ETA tenía en la retaguardia un santuario en el que se movía con libertad, donde sus militantes organizaban con impunidad los atentados que costaron la vida de cientos de personas en España. Para los terroristas, Francia era sinónimo de libertad. El Gobierno galo no quería mancharse las manos en un problema que consideraba que atañía únicamente a sus vecinos. Hasta que la implicación de un puñado de personas -azuzadas por la extensión de la violencia más allá de los Pirineos- hizo que París tomase cartas en el asunto, poniendo fin a la equidistancia francesa respecto al terrorismo.
La juez Laurence Le Vert fue una de las impulsoras de la colaboración Madrid-París en la lucha contra el terror de ETA. La magistrada asumió en 1986 la sección antiterrorista del Tribunal Superior de París y de su mano llegaron las primeras medidas para poner fin al santuario etarra en el País Vasco francés. "Siento mucha emoción cuando recuerdo esos años", articulaba este martes la juez en la entrega del premio Adolfo Suárez que la Fundación de las Víctimas del Terrorismo le ha entregado en Madrid, en un acto al que ha asistido la presidenta de la misma, Mari Mar Blanco, y el nuevo ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido.
Le Vert no es mujer de cámaras. Durante toda su trayectoria profesional ha desempeñado su labor en silencio, al margen de entrevistas televisadas. Ocupando ella el cargo en el Tribunal Superior de París cayó en 1992 la cúpula de ETA en la localidad de Bidart. La colaboración entre la Gendarmería francesa y la Guardia Civil, auspiciada en el plano judicial por Le Vert, derivó en la detención de Txelis, Pakito y Fiti, que bajo el nombre del grupo Artapalo coordinaban todas las acciones de la banda terrorista. La desarticulación sirvió a los cuerpos policiales para comprender el entramado interno de la organización, su estructura de comandos y sus objetivos. Tras este golpe se sucedieron las operaciones policiales que dejaron a ETA contra las cuerdas.
El episodio de Bidart marcó un antes y un después en la lucha contra el terrorismo, no sólo por la detención de la cúpula sino porque también sirvió como ejemplo de la coordinación entre España y Francia, casi siempre al cobijo de Le Vert. En los siguientes treinta años, la juez ha sentado en el banquillo a unos 200 miembros de ETA, lo que le llevó a convertirse en uno de los objetivos principales a eliminar por parte de la banda.
"Nunca he aceptado ningún premio", ha admitido la magistrada ante un auditorio lleno, en la Casa de América, en Madrid. Según ha apuntado, de haberlo hecho no mantendría la imparcialidad con la que ha desempeñado su labor durante las últimas tres décadas. "Como ya estoy jubilada desde hace unos meses puedo aceptar el que hoy me entregan", ha añadido.
Documentos para esclarecer la verdad
Bajo la batuta de Laurence Le Vert se ha coordinado la entrega a Madrid de miles de documentos y pruebas sobre los movimientos de ETA que hasta ahora permanecían en dependencias judiciales francesas. Gracias a estos contenidos se podrán investigar algunos de los casos sin resolver en el historial que la banda ha dibujado en las últimas décadas, que a su vez podrían derivar en nuevas imputaciones sobre los terroristas.
"La intensidad y el sufrimiento de las víctimas y la gravedad de estos expedientes supusieron una carga emocional importante", ha admitido Le Vert. "Comparto todo el sufrimiento con las víctimas del terrorismo -ha añadido-. Con este premio se honra la cooperación entre Francia y España, y eso es un orgullo".
"L sintonía entre España y Francia"
"Le Vert representa los mejores valores de la lucha contra el terrorismo y encarna en primera persona la eficaz sintonía de España y Francia en una estrategia antiterrorista compartida en la que ETA no era un enemigo ajeno a Francia, sino una amenaza común", ha señalado el ministro del Interior Juan Ignacio Zoido.
La presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT), Mari Mar Blanco, ha incidido en la necesidad de establecer un relato sobre el terrorismo que no caiga en la equidistancia: "Durante los últimos cincuenta años hubo víctimas y verdugos, esa es la realidad del terrorismo en nuestro país", ha advertido.
En esa construcción del relato, la FVT ha reconocido el trabajo del periodista Alfonso Ussía, así como a los colegios San Jaime de Majadahonda y Virgen de Atocha de Madrid -estos últimos en los premios escolares 'Una ciudad sin violencia'-.
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