Barcelona

Podría parecer sencillo, pero en Cataluña hace tiempo que casi nada lo es. Seis días después de las elecciones autonómicas en las que las formaciones independentistas sumaron 70 escaños, la mayoría independentista de la cámara, la formación del Govern sigue en el aire. Falta definir el liderazgo y, aunque casi nadie hable de ello, un programa. La mayoría a favor de la autodeterminación es casi tan sólida como en la anterior legislatura y, además, depende mucho menos de la CUP que antes, pero la situación judicial de ocho diputados electos independentistas hace que la identidad del próximo president de la Generalitat sea todavía una gran incógnita.

El expresident Carles Puigdemont concurrió con una lista a su medida, llamada Junts per Catalunya, y prometió volver al Palau de la Generalitat desde Bruselas, donde había huido ante la acción de la Justicia. Pero, por el momento, no ha hecho ademán de regresar. Al contrario, ha pedido a Mariano Rajoy que se desplace a Bruselas para negociar con él sobre la independencia, algo que el presidente del Gobierno ha declinado.

La campaña y las elecciones pasaron, el independentismo ganó en escaños, aunque no en votos, y el Tribunal Supremo, cuyos expedientes no decaen porque en el Parlament vuelva a haber mayoría independentista, no ha cerrado la causa contra él.

Para Puigdemont no hay plan b

Como máximo el 23 de enero debe estar constituido el nuevo Parlament. En la sesión inicial se elige al presidente y miembros de la Mesa de la cámara, su órgano de gobierno, y 10 días después debe celebrarse la sesión de investidura. Pero las mayorías en el Parlament dependen de que Puigdemont y los cuatro exconsellers huidos a Bruselas regresen para ejercer como diputados o renuncien al cargo. También dependen de que los tres electos en prisión preventiva, Oriol Junqueras (ERC) y Joaquim Forn y Jordi Sánchez (Junts per Catalunya) obtengan la libertad vigilada que reclaman al juez para poder volver a Barcelona. 

La estrategia del equipo de Puigdemont ha sido sencilla: aunque Junts per Catalunya sea la segunda fuerza, aunque el independentismo no haya llegado al 50% de los votos, sí tiene una mayoría absoluta en el Parlament, por lo que la Justicia debe dejar de actuar contra ellos. Así, Puigdemont podrá volver sin responder ante los tribunales y jurar o prometer cómodamente su cargo como president para un segundo mandato. 

La posición de ERC fue fijada al día después de las elecciones por Marta Rovira. La número dos del partido apostó rotundamente por restituir al Govern y, con él, a Puigdemont como presidente. "No contemplamos una alternativa distinta", dijo, "puesto que así lo han querido la mayoría de los catalanes con sus votos" y es necesario que "pueda regresar del exilio forzoso".

ERC cree que Puigdemont no volverá

La claridad de Rovira dista mucho de los mensajes de la campaña en los que ERC pedía realismo y asumir que Puigdemont no volverá. Es aún el sentir dentro del partido, según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL. La formación está segura de que en cuanto el expresident ponga un pie en España, será detenido y enviado a prisión preventiva sin posibilidad de salir, ya que el riesgo de fuga no sólo es alto sino que ya ha sido contrastado. Todo ello mientras Junqueras permanece entre rejas sencillamente por presentarse ante la Audiencia Nacional cuando fue citado. 

En ese sentido, apostar contundentemente por Puigdemont y la restitución del Govern puede esconder el verdadero anhelo de ERC: que ante la imposibilidad de investirlo de nuevo, el que asuma esa responsabilidad sea Junqueras, que el próximo día 4 de enero podría recobrar su libertad si así lo decide el Supremo. 

Las declaraciones del exconseller de ERC Carles Mundó de la primera semana de campaña parecen tan vigentes como entonces. Que "Puigdemont pueda volver a Cataluña para ejercer su cargo es poco más que un deseo", dijo en un mitin en el que hacía campaña por Junqueras. Según decía él, "si pone los pies en Cataluña, será detenido y puesto en la cárcel y no saldrá durante mucho tiempo porque no será capaz de convencer al juez de que no hay riesgo de fuga". "Tenemos que ser inteligentes", pidió. 

La complicada aritmética del Parlament

En este momentos, en el Parlament serán llamados a tomar posesión 65 diputados no independentistas y 70 que sí lo son. De estos últimos, 66 corresponden a la suma de Junts per Catalunya (34) y ERC (32). Los otros cuatro son los de la CUP.

Para convertirse en diputados, los exconsellers en Bruselas o en prisión no necesitan desplazarse al Parlament. Pero para votar y ejercer sus funciones, sí. La aritmética tendrá un impacto desde la primera sesión de la cámara legislativa, ya que es en ella cuando se elige a los miembros de la Mesa y al presidente, cargos determinantes en la ordenación de los debates. 

Asumiendo que Puigdemont y los cuatro exconsellers en Bruselas se convierten en diputados pero no pueden votar, habría un empate a 65 entre los no independentistas (Ciudadanos, PSC, Catalunya En Comú Podem y PP) y secesionistas (JxC, ERC y CUP). Si de los tres que están en Estremera alguno no es puesto en libertad, el constitucionalismo tendría la mayoría y podría nombrar presidente o presidenta y todas las miradas se dirigirían a Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos que, además, ha ganado las elecciones. 

Por ese motivo, no es descartable que alguno de los ocho electos que no podrían ejercer como diputados acaben renunciando al acta para preservar la mayoría independentista. Dependiendo del número que lo hiciese, quizás hasta Puigdemont podría seguir siendo diputado desde Bruselas o ser considerado "presidente legítimo", aunque no acudiese a ningúna sesión de la cámara ni tuviera ningún poder sobre el papel. La presidencia podría ejercerla otro. En ERC no descartan a Junqueras. 

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