"Ha pasado un año. ¡Qué año nos habéis dado!" Hace dos domingos, Miquel Iceta hacía gala de su particular sentido del humor. El líder de los socialistas catalanes recordaba ante miles de personas, en la cita anual del PSC en Gavá (Barcelona), las convulsas semanas que vivió hace un año una España sin Gobierno y un PSOE en plena guerra interna. Parece que, en vez de un año, hayan pasado unos cuantos.
Sus palabras ("Pedro, ¡mantente firme! ¡Por dios, líbranos de ellos!"; "¡no, por dios, no!") acabaron convirtiéndose en una canción viral con más de 270.000 reproducciones en Youtube, mucho más que el baile a lo Freddie Mercury que lo catapultó al estrellato. Los socialistas copaban todos los titulares. O Sánchez se imponía en el partido y trataba de conformar una mayoría alternativa a Mariano Rajoy (con Podemos y nacionalistas) o caía como secretario general, el PSOE se abstenía en la investidura para que siguiese el PP y contribuía a dar carpetazo a un año de inestabilidad política.
El punto de inflexión fue el 1 de octubre, el día del Comité Federal. Nunca antes la reunión de un órgano interno de un partido en España se había convertido en casi un marca en la era de la política pop. Cientos de titulares, programas en directo, tensión política, manifestaciones en la puerta y desgarro socialista. Fue "el Comité de los gritos", el de numerosos recesos, lágrimas y peleas a chillido limpio por el orden del día. Fue el día en el que los defensores de Sánchez colocaron una urna tras una mampara para una votación sin garantías. Ese fue el clímax de una larga jornada que llevó a Sánchez a perder el pulso y el puesto. Poco después, dimitió al decaer su propuesta de hacer un congreso exprés del partido para legitimarse como líder y abrir unas negociaciones para una investidura alternativa.
Ya es 1 de octubre y de nuevo España se encuentra en la encrucijada. Las proporciones son mucho mayores. Hay mucho más en juego que la estabilidad interna y el rumbo de un partido. España se juega mucho más que la formación de un Gobierno. De nuevo hay una votación, pero esta vez los socialistas están unidos en su rechazo de un referéndum de autodeterminación suspendido por los tribunales y sin las garantías mínimas de cualquier proceso de esta naturaleza. "El 1 de octubre no es un buen día. El PSOE montó un Comité Federal el 1 de octubre y nunca más", ironizaba en Gavá Iceta ante un muy sonriente Pedro Sánchez.
Mucho ha pasado en estos doce meses.
1. El PSOE remonta en los sondeos
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) colocó al PSOE a menos de cuatro puntos del PP. Es el efecto Sánchez. La campaña de las primarias fue tan exitosa que muchos volvieron a mirar al PSOE desde la abstención y también desde otros partidos.
Es cierto que esa misma distancia se vio en barómetros previos a las elecciones de diciembre de 2015, como los de julio u octubre de ese año. El resultado electoral fue la peor derrota del PSOE desde la Transición. En cualquier caso, el Sánchez que volvió a la secretaría general no asustó por izquierdista o por mimetizarse con Podemos, como pronosticaban sus adversarios internos o externos. Por algo se empieza.
2. Consolidación como líder de la oposición
El PSOE pronto cantó victoria. Con la vuelta de Pedro Sánchez, el PSOE parece haberse desmarcado de Podemos. La aparición de Pablo Iglesias provocó ya hace años una crisis de nervios en las filas socialistas y luego una cruenta batalla por ocupar el centro izquierda. Las primarias de Sánchez también le permitieron al PSOE sacudirse ciertos complejos, al menos a tenor de las encuestas.
La estrategia de Ferraz es matar a Podemos a caricias. Es decir, tratar de evitar la confrontación cainita, algo que creen que castigan los electores, y sencillamente optar por proyectarse como una alternativa más creíble a Mariano Rajoy.
3. Los barones no se han ido a ninguna parte
Pedro Sánchez sólo perdió las primarias en Andalucía y en el País Vasco. El líder del PSOE hizo una campaña antiélites, antiaparato y de reivindicación de las bases. Y funcionó. Tanto, que alguno de los presidentes autonómicos temieron por su cabeza. Todos ellos, salvo Javier Fernández (Asturias), han revalidado su cargo o están en condiciones de hacerlo. Y Fernández ni siquiera se presentó a las primarias por el liderazgo del partido en Asturias.
Ximo Puig (Comunidad Valenciana), ganó al candidato favorito de Sánchez. Guillermo Fernández Vara (Extremadura) se impuso sin problemas, como Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), cuyas primarias se celebraron este mismo sábado. Javier Lambán es, hoy por hoy, el favorito para seguir liderando al PSOE aragonés. Y Susana Díaz (Andalucía) ni siquiera tuvo rival.
4. Madina fuera y una independiente como portavoz
El corrimiento de tierras entre los adversarios de Pedro Sánchez fue notable. Algunos, como Eduardo Madina, dejaron su acta de diputado. Ya se había presentado a las primarias de 2014 contra Sánchez y la de Díaz fue su segunda derrota de gran calado en menos de tres años. Tan desconsolado estaba que renunció para dedicarse a actividades privadas. Otros, como Antonio Trevín (Asturias), también tiraron la toalla. Y no se descarta que alguno más lo haga.
