Alejandro Requeijo María Peral Daniel Montero

El fallecimiento de Miguel Blesa, extingue su responsabilidad penal en los tres procesos por corrupción que pesaban sobre él, de manera que también desaparecen las responsabilidades civiles derivadas de los delitos que se le atribuían y de los que no ha sido declarado autor en sentencias firmes. Pese a que la familia descartaba que se tratara de un suicidio, la autopsia ha revelado que Blesa se quitó la vida. Las pruebas practicadas en el Instituto Anatómico Forense de Córdoba han permitido concluir que el expresidente de Caja Madrid se disparó en el tórax con su rifle en la finca Puerto del Toro (Villanueva del Rey), donde se encontraba con Rafael Alcaide, amigo y gestor de la finca. El hecho ya confirmado de que Blesa acabara voluntariamente con su vida apuntala la idea de que lo hiciera para favorecer a su familia, hasta ahora privada de todo el patrimonio que ha sido objeto de embargo, y para que los suyos no se vieran perjudicados por su situación judicial. 

Con su muerte, el embargo de sus bienes deberá levantarse y su familia podrá disponer de ellos. Y es que Miguel Blesa, que vivía de su pensión de la Seguridad Social como jubilado, tenía embargado todo su patrimonio, tanto bienes inmuebles como cuentas corrientes, en el procedimiento conocido como caso de la tarjetas black y también en las diligencias abiertas en el Juzgado de Instrucción número 45 de Madrid por los sobresueldos presuntamente cobrados por el comité de dirección de Caja Madrid en la época en la que él era presidente de la entidad.

Su patrimonio consistía, según los registros públicos, en seis propiedades en Madrid, San Lorenzo del Escorial y Jaén. Según una información de El Economista, estas propiedades están valoradas en seis millones. La más valiosa es una parcela de 700 metros construidos en la urbanización de La Florida, una de las zonas más exclusivas de Madrid. Además, en el año 2014, los técnicos de Hacienda calcularon que Blesa cobró entre 2003 y 2011 casi 20 millones de euros.

El precedente de Jesús Gil

El embargo acordado en el caso de las tarjetas black por el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu -que le impuso una fianza de 16 millones de euros que Blesa no pudo pagar- le obligaba a solicitar autorización del Juzgado para cualquier pago bancario, incluidos los gastos de luz o agua de su casa, situación que se ha prolongado desde octubre de 2014. En el caso del fallecimiento del exalcalde de Marbella, Jesús Gil, por ejemplo, la Justicia sí reclamó a sus herederos cien millones de euros. La diferencia en ese caso es que ya había una condena firme contra Gil.

En el caso de las tarjetas black, Blesa optó por reintegrar, antes de la celebración del juicio, los 436.688,42 euros cuya apropiación indebida le imputó el fiscal. Ese dinero no será devuelto a los herederos de Blesa, estiman fuentes jurídicas consultadas por EL ESPAÑOL, ya que fue entregado como pago efectivo y no de forma preventiva por si fuera condenado.

La sentencia dictada por la Audiencia Nacional el pasado febrero en el caso de las tarjetas black condenó a Blesa y a su sucesor, Rodrigo Rato, a responder conjunta y solidariamente con el resto de condenados de los 12,5 millones indebidamente percibidos entre 2003 y 2012. Blesa hubiera tenido que satisfacer la cantidad correspondiente a su etapa de presidente (2003-2010) descontando los montantes satisfechos por los usuarios de las tarjetas que sean finalmente condenados. El Tribunal Supremo aún no ha resuelto los recursos de casación interpuestos contra el fallo de la Audiencia Nacional, por lo que este asunto, para Blesa, queda imprejuzgado (no juzgado).

En el procedimiento por los sobresueldos, el fiscal acusaba al expresidente de Caja Madrid de un delito de administración desleal. Le pedía una pena de cuatro años de cárcel y 8,5 millones de euros en concepto de responsabilidad civil que, en caso de haber sido condenado, hubiera tenido que pagar solidariamente con el otro acusado, Ildefonso Sánchez Barcoj. El tercer procedimiento, relativo a las participaciones preferentes de Caja Madrid, aún estaba en instrucción, por lo que no se habían establecido responsabilidades civiles.

  

"Voy a mover el coche"

Existe un tercer escenario económico que tiene que ver con el cobro de seguros. En caso de suicidio, no se cobra, mientras que si es un accidente, sí podría tener acceso a su cobertura. El cuerpo de Blesa apareció con un disparo en el pecho a las 7.50 horas en la cochera de la finca. El arma que había acabado con su vida es una escopeta de caza. Blesa acudía habitualmente a esa finca, gestionada por sus amigos José Romero, Rafael Alcaide y Fermín Gallardo. Llegó al lugar, sin compañía, a las 2 de la madrugada del martes al miércoles. Apenas durmió unas horas.

Según la tesis policial, a primera hora del miércoles estaba desayunando con varias personas cuando se levantó de la mesa. “Voy a mover el coche”, explicó. Acto seguido se dirigió a la cochera, donde se produjo el suceso. Según varios medios de comunicación, antes de eso se dirigió a uno de sus acompañantes para preguntarle: “¿Tienes el teléfono de mi mujer, por si tienes que llamarla?”

Blesa contaba con licencia de armas y tenía una quincena registradas. Para poder cazar es necesario contar con un seguro que se renueva periódicamente. Hay pólizas con distintas coberturas, incluyendo accidentes del cazador. Como en los seguros de vida, el suicidio anula la posibilidad de que la familia acceda al cobro. Por su parte, los cotos de caza también tienen sus propios seguros.

La familia solo pensaba en un accidente

Aunque tras conocerse la noticia los investigadores no descartaban ninguna línea de investigación, la tesis del suicidio fue cobrando fuerza para la Guardia Civil. No así para la familia, que defendió en todo momento que debió tratarse de un accidente puesto que no habían percibido ningún comportamiento extraño por parte del exbanquero. Según su entorno más cercano, no se encontraba desanimado a pesar de la presión mediática y judicial soportada estos años por los numerosos casos de corrupción en los que estaba inmerso.

No era el peor momento por el que estaba pasando, de hecho, era el más tranquilo”, sostiene parte de su círculo. Blesa era una persona de convicciones religiosas para las que el suicidio no es una opción, decían. Otras fuentes consultadas por EL ESPAÑOL añaden que estaba organizando una fiesta con motivo de su 70 cumpleaños el próximo 8 de agosto. Ya había comenzado a avisar a sus amigos más cercanos. Por contra, otras personas cercanas a Blesa consultadas por este periódico desmontan la tesis del accidente y ven inverosímil que a un experto cazador como él se le dispare accidentalmente un arma en un garaje.

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