José Manuel Villarejo Pérez, más conocido como el comisario Villarejo. Para unos, un agente de dilatada carrera al servicio de España y para otros el máximo exponente de la cloaca policial, que ha amasado una fortuna con sus negocios personales a la sombra del Cuerpo. Su figura no le es ajena a nadie que haya ostentado poder en los últimos 20 años porque Villarejo, también una herramienta del Estado, deja a su paso un listado interminable de enemigos acérrimos y partidarios.
Ahora este policía ya jubilado, tosco en las formas y guiado siempre por su propia moral, deja de mover sus hilos entre bambalinas para romper su silencio y dar su versión frente a las cámaras días después de su imputación por apuñalar presuntamente a una dermatóloga. Su vida es un relato de la historia reciente del crimen, la política y las investigaciones judiciales en España. Una historia plagada de protagonistas, secundarios, adláteres y un archienemigo con nombre y apellidos.
1) Soraya Saénz de Santamaría
La vicepresidenta del Gobierno es una de las grandes dianas en la estrategia de derribo emprendida por el excomisario Villarejo. Suyo es el control sobre los servicios de inteligencia desde que dejaron de depender del Ministerio de Defensa. Y suya es la relación con grandes nombres de la comunicación que se han convertido en el azote mediático del exmando policial. En privado, tanto Villarejo como Sáenz de Santamaría reconocen una guerra abierta entre ambos, aunque públicamente la vicepresidenta ha preferido siempre mantener un perfil bajo y evitar el careo. Oportunidades no le han faltado, con las reiteradas denuncias de Villarejo sobre el funcionamiento del Centro Nacional de Inteligencia bajo su control.
De hecho y según ha podido conocer EL ESPAÑOL, un episodio delicado y dos versiones distintas les relaciona a ambos: el acceso de material anti espía para hacer barridos en el Congreso de los Diputados. En los últimos compases de Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del Ministerio del Interior (2009), varios miembros del Partido Popular señalaron directamente al Gobierno por escuchar sus conversaciones. “Yo oigo todo lo que dices y veo todo lo que haces”, le espetó Rubalcaba a Carlos Floriano en octubre de 2009 alimentando la polémica. El entonces ministro explicó después que se refería a las tertulias televisivas a las que acudía Floriano, pero no convenció a los populares, que le acusaban de extralimitarse en las escuchas policiales a través del sistema SITEL.
Fue entonces cuando el PP decidió hacer un barrido discreto en sus dependencias de la Cámara Baja en busca de micros y sistemas de escucha. La operación se planificó en secreto para que la maniobra no fuera detectada por la prensa ni por el resto de los grupos políticos. Y fue desarrollada por hombres cercanos al comisario Villarejo, enviados por un responsable policial con buenas relaciones dentro del PP. El punto clave fue el acceso del material técnico dentro de la cámara sin ser detectado. Los partidarios de Villarejo mantienen que fue Soraya Sáenz de Santamaría, valiéndose de sus credenciales como diputada, la que pasó los aparatos necesarios para el barrido dentro del Congreso sin necesidad de pasar por los arcos de seguridad. Algo que EL ESPAÑOL ha intentado confirmar o desmentir sin éxito por parte del equipo de la vicepresidenta, que ha preferido guardar silencio.
2) María González Pico
Además, bajo el amparo de Sáenz de Santamaría trabaja otra de las personas señaladas por el comisario; la jefa de gabinete de Vicepresidencia, María González Pico. Ella es la mano derecha de la vicepresidenta y la persona por la que pasan todos los asuntos delicados del Ministerio. Ella fue, por ejemplo, la persona que puso en conocimiento del CNI las maniobras del joven Francisco Nicolás en una operación que terminó salpicando también al comisario Villarejo.
Como ejemplo, Villarejo señaló tanto a Sáenz de Santamaría como a su asesora por estar detrás de la filtración de los datos de sus empresas a la prensa, en un informe elaborado en un primer momento por el servicio de inteligencia español y que fue suministrado después al equipo que trabaja todavía hoy en el caso del llamado Pequeño Nicolás. El comisario aseguró que allí se desvelaron sociedades operativas de la lucha contra ETA en Latinoamérica y de otras operaciones encubiertas. Algo que nunca quedó públicamente confirmado ni desmentido.
3) María Dolores de Cospedal
Para muchos, la ministra de Defensa es una de las personas más cercanas al excomisario Villarejo dentro de la cúpula del PP por la relación de amistad que une desde hace años a su marido, el empresario Ignacio López del Hierro, con el mando policial ya jubilado. De hecho, tanto los partidarios como los detractores del comisario plantean su pelea frente al CNI también como un pulso de poder entre las dos personas más próximas a Mariano Rajoy: Soraya Sáenz de Santamaría y la expresidenta manchega.