No en vano, la mayoría de los diputados no apoyaron a Sánchez, que sólo contó con en torno a un cuarto de los 84 parlamentarios. "A los otros tres tercios, Pedro nos eliminará cuando se hagan las listas a las generales", explica un temeroso diputado. La portavocía acabó recayendo en la exmagistrada del Supermo Margarita Robles, una socialista sin carné pero con carácter y pragmatismo, que sin embargo no acaba de convencer en sus intervenciones en el pleno de la cámara.
5. Las paces con el zapaterismo, no con el felipismo
Aliados con Díaz, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y su entorno más cercano, todavía influyente, está poco a poco dando pasos para reconciliarse con Sánchez. Ambos líderes comieron en Madrid hace unos días, como reveló EL ESPAÑOL, para recomponer su situación. Otros, como el eurodiputado José Blanco, acuden ya con normalidad a actos de la dirección contra la que hicieron campaña. La reconciliación está en marcha.
Con quien es más difícil, por no decir imposible, es con Felipe González o Alfredo Pérez Rubalcaba, así como con el grupo Prisa, tradicional pilar mediático de la socialdemocracia española. Ni ellos quieren ni en Ferraz cuentan con que cambien de opinión.
6. Posición de Estado frente al terrorismo
El PSOE ha renunciado a hacer política partidista con las dos grandes crisis que ha tenido que gestionar Sánchez desde que volvió al cargo. La primera fue la de los atentados en Barcelona, que dejaron 16 muertos. La segunda, el referéndum independentista.
Sánchez, con Robles como interlocutora en el Pacto Antiyihadista, asumió un papel de segundo plano y apoyo al Gobierno. Evitó la tentación de criticar el Pacto Antiyihadista, como Podemos, o la gestión de la Generalitat a cuenta del independentismo, como el PP.
7. 1-O: Con la ley y los alcaldes del PSC
El PSOE tampoco ha dudado en colocarse al lado del Gobierno en este momento de crisis institucional. No por ser Gobierno, recuerdan en Ferraz, sino porque es la institución que defiende la legalidad en Cataluña. Es lo que el círculo de Sánchez llama la "oposición de Estado", una estrategia que pasa por reservar los alardes de izquierdismo y la confrontación con Rajoy para otros momentos.
El PSOE no ha criticado en lo sustancial la estrategia del Gobierno para detener el 1 de octubre. No ha reclamado un referéndum pactado que tampoco tiene anclaje en la legalidad ni tampoco reclamado soluciones muy drásticas que, según Ferraz, podrían ser contraproducentes.
Al verse atacados, los alcaldes del PSC alzaron la voz y su defensa se convirtió en el hilo conductor del mensaje del PSOE. Para algunos en el PSOE, "Sánchez está en manos del PSC", aunque no esté claro qué decisiones de Iceta hayan sido erróneas.
8. La reforma constitucional y la vía alternativa
En el PSOE dan por hecho que tras el 1-O, el partido tratará de erigirse como alternativa al PP y Ciudadanos, al independentismo y a Podemos con una apuesta por el diálogo y el pacto. Su estrategia se adivina en las críticas a todos ellos de esta última semana, pero también en la comisión de reforma del modelo territorial impulsada por Sánchez en el Congreso de los Diputados.
El PSOE cree que si logra comunicar que hay en España una vía entre el Rajoy e Iglesias y en Cataluña entre los independentistas y Ada Colau, recuperará el terreno perdido desde hace seis años. La apuesta es incierta y, por el momento, al PSOE parece faltarle tanto la concreción audaz de una propuesta como la determinación de correr riesgos al formularla. Sólo el tiempo dirá si el PSOE sigue sucumbiendo ante la polarización o emerge como opción real en ese sentido.
9. Caos comunicativo
Los mensajes del PSOE siguen siendo confusos. Sánchez sigue huyendo de los medios. Prefiere hablar en discursos o mítines que conceder entrevistas o ruedas de prensa. En eso, no ha cambiado. La estrategia ahora parece ser la de preservar al líder para evitar errores. "Porque cuando habla, se equivoca", dicen sus críticos dentro del partido. El equipo de Ferraz quiere alargar al máximo la estela creada en las primarias, aunque cada vez parezcan más lejos en el imaginario colectivo.
Su equipo no suple ese déficit comunicativo del secretario general. El portavoz de la Ejecutiva, Óscar Puente, lo es a tiempo parcial por sus obligaciones como alcalde de Valladolid y se ha colocado en la diana por algunos errores en ruedas de prensa y entrevistas que han malogrado la estrategia comunicativa de Ferraz. La número dos, Adriana Lastra, tampoco asume el vacío mediático que deja Sánchez y que llenan el secretario de Organización, José Luis Ábalos, la portavoz en el Congreso, Margarita Robles y en menor medida la presidenta Cristina Narbona y la secretaria de Igualdad, Carmen Calvo. Todos viejos conocidos del PSOE, casi todos con cargos de responsabilidad en los gobiernos de González y Zapatero.
10. Un líder más sereno
Sánchez parece haber cambiado. Lo dice su entorno y es evidente en los escasos contactos que tiene con periodistas. Él mismo dice que el trauma del 1 de octubre y las primarias lo han hecho más sabio. Que ha aprendido. Su tono es otro y la tranquilidad de saberse dueño de Ferraz ha relajado su carácter.
No verse cuestionado sienta bien a Sánchez, aunque en su partido son muchos los que, por lo que han vivido, siguen dudando del cambio.
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