En una mezquita en el centro de Riad, este antiguo oasis convertido en una especie de Las Vegas en medio del desierto de Arabia, se ha enterrado en la mañana del sábado el príncipe Turki bin Abdulaziz al Saud, de 84 años. La prensa española no ha podido cubrir las exequias de este hermano del rey Salman y miembro del poderoso clan de los Sudairi: este es un país muy estricto a la hora de permitir la entrada de periodistas extranjeros, y los que hemos precedido a Felipe VI ya no tenemos misión que cumplir aquí.
El fallecimiento de Turki, el más misterioso de los Siete Sudairi -pasó 25 años en el exilio tras casarse con una mujer en contra de la voluntad de la Familia Real- ha provocado la cancelación in extremis del importante viaje del rey de España a Arabia Saudí, que ya había sido pospuesto el pasado febrero. ¿Baraka o falta de ella? Esta es la tercera vez en año y medio que Felipe VI se ve obligado a suspender un viaje que había empezado ya o que estaba a punto de hacer. Siempre por circunstancias más o menos dramáticas.
El 24 de marzo de 2015 acababa de aterrizar en París junto a la reina Letizia para iniciar su primer viaje de Estado a Francia cuando supo que un avión de Germanwings se había estrellado en los Alpes con 150 personas a bordo. El 9 de julio, de madrugada, Barack Obama canceló la visita a Sevilla junto al rey tras los cinco muertos en tiroteos en Dallas. Finalmente, este sábado, cuando todo estaba listo para salir de la base de Torrejón de Ardoz junto a los ministros de Exteriores y de Fomento, el Gobierno emitió el comunicado de cancelación tras conocer que el Gobierno saudí había decretado tres días de luto.
NUEVA FECHA
Después del entierro, los miembros de la Casa al Saud reciben ya las condolencias de jefes de Estado y de Gobierno. La única vez que Felipe VI ha estado aquí como rey, en enero de 2015, lo hizo brevemente para dar el pésame al rey Salman por la muerte de otro hermano, el entonces rey Abdulá. Pero ahora no procedía mantener un viaje oficial con alto contenido económico en medio del luto, según fuentes diplomáticas.
La llamada avanzadilla -agentes, ayudantes y periodistas- ya estaba en Riad. También algunos empresarios, ya que a diferencia de Juan Carlos I, solo encabeza las delegaciones que establece la secretaría de Estado de Comercio. Felipe VI quiere poner el acento en su escrupulosa profesionalidad: ningún atisbo de lobby en un viaje en el que ni siquiera había sitio para los altos ejecutivos en el avión real. Atrás quedan los días en que el Gobierno hacía la vista gorda con los invitados de Juan Carlos I a bordo de los aviones oficiales.
Se busca ya otra fecha para que Felipe VI vuelva a Riad a presentar sus respetos a Salman, el último hijo del fundador de Arabia Saudí, el rey-guerrero Abdul Aziz, que en 1932 dio el nombre de su familia a este gran desierto, el primer productor de petróleo del mundo. El contrato de 2.000 millones de euros con Navantia para construir cinco corbetas “sigue su curso”, según las fuentes consultadas, pero será difícil encontrar un hueco para que el rey de España retome el viaje antes de que acabe el año. Los reyes tienen un viaje de Estado a Portugal de tres días el 28 de noviembre.