El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha proclamado este martes de forma simbólica la independencia de Cataluña. "Con el resultado del 1 de octubre, Cataluña se ha ganado a ser un Estado independiente", ha dicho. "Las urnas dicen “sí” a la independencia y ese es el camino que estoy dispuesto a transitar", según él.
Sin embargo, acto seguido ha pedido "suspender los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo".
Este es el párrafo clave de su discurso:
"Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo, al presentarles los resultados del referéndum ante todos ustedes y ante nuestros conciudadanos, el mandato de que el pueblo de Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república. Esto es lo que hoy hacemos con toda solemnidad, por responsabilidad y por respeto. Y con la misma solemnidad, el Govern y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada".
El limbo de Puigdemont
La situación ahora es incierta, ya que no se trata de una Declaración de Independencia total sino en diferido, sin efectos inmediatos. Tanto es así que los diputados de la CUP no aplaudieron su discurso y los que se concentraban en el paseo Lluís Companys, cerca del Parlament, acogieron desconsolados sus palabras.
No está clara cuál será la respuesta del Estado y el Gobierno central Rajoy podría estar dispuesto a consentir esta Declaración de Independencia, como avanzó EL ESPAÑOL el sábado, al considerar que lo que ha hecho Puigdemont no es sino declarativo y no comporta efectos tangibles. Sin embargo, Moncloa no se ha pronunciado aún. El debate en el Parlament, sigue.
En sus intervenciones, la oposición criticó el discurso de Puigdemont. Según Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos, la declaración "a plazos" pone en riesgo la autonomía. "No se puede suspender una declaración que no se ha hecho", dijo Miquel Iceta, líder del PSC.
Antes de su anuncio, el presidente ha hecho un repaso de los hechos que, según él, han llevado a Cataluña a esta situación. "Desde la muerte del dictador militar Francisco Franco, Cataluña ha contribuido tanto como el que mas a la democracia en España", ha dicho, pero el sistema "comenzó a involucionar" hasta que el Parlament aprobó un Estatut que acabó siendo enmendado por una "sentencia de infausto recuerdo" del Tribunal Constitucional. Esa "humillación", según él, fue el inicio del fin.
La sesión ha comenzado con más de una hora de retraso. Puigdemont pidió, a las 18:00, una hora entre informaciones que apuntaban a que la CUP no compartía el contenido del texto que iba a leer, aunque otros medios apuntaban a que el Govern estaba teniendo conversaciones de última hora sobre una posible mediación internacional.
PDeCAT (antes llamado Convergència) y ERC, la CUP y las entidades proindependencia Assamblea Nacional Catalana (ANC) y Omnium Cultural llevaban meses anunciando que el referéndum que convocaron para el 1 de octubre, suspendido por el Tribunal Constitucional y en el que el 38% del censo votó "sí", desembocaría inexcusablemente en la autodeterminación de Cataluña.
Ocho días de vértigo
Sin embargo, desde la votación masiva hasta este martes han pasado muchas cosas muy relevantes. La comunidad internacional condenó la dureza policial y las cargas de la Policía y la Guardia Civil, pero no dio ni un ápice de legitimidad al referéndum ilegal ni reconoció la posibilidad de que Cataluña se independizase en base a sus resultados. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, la institución que reúne a los 28 Gobiernos de la UE, pidió este mismo martes, tres horas antes de la comparecencia de Puigdemont, que no declarase la independencia.
Los grandes bancos y empresas destacadas, como CaixaBank, Banco Sabadell, Gas Natural, Abertis, MRW o San Miguel, decidieron trasladar su sede mientras muchas otras avanzaron que se irían si la independencia se llevaba a término.
Por otra parte, el independentismo se agrietó con las dudas del conseller Santi Vila, que desde dentro del Govern pidió a Puigdemont que no declarase la independencia, la coordinadora del PDeCAT, Marta Pascal o hasta el propio expresident Artur Mas, que reconoció al Financial Times que la Generalitat no dispone de los elementos necesarios para autodeterminarse.
La vía de la mediación fue reclamada, tanto por el propio Puigdemont, como por otros partidos, como Catalunya en comú, el de Ada Colau, o el PSC.
El Estado tampoco permaneció inmóvil. Un contundente discurso del rey Felipe VI acusó a la Generalitat de saltarse la legalidad. Sus palabras fueron celebradas por el PP, Ciudadanos y en menor medida los socialistas, pero tuvieron un importante impacto social.
Menos de cinco días después, una manifestación sin precedentes recorría Barcelona. Convocada por Societat Civil Catalana (SCC) y con la participación como oradores del nobel Mario Vargas Llosa y el expresidente de la Eurocámara Josep Borrell, se convirtió en la primera concentración masiva de contrarios a la independencia, con cientos de miles de personas en las calles reclamando "seny" (sensatez o sentido común en catalán).
Noticias relacionadas
- “Si se va Planeta, no importa”
- La defensa de Barcelona
- Rajoy dará a Puigdemont un ultimátum de entre 24 y 48 horas
- El Ibex 35 cae un 0,25% en la apertura en una jornada clave para Cataluña
- El abecedario de las empresas rebeldes contra Puigdemont
- Así es el camino hacia la "república catalana"
- Los separatistas perderían 5 escaños y la mayoría absoluta en el Parlament
- Puigdemont expulsa al 12,5% de la capitalización del Ibex de Cataluña