El etarra Felipe San Epifanio San Pedro, alias Pipe, saldrá de la cárcel dentro de dos semanas. Eso es casi ocho años antes de la fecha que se le había fijado inicialmente, el 19 de abril de 2025. Fue condenado a casi 250 años de cárcel por diversos atentados en los que participó como dirigente del comando Barcelona de ETA, uno de los más activos tras la caída de la cúpula terrorista en Bidart. Sobre su currículum criminal constan varios delitos de sangre y acciones como la que causó heridas a una embarazada que le hicieron perder el bebé que esperaba.
Este asesino, que nunca se ha arrepentido de sus delitos, apura ahora sus últimos días en prisión antes de recobrar la libertad el próximo 14 de julio. EL ESPAÑOL ha tenido acceso a su expediente de liquidación de condena, según el cual, ha descontado de su pena un total de 2.836 días entre redenciones ordinarias y extraordinarias (por estudios y trabajos en prisión). Este etarra, detenido en 1994, se ha visto beneficiado por el hecho de ser condenado en su día con el Código Penal de 1973, más benévolo en materia de beneficios penitenciarios.
También cuenta a su favor que la derogación de la doctrina Parot obliga a aplicar el descuento sobre el límite máximo de cumplimiento en prisión estipulado por Ley, 31 años en su caso, y no sobre el total de su condena centenaria. Acumula sentencias por sus crímenes terroristas y por un delito de alzamiento de bienes con el que trató de evitar el pago de las indemnizaciones a sus víctimas. Finalmente habrá pasado entre rejas 23 años.
Cambió el escaño por las armas
Exmiembro de la Mesa Nacional de HB y diputado autonómico por esta formación entre 1987 y 1990, cambió el escaño por las armas y en 1991 huyó a Francia para integrarse en las filas de ETA. Fue arrestado el 28 de abril de 1994. Se encontraba en un bar cuando fue sorprendido por las autoridades. Portaba en ese momento una pistola y documentación falsa. Aquella operación permitió localizar la guarida del comando que la organización criminal le había encargado liderar.
Los terroristas guardaban allí munición y explosivos con los que pretendían cometer nuevos atentados, como el que llevaron a cabo en el Puerto Olímpico de la ciudad condal en agosto de 1993. Los etarras colocaron varias bombas en dos restaurantes. Cinco personas resultaron heridas, entre ellas la mujer embarazada. Pipe fue condenado por estos hechos a 149 años y tres meses de prisión.
El 7 de febrero de 1994 en Barcelona asesinó al coronel de Infantería del Ejército de Tierra Leopoldo García Campos. El militar caminaba por la calle Tenor Massino de camino a su casa para comer cuando un coche se detuvo en doble fila. Del vehículo se bajaron dos personas, una de ellas era San Epifanio. Se acercó por la espalda a su víctima y le descerrajó dos disparos. García Campos, segoviano de 58 años, estaba casado y tenía cinco hijos.
El 'comando Barcelona'
Por estos hechos la Audiencia Nacional impuso al terrorista 39 años y 9 meses de cárcel y un año después fue condenado a otros 41 años por sus actividades en el seno del comando Barcelona de ETA. En aquella estructura estaban también los terroristas Rosario Ezquerra, Gregorio Vicario Setién y Dolores López Resina.
El periodista Florencio Domínguez explica en su libro ETA en Cataluña. De Terra Lliure a Carod Rovira que los entonces dirigentes de la banda usaron aquel comando para intentar paliar la crisis que le había generado las detenciones de su cúpula en Bidart (Francia), y así alimentar la moral de sus presos y frenar conatos de divisiones internas.
Dos meses después de matar a Leopoldo García Campos, San Epifanio actuó de nuevo en Barcelona, en este caso para asesinar a un transeúnte, Vicente Beti Montesinos, casado y padre de dos hijos. El hombre fue víctima del intento por parte de ETA de hacer volar por los aires la sede del Gobierno Militar mediante el uso de granadas. La víctima fue alcanzada por la metralla de uno de los proyectiles, que causaron heridas a varias personas más. Por estos hechos fue condenado a otros 154 años de prisión en 2007. En 1995 había sido condenado a otros 18 años de reclusión por un intento de asesinato de cuatro policías.
El pasado 2015 este terrorista vio cómo la Audiencia Nacional rechazaba su pretensión de ser acercado a una cárcel del País Vasco, concretamente a la prisión alavesa de Zaballa. Terminará de cumplir su pena en el centro penitenciario de Herrera de la Mancha (Ciudad Real).
Pipe fue uno de los presos de ETA que experimentó en primera persona la política de premios y castigos que puso en marcha el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Los internos que daban muestras de distanciamiento de la banda eran acercados a las prisiones de Zuera (Zaragoza) o Villabona (Asturias). Eran las llamadas cárceles laboratorio, el paso previo a la cárcel alavesa de Nanclares de Oca, destino de aquellos que renunciaban a ETA. Pero Pipe no cumplió con las expectativas y después de llegar en 2009 a Zuera fue alejado de nuevo a Ciudad Real, de donde saldrá en apenas dos semanas beneficiado por las redenciones.