Así, esta batalla se libra también entre dos placas tectónicas dentro del Gobierno: la que afecta a los servicios de inteligencia desde Vicepresidencia y la del frente común entre el Ministerio de Defensa, controlado por Cospedal, y el Ministerio del Interior, que tiene al frente a Juan Ignacio Zoido, avalado dentro de la cúpula del PP por la propia Cospedal y en el que Villarejo mantiene todavía influencia tras más de 30 años de carrera policial.
4) La doctora Pinto
La doctora Elisa Pinto es la mujer que ha provocado la imputación de Villarejo tras señalarle en una rueda de reconocimiento como la persona que presuntamente le asestó una punzada con una navaja para amedrentarla. El litigio deriva de las denuncias cruzadas presentadas por acoso entre la dermatóloga y el empresario Javier López Madrid.
En un primer momento, la dermatóloga negó conocer la identidad de la persona que le asestó el citado corte y aseguró incluso que el agresor, en una de las ocasiones, llevaba un tatuaje carcelario en uno de los brazos. En una declaración posterior mantuvo que el agresor fue el comisario Villarejo, enemistado entonces con uno de los agentes que llevaba la causa de la dermatóloga, Jaime Barrado.
Tras las primeras declaraciones y la práctica de varias pesquisas, la jueza instructora archivó el procedimiento y tuvo que reabrirlo por decisión de instancias judiciales superiores. Es en ese momento cuando se acepta la rueda de reconocimiento a la que se presenta el comisario Villarejo. Y cuando aparece en los medios de comunicación una imagen suya reciente, bajando de un avión y en la que luce una imagen muy similar a la actual.
Villarejo denuncia entonces al CNI por filtrar presuntamente esa imagen y poner su vida en riesgo, ya que se tomó, según su versión, en el transcurso de una operación contra el terrorismo yihadista de la que tenía conocimiento el servicio de inteligencia.
Pocos días después, la doctora Pinto le identificó entre varios figurantes como la persona que supuestamente se abalanzó sobre ella por la espalda y le asestó la punzada que ahora se investiga. El pasado miércoles, el excomisario prestó declaración como investigado ante el mismo juzgado.
5) Beatriz Méndez de Vigo
Es la número dos del CNI y la persona a la que se le supone mayor relación directa dentro del cuerpo de espías con el gabinete de Soraya Sáenz de Santamaría. Hermana del actual ministro y portavoz del Gobierno Iñigo Méndez de Vigo, dejará el cargo en los próximos meses para ocupar la plaza de responsable del CNI en China. Pese a que accedió a los servicios secretos en 1983, fue la actual vicepresidenta quien la avaló para que, desde la Secretaría General del organismo se encargara del día a día de las operaciones. Y hasta el anuncio de su marcha a Pekín, era la persona que aparecía en todas las quinielas para suceder al actual director del centro, Félix Sanz Roldán, cuando termine su mandato en 2019.
A Méndez de Vigo se le atribuyen distintos papeles en este litigio, en función de los interesados. El comisario Villarejo la ha considerado siempre como uno de los peones más activos en su contra dentro de los servicios de inteligencia españoles, por mandato de la vicepresidenta. Pero desde otros sectores la señalan como una persona más conciliadora, portadora del mensaje del presidente Rajoy para que los enfrentamientos entre el actual director del centro, el general Félix Sanz Roldán y el comisario Villarejo dejen de airearse públicamente y se apaguen de una manera discreta. Soterrada y sin consecuencias para las instituciones del Estado.
6) Victoria Álvarez
La expareja sentimental de Jordi Pujol Jr. fue una de las mujeres objetivo de las labores de inteligencia del comisario Villarejo. Con uno de sus sobrenombres operativos y haciéndose pasar por periodista, el mando policial entabló una relación de amistad con ella hasta conseguir información sobre los viajes a Andorra del primogénito del clan y que Victoria Álvarez ratificara después esos mismos datos en el juzgado en 2013.
Este fue uno de los primeros movimientos que vinculan al exmando policial con la llamada “operación Cataluña”, una estrategia del Estado para frenar el pulso independentista de Artur Mas y el expresidente Pujol, relacionado directamente con la marcha de las investigaciones judiciales en su contra. En esas fechas, Villarejo era el máximo responsable del operativo de inteligencia establecido por la Policía Nacional para frenar la corrupción política en Cataluña. Su relevo al frente de este servicio por parte del comisario Marcelino Martín Blas, más cercano al entonces director adjunto operativo de la Policía, supuso uno de los primeros enfrentamientos directos entre ambos.
