Convergencia utilizó su llegada al poder en 2011 para colocar en la Administración a militantes y personal de confianza. Hombres y mujeres colocados a dedo en una época de contención de gasto que terminó con más de cien despedidos en la principal empresa pública catalana. Así lo reflejan los documentos obtenidos por EL ESPAÑOL en el curso de su investigación periodística CatLeaks, que vinculan directamente a dos consejeros del Govern de Artur Mas -Germà Gordó y Felip Puig- con la colocación a dedo de militantes del partido en la empresa pública que controla las licitaciones en Cataluña.
Entre los colocados hay desde familiares directos del presidente Artur Mas (su prima fue contratada como responsable de Comunicación de GISA) hasta militantes "de confianza" que buscaban progresar en la administración o simplemente, no ser despedidos. Así, el 19 de febrero de 2011, solo una semana después de que Convergència nombrara a la cúpula de GISA, el entonces consejero de Interior Felip Puig escribe directamente al presidente de la empresa pública recién nombrado: "Albert Paco es arquitecto y, cosa rara, buen profesional. Lo tienes en la casa, en la gerencia de proyectos. Es militante de CDC y muy leal, fiel, trabajador y quiere a la institución. Solo para que lo medites", escribe el miembro del Ejecutivo catalán, solo dos meses después de que Artur Mas fuera nombrado presidente.
La respuesta del presidente de GISA, Joan Lluis Quer, es precisamente para criticar estas prácticas. Pero de otro partido. "Como puedes comprender, tengo mucho trabajo para desmontar el aparato político organizado por los de antes", escribe en referencia al tripartito protagonizado por el PSC, Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya.
Germà Gordó y la prima de Artur Mas
Un día antes, el 18 de febrero de 2011, el correo profesional de Quer recibe un mensaje de Gloria Mas, prima del recién investido presidente catalán. "Por indicación de Germà Gordó, adjunto mi perfil profesional", reza el correo enviado por la que fue nombrada después responsable de Comunicación de GISA, en clara referencia a la intermediación del Ejecutivo encabezado por su primo.
Un día después, el 19 de febrero, es de nuevo el exconseller Puig quien llama a las puertas de GISA. "¿Recuerdas a nuestro amigo Toni Juanmartí? Si tienes alguna posibilidad, piensa en él" escribe desde su cuenta de la Generalitat. La respuesta evidencia de nuevo la intervención directa del Govern en la colocación de trabajadores: "Le tengo muy presente. Me ha llegado también la consigna desde Presidencia. No se de qué tipo, pero trabajo tendrá", responde el presidente de la empresa pública.
Calmar a la alcaldesa
El 30 de agosto de 2011, Felip Puig envía un nuevo correo al presidente de GISA para que atienda la petición de un "militante de confianza". De nuevo, el conseller de Interior intercede por su amigo Alberto Paco, ante el miedo de que le afecte en expediente de regulación de empleo que terminó con 45 despidos. "Lo conozco de mi etapa en Bienestar Social. Aunque es arquitecto, es un buen técnico, buena persona, militante y de confianza. Se que tienes que tomar decisiones difíciles, pero si puedes conservarlo, le harías un gran favor", explica el miembro del Govern de Artur Mas.Pero hubo más.
El seis de septiembre del mismo año, solo una semana después, Puig hace llegar a la dirección de GISA el correo que ha recibido por parte de un tal Manel Rius. En la misiva, el amigo del consejero pide un favor para que una de sus nietas, arquitecta en GISA, no se vea afectada por el ERE. "No tenemos nada en concreto pero su jefe alguna cosa le ha insinuado [...] Si ves alguna posible solución, te lo agradecería", refleja el correo remitido.
Sin embargo, la influencia política no se limitaba solo al manejo de la plantilla. El 5 de junio de 2013, el consejero Felip Puig vuelve a escribir a GISA. Esta vez, alude a la cúpula de la empresa para que alguien le de "una disculpa" a la alcaldesa de Pauls, Julia Celma enfadada por tener que trabajar con un técnico de obra que presupone socialista.
"Estoy negra. Están acabando el edificio del consultorio médico y resulta que han puesto las tejas blancas en lugar de arábiga. El Poum no lo contempla y me dicen que lo pintarán por encima pero que no quedará muy bien. Encima el director de obra que ha puesto la Generalitat es uno que antes era el técnico del ayuntamiento socialista de Paul. Un tío de Benifallet. No se si estamos atontados o qué", escribía la primer edil de Convergència, sobre el trabajo de un arquitecto que ganó el concurso público para controlar la obra.
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