Ganadores fantasma en la Puerta del Sol. Las cámaras arrollan las ventanillas de la sucursal situada en el número 12 de la plaza hacia las doce del mediodía. El 04.536 ha dejado 125.000 euros por décimo, o lo que es lo mismo; 1.250.000 la serie. Los focos, las plumas y las grabadoras rodean a Paloma, la dueña de esta Administración centenaria, pero no hay lágrimas, vivas a la suerte o gritos de emoción. Ni rastro de los ganadores.
“Claro, es que esto no tiene nada que ver con una tienda de barrio, los clientes varían mucho, se acercan de paso… Viene mucha gente de provincias, de las afueras de Madrid. Por eso no están por aquí los premiados”, relata esta lotera que lleva trabajando en Sol más de treinta años. “Bueno, un hombre de unos cuarenta se ha pasado a saludar por la mañana. Ha contado que compró a medias con su cuñado y que les había tocado”, apostilla.
El resto de ‘sortudos’ brinda lejos de Sol. Son francotiradores en busca de combinaciones certeras, supersticiosos que confían en una fecha señalada, enamorados de esta oficina porque aquí le tocó a su abuela hace casi un siglo… Aunque quizá no vuelvan nunca más.
Como en la Puerta del Sol, el galardón de plata también ha dejado miles de euros en Valencia, Fuengirola, Cádiz, Málaga, Écija, Alicante, Sestao, Sevilla, Torrevieja, Ávila, Barcelona… Pero el Gordo todavía no ha salido del bombo y Paloma brinda con sus empleadas, que ya visten una camiseta blanca con letras negras: “Aquí ha caído el segundo premio”. Pero sin ganadores cerca, sin nadie que proclame su cambio de vida, su embarque en el tren del oro.
Entonces, las alertas de los móviles, las llamadas y los taxis. “¡Ha salido el Gordo!”. Íntegro en Madrid, lo que desplaza hasta el Paseo de la Esperanza número 4 a los periodistas. El Gordo, con su obesidad millonaria, termina de ensombrecer la alegría del segundo premio.
“Mira”, señala Paloma. “El segundo premio salió por ahí, por la ventanilla de la derecha. Aquí somos muy ordenados. Es importante porque también hemos vendido un quinto, ese por la izquierda”.
Esta lotera de la Puerta del Sol lamenta el daño que hacen a su negocio los vendedores ambulantes: “Son muchos… Este año hemos vendido menos”. Eso sí, la intensidad se mantuvo hasta ayer a medianoche: “Estuve aquí hasta las doce. Llegó un tipo corriendo desde el aeropuerto, quería un décimo como fuera”.
De ahí que Paloma se haya enterado por Whatsapp de que el segundo premio había caído en su tienda. “He venido corriendo cuando he visto el móvil, como ayer se me hizo muy tarde no estaba aquí todavía”.
Sin haber pasado las dos, la Administración que había vendido el segundo premio echaba la persiana. Lejos de allí, los ganadores celebraban haberse dejado caer en brazos de Paloma aquella tarde de turismo y compras en Madrid. Ella también sonríe, dar suerte en 2016, aunque no tenga mucho sentido, hace creer a la gente que volverás a darla en 2017.