Gabriel Rufián ha llegado tarde al Congreso este miércoles. Pasaban un par de minutos de las nueve. El diputado de ERC recorría a paso rápido y con las manos en los bolsillos de su cazadora los últimos metros que le separaban de las puertas de la Cámara. Quizá la tienda de esposas no abriera tan pronto o el orden del día, que no anunciaba Cataluña hasta más tarde, le aburriera. Ni mochila ni maleta. Ni siquiera una bolsa de plástico. Como buen trilero, esconde las herramientas de su número hasta que las lleva a escena.
La bomber de Rufián ha vencido a la gabardina de Harpo Marx: más artilugios en un espacio más pequeño. Victoria logística, pero derrota humorística. El público, referente fundamental en este tipo de teatrillos, le ha regalado una sonora pitada. Casi futbolística. ¡Con lo difícil que es aplaudir o abuchear todos a una en el Congreso!
Cada miércoles, el diputado de Esquerra Republicana dispone de tres minutos de escenario. Estos han sido los carteles más estridentes de su legislatura. Tienen algo de las fiestas de los pueblos, cuando el feriante esconde la moneda bajo los tres vasos. También del reto del penalti, ese lanzamiento que se ofrece a altas horas de la noche al que va un poco torcido. La diferencia es que, afortunadamente, sus números se celebran entre las nueve y las diez de la mañana. Los diputados no pican. De momento.
Las esposas para Rajoy
15 de noviembre de 2017. Rufián prefería un cara a cara con Rajoy, a sabiendas de que le hubiera granjeado mejor espacio en el telediario. Tiene que conformarse con Zoido, ministro del Interior. Con la sorpresa escondida en alguna parte, inicia el debate. Como siempre: Policía y Cataluña.
Escucha a Zoido con irónica sonrisa. Cuando le toca responder, se quita la cazadora y exhibe una camiseta negra, comprada para la ocasión: luce a los exconsellers de Puigdemont encarcelados. Pero eso no es todo. De repente, alza unas esposas y las agita con doble uso. "Sé que les gustaría verme con ellas puestas, tengan paciencia", dice mirando al palco del PP. Después añade: "Ojalá algún día el señor M. Rajoy -como consta en los papeles de la financiación en B de su partido- lleve unas de estas". Zoido le invita a marcharse. Rufián acepta, baja las escaleras con la mirada fija en los diputados populares. Saluda con la mano en la frente, estilo militar y se marcha. El Congreso le pita.
Las fotos de los "apaleados"
11 de octubre de 2017. Gabriel Rufián se ha engominado. Calza una americana negra, rayada en gris. Le espera en el cuadrilátero el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. Acusa al Gobierno de no mostrar interés en el diálogo. Otra vez, guarda el cachivache para su turno de réplica.
"¿Cree usted que es agradable tender la mano a los responsables de esto?", recrimina al ministro del PP. Alza un par de fotografías. Los rostros de dos mujeres que sangran. "¿Cree usted que es agradable tender la mano a quienes enviaron a estos salvajes a apalear a nuestra gente?", añade. Los parlamentarios constitucionalistas se revuelven. La presidenta de la Cámara, Ana Pastor, pide silencio para que Rufián pueda terminar su intervención.
Las reliquias de la muerte para "ser invencible"
20 de septiembre de 2017. Gabriel Rufián ha restringido su opereta a los fans de Harry Potter. Se acerca el 1 de octubre y Rajoy reitera que no habrá urnas. Detenciones y papeletas confiscadas. ERC se enfada.
En busca del titular, Rufián acusa: "Señor Rajoy, saque sus sucias manos de Cataluña". Rebasa el tono habitual empleado en la Cámara para generar alboroto. Su justificación, como tantas veces, la exhibe abriendo su cazadora: porta las "reliquias de la muerte". Según dicen los que saben -y si no, que el propio Rufián corrija-, se trata de tres objetos que regalan la invencibilidad a su poseedor. Una varita de saúco, una piedra de resurrección y una capa de invisibilidad. Todo ello, en la camiseta del diputado catalán.
La impresora republicana
13 de septiembre de 2017. La cazadora no da para tanto. Rufián carga con una impresora por los pasillos del Congreso. Algunos diputados del PP se enteran del numerito que les espera antes de que empiece. Falta menos de un mes para el referéndum del 1 de octubre y los servicios de inteligencia no han encontrado las urnas.
"Dejen de hacer el ridículo", espeta el diputado de ERC al Gobierno mientras alza su "humilde Samsung republicana". El bloque constitucionalista se parte de risa y cuando se escucha "ridículo" le señalan. "No imprime billetes de 500, saldrían en blanco y negro (...) Persigan delincuentes y corruptos, no impresoras". La impresora de Rufián llega al Congreso poco después de que el Govern de Puigdemont animara a los catalanes a fabricarse la papeleta en casa.
Una tableta para atizar a Fernández Díaz
27 de septiembre de 2016. El Congreso debate la apertura de una comisión de investigación sobre el espionaje de Jorge Fernández Díaz contra políticos independentistas, a tenor de unas grabaciones.
Rufián dispone de más tiempo que durante las sesiones de control y puede hablar desde la Tribuna. Esto le permite dirigirse de cara a los dirigentes del PP; los miércoles, por su ubicación en la Cámara, le dan la espalda. Para justificar su discurso, saca una tablet, la acerca al micrófono y reproduce el audio que delata al ya ex ministro del Interior. "Ya vale de Corleones sin honor, ya vale de gangsters, ya vale de perseguir esteladas y de proteger a los defraudadores", concluye.
El mapa de España... que no es de España
2 de septiembre de 2016. La oposición disfruta de su turno de réplica en una de las sesiones de investidura fallidas de Mariano Rajoy. Rufián está en racha. Sus anteriores intervenciones revolucionaron la Cámara. Necesita convertirse en prestidigitador una vez más.
Sube a la tribuna. Saca un mapa de España... que no es de España. Las regiones nacionalistas aparecen pintadas de un color distinto. "Esto son países diferentes, que votan diferente", remarca Rufián.
El camarote, a punto de reventar
Sin haber corrido demasiado la legislatura, el camarote de Gabriel Rufián ya es un museo del histrionismo. Esposas, decenas de camisetas, impresoras, mapas, fotos... Como dice Jorge Esteban de los bohemios, Rufián sabe que sus anécdotas no se escribirán en los libros de Historia, pero le queda la esperanza del boca a boca. Para eso necesita sus cachivaches.