Miguel Blesa ya descansa en su Linares natal. Sus cenizas, procedentes del tanatorio Las Quemadas de Córdoba, han sido enterradas el mediodía del viernes, 21 de julio de 2017, en el panteón de su familia del cementerio jardín Virgen de Linarejos.
La ceremonia ha sido discreta e íntima. Apenas una decena de vehículos, la mayoría de alta gama, fueron aparcados en los alrededores del camposanto durante las primeras horas de la mañana. De ellos se apeaban familiares y allegados del expresidente de Caja Madrid, visiblemente apesadumbrados y sin nada que declarar.
Ni José María Aznar, ni Ana Botella ni ninguna de las amistades más 'célebres' del que fuera presidente de Caja Madrid se han dejado ver por el cementerio de Linares. Tampoco ninguna autoridad municipal ha querido despedirse de quien llegó a sonar como hijo predilecto de la ciudad no hace tantos años, antes de que la 'estafa de las preferentes' y el 'escándalo de las tarjetas black' vieran la luz y dinamitaran para siempre su imagen pública.
A varios metros del panteón y retirados de los focos, un corro formado por tres hombres y tres mujeres de edad avanzada intercambiaban en voz baja palabras de consuelo:
- No me lo puedo creer, ¡si hace cuatro días hablé con él! Estaba preocupado, pero se le veía fuerte. No me lo esperaba para nada.
- Ya… pero no podemos juzgar sus motivos ni qué se le pasaba por la cabeza en ese momento.
- Sí, pero, no sé, una siempre se queda con la duda de poder haber hecho más y con cierta culpa. Ninguno lo vimos venir.
Más periodistas que curiosos
La intimidad del interior contrastaba con la imagen a las puertas del cementerio. Más de treinta periodistas hacían guardia desde las nueve de la mañana en la puerta del cementerio, acompañados de una decena de agentes de la Policía Local y Nacional y de varios transeúntes, más interesados en las cámaras que en el propio entierro.
“Que quieres que te diga, lo siento por la familia, pero en lo personal, a mí no me da pena. ¿Qué ha hecho este hombre por Linares aparte de manchar su nombre? No tendríais ni que estar aquí. Sí que me dan lástima las familias a las que ha estafado” comentaba un indignado vecino a varios periodistas. Palabras que demuestran cómo la indiferencia o incluso desafección de los linarenses con respecto a su paisano fue creciendo en los últimos años, a la par que se desarrollaba su juicio y se conocían más detalles de los delitos que se le imputaban.
En el funeral por el difunto, en la céntrica parroquia de San Francisco, se darán cita todos sus allegados y seguramente varias decenas de curiosos, interesados en el vaivén de cámaras y micrófonos o en conocer el rostro de los familiares y amigos del exbanquero. Para bien o para mal, Miguel Blesa descansará en paz en la tierra que le vio nacer. Una tierra en la que dejó hace tiempo de ser profeta.
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