto así. Fue a ellas a quien Patrick preguntó dónde podía comprar una pala. Lo hizo después del 17 de agosto, la fecha en la que, presumiblemente, armado de un cuchillo suizo de la marca Swiss Touch, degolló y descuartizó a sus tíos y a sus sobrinos.
Los whatsapps del asesino de Pioz
Cuatro días después, el 20 de septiembre, Patrick hacía ya las maletas para marcharse a Brasil antes de tiempo. En ese momento solo se sabía que había muerto una familia brasileña y la hipótesis de los sicarios brasileños ya se barajaba entre las teorías de los investigadores. De hecho, las características del crimen la situaron en un primer momento como la principal de las hipótesis. Pero Patrick sabía que las autoridades ya le estaban pisando los talones. Y por ello empleó ese contexto en su favor, tejiendo una coartada que sostuvo hasta hace pocos días. Esta es la conversación que mantuvo con sus compañeras de piso, cuando supieron que el caso del descuartizamiento de Guadalajara le afectaba directamente porque habían muerto cuatro familiares suyos muy cercanos, con los que había vivido.
-Patrick, estamos preocupadas. ¿Estamos en peligro?
-No, no vosotras. Me tengo que ir a Brasil. Si alguien viene aquí, no van a ir ahí, a vuestra casa. Porque no estoy registrado en la ciudad.
-¿Y si alguien te está buscando? Alguien puede buscar en tu apartamento.
-No, me acabo de ir. Porque hace cosa de un mes alguien se llevó a mi tío por algo que él hizo. Está en las noticias. No vivo con él desde junio. O sea, que ni idea.
(...)
-¿Alguien sabe dónde vives?
-No, nadie. No os preocupéis.
-¿Alguien quiere matarte?
-Voy al consulado, a hablar sobre las deudas de mi tío en España, aquí en Madrid. Para hablar de cuando trabajó con una gitana. El tema es: cuando viví con él me encargué de los niños y de su esposa. Por ello la gente no me conoce.
(…)
-Me acusa la familia de su mujer. El hombre que está casado con la hermana de la mujer de mi tío me está acusando. Y si voy ahora, quizás pueda salir del país, para explicar esta mierda.
-¿Acusándote de qué? ¿Del asesinato?
-Sí
-La policía en España ha dicho que era la mafia. ¿Y te acusan de que tú le mataste?
-No, la policía aquí acusa a la mafia. Solo este cabrón está diciendo que tengo algo que ver con todo esto.
-En tu opinión, ¿quién mató a tu tío?
-Mi tío tenía muchas deudas de su último trabajo en Torrejón.
Pero a las jóvenes se les escapaban muchos detalles. No sabían que Marcos Campos y Janaína Santos habían puesto tierra de por medio para cortar de raíz varios meses de insoportable convivencia. No sabían que Patrick acosaba a su tía. No sabían que les descuartizó el día 17 de agosto en su nuevo chalet, el 594 de la Urbanización la Arboleda, en Pioz, Guadalajara.
Patrick desde Brasil
El 21 de septiembre, Patrick estaba ya en Brasil, en su casa de Joâo Pessoa, y negaba ante todos haber cometido los crímenes. En aquel momento, le escribió un Whatsapp al propietario del nuevo piso, en el que se instaló en Alcalá de Henares. De nuevo, Patrick eludía sus responsabilidades en lo ocurrido. Lo hacía ya desde su hogar brasileño, tras su huida en avión cruzando el Atlántico.
-Borja, yo estoy en Brasil, y no sé por cuánto tiempo voy quedar por aquí. No había mucho que decir porque mi tío ha sido asesinado y bueno, tengo que solucionar unas cosas por aquí. Salió hoy aquí por la mañana que el marido de la hermana de la mujer de mi tío ha dicho a la prensa que yo soy el culpable, y que tengo problemas con drogas. Están moviendo un proceso penal ahora por aquí (…) y yo necesito testificar sobre la personalidad de mi tío y soy la parte afectada en el proceso. Entonces, perdona no haberte dicho alguna cosa antes, porque todo ha pasado por la noche de lunes y me fui el martes.
La cuchilla de afeitar
Luego, las investigaciones de la Guardia Civil. No tardaron mucho en localizar los restos de Patrick: bastaron unas huellas en la casa, correspondientes a sus zapatillas de la marca Mizuno, el sudor y las huellas dactilares en las bolsas de basura que contenían los cadáveres. Poco tiempo después los investigadores se pasaron por el piso de Alcalá de Henares, ese del que Patrick huyó. Allí encontraron una cuchilla de afeitar. Con ella cotejaron los restos de ADN hallados en el chalet. Los resultados encajaban.
El jueves Patrick bajaba del avión con las gafas de sol puestas. El viernes se tapaba la cara con su camiseta negra al entrar a declarar en la comandancia de la Guardia Civil de Guadalajara. Atrás dejaba las cárceles brasileñas; ante él, el interrogatorio, un espejo en el que mirarse: era enfrentarse al horror que él mismo provocó durante los meses de verano.
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