Cuando Ernest Shackleton buscaba efectivos para su expedición a la Antártida advertía del “frío helador”, los “largos meses de completa oscuridad” y del “peligro constante” que afrontarían en su misión. Su objetivo, atravesar el Polo Sur de un extremo a otro, se vio frustrado por un temporal que dejó varada su embarcación, la Endurance, durante más de dos años en el hielo. La treintena de ocupantes lograron sobrevivir y regresar a casa. El espíritu de Shackleton inspira hoy al comandante Daniel Vélez, jefe de la XXX Campaña Antártica del Ejército de Tierra, que esta semana ha puesto rumbo al Polo Sur para afrontar uno de los operativos más emblemáticos en los que participan las Fuerzas Armadas.
Los diarios de operaciones de la última Campaña Antártica hablan de veinte grados bajo cero sobre el terreno, condiciones climatológicas adversas y dificultades para desempeñar el trabajo diario. Se trata de una misión especial tanto por la distancia geográfica como por su simbolismo: gracias a ella, España mantiene su presencia física en el continente más inhóspito del mundo. Los trece efectivos del Ejército de Tierra liderados por el comandante Daniel Vélez están a punto de cumplir con la primera fase de la operación, que culminará cuando desembarquen en la base Gabriel de Castilla, en el corazón del Polo Sur.
“Estoy en el mejor momento de mi carrera como soldado”, advertía el comandante Vélez en una entrevista reciente en EL ESPAÑOL. Esta era la cuarta ocasión en la que presentaba su solicitud para incorporarse a la Campaña Antártica, que este año celebra su XXX edición. Se trata de una de las misiones más solicitadas, a la que aspiran unos 200 voluntarios cada año. Todos ellos tienen una media de dos misiones internacionales en su expediente y un buen nivel de inglés y conocimientos de francés e italiano. De entre todos ellos, el comandante Vélez escogió a los doce expedicionarios que le acompañan en el viaje en función de sus aptitudes sociales y técnicas.
Un viaje de 13.000 kilómetros
Los documentos sugieren que el almirante español Gabriel de Castilla avistó en 1603 por primera vez la Antártida mientras huía de un temporal en su misión de proteger las costas chilenas de los corsarios, especialmente de los holandeses. Su nombre es con el que ahora se conoce la base en la que los trece efectivos españoles convivirán durante los próximos seis meses, en plena Isla Decepción.
Para alcanzar este enclave –ubicado en las coordenadas latitud 62º 55' S y longitud 60º 37' W-, los trece soldados han emprendido esta semana un viaje de más de 13.000 kilómetros. A lo largo de la ruta protagonizarán varios actos de corte diplomático, como las visitas a las autoridades militares argentinas o chilenas.
Una misión científica
Cuando alcancen tierra antártica, los efectivos brindarán soporte logístico al equipo de investigadores que llevan a cabo su misión en Isla Decepción y sus alrededores, además de efectuar sus propios proyectos de experimentación.
No hay ningún lugar poblado a más de 1.000 kilómetros de distancia, por lo que en los próximos cuatro meses –tiempo estimado del despliegue- deberán subsistir en buena medida con el soporte que llevan consigo y lo que un barco les hará llegar periódicamente hasta su ubicación.
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