El viernes por la noche Pedro Aunión Monroy murió “haciendo lo que más le gustaba”, según su hermana, deslizarse por las alturas, moverse por el aire, volar. Estaba trabajando en el Mad Cool Festival en Madrid en un espectáculo creado, dirigido y protagonizado por él mismo, cuando de repente algo falló.
Entre grupo y grupo el festival había contratado a la compañía de Pedro, In Fact -una compañía de nuevas tendencias escénicas y danzas áereas-. Sobre las once de la noche un gran cubo sostenido por una grúa se descolgó en el aire a 28 metros de altura, dentro estaba Pedro contorsionándose al ritmo de Purple Rain de Prince. No era la primera vez que Pedro hacía este espectáculo, de hecho lo había hecho varias veces en España, pero en esta ocasión la seguridad fracasó. El arnés que unía a Pedro con la grúa se soltó, el equipo estaba preparado para que el artista se descolgase del cubo con una especie de cuerda de puenting y volviese a subir, creando así un efecto de rebote. Pero el equipo que Pedro llevaba en la cintura falló y cayó tras unos segundos de inercia. Pedro murió prácticamente al instante debido al tremendo golpe.
Miles de personas vieron la muerte del artista en directo. Mientras la música no dejaba de sonar, tras unos minutos y después de recoger el cuerpo de Pedro el festival continuó con total normalidad. Los asistentes al Mad Cool bailaban al son de Green Day mientras la Policía Científica recogía las pruebas del suceso. Una actuación por parte del festival que ha sido muy criticada y que llevó a cientos de asistentes a abandonar las instalaciones de la Caja Mágica, donde se celebraba el evento. El festival sólo hizo pública su reacción pasadas cuatro horas con una breve nota: "Mad Cool lamenta el terrible accidente que ha sufrido el bailarín aéreo". La tercera jornada, sábado 8 de julio, transcurrirá como normalidad, aunque se hará un homenaje al fallecido.
Más de 20 años de experiencia
Pedro tenía 42 años y estaba considerado como uno de los bailarines y coreógrafos más experimentados de España y Europa. Se había formado en los mejores centros, de hecho fue alumno de la Escuela de Ética y Estética del baile flamenco y la danza española de Pilar López, estudió danza contemporánea en el Real Conservatorio de Danza de Madrid y Arte Dramático en las aulas de Cristina Rota. Había bailado con artistas de la talla de Rafael Amargo y había creado coreografías para el Teatro Real de Madrid, en concreto para la producción sobre Cyrano de Bergerac en 2012 protagonizada por Ainhoa Arteta y Plácido Domingo.
En 2001 Pedro decidió crear su propia compañía para investigar nuevos lenguajes artísticos basados en la danza aérea y la dramaturgia, el artista consideraba el aire como un lenguaje muy expresivo por la combinación entre los cuerpos en suspensión y los cambios de planos. Su experiencia como coreógrafo le valió diferentes reconocimientos. Pero este madrileño de 42 años tenía un gran sueño: llevar su pasión a los demás. Pedro pretendía crear un centro llamado Freedom Square, en Brixton (Londres), un espacio donde adolescentes con problemas sociales descubriesen la danza y la música como forma de expresión y cómo oficio. Pedro quería dar formación a los jóvenes sobre la industria del espectáculo, quería unir pasión y profesión, como él había hecho con tanto esfuerzo.
En la actualidad Pedro residía en Brighton (Inglaterra) con su pareja, Michael, donde además de dedicarse a la danza había emprendido apenas hace cuatro meses su propio negocio, Aunion Therapy Studio, un centro de masajes y entrenamiento deportivo. Tras diez años de experiencia como masajista deportivo y debido a su trayectoria como bailarín afirmaba entender el funcionamiento del cuerpo humano y desarrolló una técnica para analizar la posición posturas de sus pacientes y así frenar los dolores musculares. El currículum del coreógrafo avala como era un hombre trabajador, ilusionado y dispuesto a desarrollar proyectos continuamente.
Hace dos semanas volvió a Madrid para comenzar con los preparativos del Mad Cool y estar con el equipo que le acompañaría durante el festival. Durante esos días se sucedieron las reuniones donde prepararon el espectáculo y enseñaron las actuaciones del 6, 7 y 8 de julio. Pedro, que desarrollaba una gran labor de difusión y comunicación de su marca a través de las redes sociales, mostraba lo orgulloso que se sentía del equipo con el que trabajaba y de lo ilusionado que estaba con la oportunidad de Mad Cool, un festival que se había convertido en una de las grandes referencias del sector en España.
Las precariedad laboral de los festivales
La muerte de Pedro llegó de repente, el por qué es una incógnita que tanto la Policía como el Sindicato de Músicos trabajan en resolver. El fallo, la negligencia y la culpa son respuestas que tardarán en llegar, pero la gestión del Mad Cool reabre el debate sobre las condiciones laborales en que trabaja la industria de la música en España.
Estos certámenes se han convertido en un sector mal remunerado y con circunstancias de trabajo paupérrimas. Como ya explicó hace un año EL ESPAÑOL la burbuja de los festivales de música pende de un hilo ya que su mala gestión y funcionamiento lleva a eventos cancelados, entradas devueltas, músicos con condiciones precarias o enfermeros que tienen que llevar su propio material médico, como los que atendieron a Pedro en el Mad Cool. De hecho Pedro no es el primer muerto del sector en 2017, el miércoles cinco de julio falleció un trabajador que montaba una de las gradas para la Gran Fira de Valencia, un festival de verano.
Desde el Sindicato de Músicos aseguran que este es un “sector desregulado” y que Pedro “no tenía convenio”. Inciden en que el accidente es “francamente raro” debido a la experiencia del coreógrafo, pero explican que las condiciones alrededor de la industria de los festivales no son suficientes y la implicación de las organizaciones tampoco. Como ya demostró el accidente de Supersubmarina del verano pasado al atropellar a un panadero en una carretera de Jaén, este es un sector donde falta transparencia y regulación. El debate se reabre ahora, pero Pedro ya no podrá luchar por el oficio que amaba.