La batalla en este ámbito se ha desplazado después a distintos frentes judiciales: por un lado, los Pujol tratan de tumbar la investigación en su contra por presuntas irregularidades, por otro se filtraron las conversaciones entre el entonces ministro del Interior y el responsable de la oficina antifraude de Cataluña. En un tercer frente, los Cierco (propietarios del banco donde los Pujol trataron de aflorar el dinero) buscan acreditar que fueron presionados para entregar los datos secretos de estas cuentas y que Estados Unidos y Andorra fueron presionados por España para cerrar su banco. Y por si fuera poco, un juzgado de Madrid será el encargado de investigar a la cúpula policial de Eugenio Pino por la aparición en la causa de los Pujol de un pendrive con información ilegal del que, al parecer, nadie conoce su procedencia. Un castillo de naipes que comenzó su auge y caída con las revelaciones de Victoria Álvarez.
7) Corinna zu Sayn-Wittgenstein
Es una de las mujeres que más preocupa a los servicios de inteligencia españoles por su relación sentimental con el rey emérito. Y también por los negocios realizados por ella a nombre de empresarios españoles en distintos países árabes. Los contactos entre la expareja de Juan Carlos I y el comisario Villarejo pusieron desde el primer momento en alerta al servicio secreto español, que trató de mantener a Corinna al margen de cualquier asunto de Estado tras su salida de España y su ruptura con el rey.
Sin embargo, los contactos entre la asesora empresarial y el mando policial se han hecho cada vez más frecuentes y se suceden en distintos países fuera de nuestras fronteras. Tanto que el comisario Villarejo ha señalado directamente al actual responsable del Centro Nacional de Inteligencia por acudir en una visita extraoficial a Londres para amedrentarla a cambio de discreción y silencio. Más en concreto, Villarejo ha dicho en las entrevistas que ha concedido en las últimas horas que el dirigente del CNI "amenazó de muerte a Corinna". Algo que Félix Sanz Roldán ha negado en privado.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la propia Corinna sospecha que miembros del servicio secreto español están detrás del robo de documentación sensible que sufrió en su residencia hace cerca de tres años y así se lo ha trasladado al comisario. Los partidarios del mando policial aseguran que tras sus encuentros con Corinna guarda documentación y datos que acreditan estas maniobras inconfesables por parte de los servicios secretos. Algo que niegan desde el CNI.
8) Grace Jones y la primera imagen pública de Villarejo
Para encontrar la primera imágen pública de este hermético comisario hay que remontarse a la década de los 80. Un Villarejo físicamente muy distinto al actual fue uno de los invitados a un programa de TVE que presentaba la actriz Carmen Maura. Acudió en calidad de secretario general del Sindicato Profesional de la Policía (SPP) que cuenta con numerosos altos mandos policiales entre sus afiliados.
El aspecto que presenta Villarejo en esas imágenes a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL difícilmente servirían para reconocerle ahora. Tampoco es muy ortodoxa la escena que le tocó vivir en el plató donde la cantante jamaicana Grace Jones, una de las máximas representantes de la música disco del momento, interpretó una canción y en el marco de su actuación llegó a bailar sobre las rodillas del mando policial.
9) Bárbara Rey
El CESID montó en 1997 una operación para destruir las presuntas pruebas que obraban en poder de la vedete Bárbara Rey sobre su relación con Juan Carlos I. Se trataba de cintas de vídeo y de audio. Los agentes le convencieron para que las introdujese en una maleta a cambio de 10 millones de dólares. El acuerdo era que ella se quedase la maleta, pero sin conocimiento de la contraseña mientras el tiempo que tardase la materialización de los pagos. Lo que no sabía entonces la artista es que esa valija contenía un dispositivo para destruir lo que hubiese en su interior.
El mecanismo fue activado y las pruebas fueron destruidas. La operación generó un gran enfado en la artista, que acudió a un Juzgado del distrito madrileño de Tetuán a presentar una denuncia. Es aquí donde aparece el nombre de Villarejo a quien se le encargó controlar el camino que seguía esa denuncia para minimizar los efectos que pudiese tener sobre los agentes y colaboradores del servicio secreto, con los que en ese momento el excomisario mantenía buenas relaciones.
10) Margarita Robles
La actual portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados también se cruzó en el camino de Villarejo en los tiempos en los que ejercía como secretaria de Estado de Seguridad en el Ministerio del Interior. En 1995 cesó de forma fulminante a un entonces inspector jefe Villarejo al sospechar de su presunta implicación en una trama para desacreditar al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. El plan, presuntamente, consistía en relacionar al magistrado con un grupo mafioso árabe afincado en España para destruir su carrera y apartarle de investigaciones como la del secuestro del buque ‘Achile Lauro’ o el GAL.
