El mensaje de Navidad del Rey ha provocado diversas lecturas, antagónicas en algún caso, entre las fuerzas políticas. Es cierto que a grandes rasgos se puede distinguir, de un lado, a un bloque constitucionalista formado por PP, PSOE y Ciudadanos que aprueba el discurso de Felipe VI. Y, de otro, la pinza formada por Podemos y las fuerzas separatistas catalanas que ha criticado abiertamente al monarca. Pero dentro de estos dos bloques existen matices, especialmente entre los constitucionalistas.
Los resultados del 21-D han sido un jarro de agua fría para los tres partidos que apoyaron la aplicación del 155 y la convocatoria electoral como salida a la crisis catalana. Es cierto que la victoria de Inés Arrimadas es un triunfo histórico, primero para Ciudadanos, pero también por lo que supone que el partido más votado en Cataluña sea una formación netamente antinacionalista. La débil respuesta de Mariano Rajoy a la mayoría de escaños que ha devuelto el poder al separatismo había hecho crecer las expectativas, ya de por sí elevadas, ante el mensaje del Rey.
Felipe VI utilizó un tono diferente al de octubre. Pero no dejó espacio a concesiones al independentismo. Más bien al contrario. El mensaje dejó entrever que la respuesta al desafío separatista ha probado que la democracia española ha pasado su mayor prueba de fuego desde el 23-F, demostrando que las ideas no están por encima de los derechos de los demás.
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El mensaje al nuevo Govern salido de las urnas a favor de la convivencia y en contra era lo máximo que se podía esperar del Rey, que no puede presuponer la acción política de unas autoridades que ni siquiera han tomado posesión. En octubre, el Rey acusó a la Generalitat de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras de situarse al margen del derecho y la democracia.
Pero Felipe VI también quiso enviar un recado a los partidos nacionales. El monarca vino a reclamar una actualización del proyecto común que vuelva a ilusionar a los españoles. Estas palabras fueron especialmente bien recibidas por Albert Rivera, que dijo que el discurso del Rey "nos representa". El PSOE también recibió con agrado esa idea, porque en su opinión refuerza su mensaje de reformas frente al inmovilismo del PP.
Fueron matices que quedaron reflejados en las valoraciones del día siguiente. Mientras PSOE y Ciudadanos hacían más hincapié en la agenda reformista, el PP se quedaba con los valores de unidad y concordia. El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, dijo que en su partido se sienten muy satisfechos del "liderazgo de concordia y ambición de futuro" que representa Felipe VI. "Don Felipe volvió a ponerse al frente de la sociedad española para reclamar que sigamos viviendo juntos", aseguró.
El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, vio "globalmente positivo" el mensaje del Rey. Ábalos aseguró que los socialistas seguirán apostando por la convivencia en Cataluña, por el diálogo, la concordia, el respeto y la legalidad. Pero además, enmarcó esa convivencia, la seguridad y la lucha contra la desigualdad como propósitos del PSOE para el próximo año 2018.
En esa línea, el secretario General de Ciudadanos, José Manuel Villegas, reclamó "un nuevo impulso de reformas y modernización para España". "Ni el inmovilismo ni el conformismo son una opción en el futuro proyecto español", dijo.
Iglesias, contra la monarquía
Por otro lado, las formaciones independentistas y Podemos salieron en tromba contra el Rey. Pablo Iglesias lleva meses cuestionando la conveniencia de la monarquía. Tal y como ha informado este diario, el líder del partido morado va a utilizar el 21-D -que tampoco fue excesivamente bueno para Podemos- para seguir desgastando la Corona. Podemos no ha pedido formalmente una República. Iglesias dijo poco después del mensaje que España "no necesita reyes".
En la misma línea, el portavoz de Junts per Catalunya (JxCat) -la lista de Puigdemont- y diputado electo, Eduard Pujol, afrimó que el mensaje del Rey "volvió a ser el del 155". "El monarca se siente más cómodo apelando a la represión del 1 de octubre que no a la voluntad expresada en las elecciones", aseguró. "El Rey, voluntariamente o por omisión, obvia la voluntad de los catalanes en las urnas".
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