Villarejo había sido el responsable de un documento llamado informe Veritas. Elaborado en enero de 1995, en este trabajo se sostenía que Garzón había sido captado por el citado grupo mafioso. Informaciones periodísticas de la época publicaron extractos de ese informe en el que Villarejo indicaba el modo en el que, según él, los mafiosos árabes habían captado a Garzón: “Conocedores de su obsesión por las mujeres, por aparentar y por la buena vida, no les resulta difícil irlo introduciendo al principio en fiestas aparentemente inocuas y, más tarde, en orgías donde puede disfrutar de dos y hasta tres mujeres a la vez, donde se consume coca y se abusa del caviar y del champagne francés”.
La versión del excomisario sobre el informe Veritas es distinta. De hecho, él acusará a Robles de haberle encargado la elaboración de ese dossier contra Garzón en el programa Salvados que se emite este domingo, según publicaba El Confidencial este sábado. Una versión de los hechos que al parecer también defiende el propio Garzón en el programa de Jordi Évole.
Félix Sanz Roldán: el archienemigo
El máximo responsable del CNI es el archienemigo declarado del comisario Villarejo. El hombre que bajo cuerda y con pretendido aire de desgana, mantiene el pulso de poder más importante con el mando policial. Durante años, el papel de Villarejo como agente encubierto era una anomalía soportada con resignación por los distintos responsables del Centro Nacional de Inteligencia, que le toleraron con mayor o mejor disposición.
El papel de Villarejo como agente encubierto y manipulador de fuentes presentó desde 1990 distintas batallas por el control de la información y los confidentes más valorados. Luchas como la librada tras la operación montada por Estados Unidos para apresar al traficante de armas Monzer Al Kassar en suelo español. Durante años, el acusado de suministrar las armas para el secuestro de Achille Lauro fue el confidente estrella de la inteligencia española en Oriente Medio. Y Villarejo era su oficial de enlace. Suyos fueron por ejemplo los datos que sirvieron para identificar los fondos y el arsenal que manejaba el tirano iraquí Sadam Hussein antes de la segunda Guerra del Golfo.
Con la victoria de Mariano Rajoy por mayoría absoluta en 2011, la cúpula policial se copa de mandos de uno de los sindicatos más conservadores dentro del cuerpo, el SPP. Es entonces cuando el comisario Eugenio Pino decide relevar poco a poco de sus funciones al comisario Villarejo y colocar en su lugar a una persona a priori más cercana al partido: el comisario Marcelino Martín Blas.
Martín Blas ocupó el mando en Asuntos Internos, la Brigada de Análisis y Revisión de Casos (BARC) y también en la brigada de Inteligencia adscrita al DAO. Y comenzó a mantener buenas relaciones con el Centro Nacional de Inteligencia. Tras la oposición frontal de Villarejo a ceder sus fuentes y en mitad de esa pelea, Asuntos Internos firmó un informe donde citaba, entre varios responsables policiales acusados de medrar con la mafia china del capo Gao Ping, a uno de los hijos de Villarejo. Nada tenía que ver él con el cuerpo y nunca se le imputó delito alguno, pero apareció reflejado en el informe junto al delfín que el comisario Villarejo consideraba como posible sucesor tras su jubilación: el comisario de Barajas Carlos Salamanca.
En esa misma época, apareció una grabación comprometida: una cinta donde una agente del CNI apodada María presionaba a un testigo del caso Gao Ping para que acudiera a declarar a la fiscalía en contra de los mandos policiales acusados. Un testigo que finalmente ha salido también absuelto. El CNI señaló entonces a Villarejo por comprometer a una de sus agentes de campo y la pelea entre el comisario y Martín Blas se recrudeció y trasladó a varios procedimientos: una operación contra el tráfico ilegal de medicamentos, el caso del Pequeño Nicolás, el caso Pujol, la investigación y cierre del Banco Madrid y el BPA andorrano...
Villarejo también apunta ahora contra el exdirector de la Policía, Ignacio Cosidó. En concreto, le acusa de haberle presionado para que dejase de investigar el caso del ático de Estepona del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González, ahora encarcelado por la operación Lezo. Según este polémico excomisario, toda la trama del Canal de Isabel II era conocida desde 2011 pero se ocultó por motivos políticos.
El pasado dos de junio, el comisario presentó una denuncia contra Sanz Roldán y le acusaba de infiltrar con su equipo la red informática de los juzgados españoles para conocer las investigaciones abiertas, de espiar a políticos en prostíbulos, y de derivar dinero de los fondos reservados, entre otras acusaciones. Por el momento, Félix Sanz Roldán guarda silencio y Villarejo ha accedido hablar. Ahora, falta que presente pruebas que sustenten sus afirmaciones.
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