Carles Puigdemont está cada vez más solo. Este jueves tanto el exconseller Joaquim Forn y los Jordis, por un lado, como la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, por otro, decían adiós a la vía unilateral. Y aislaban un poco más al expresident de la Generalitat, que ve desde Bruselas cómo sus planes se van difuminando.
Puigdemont ansía y maquina un pacto con ERC que le permita repartirse el poder en Cataluña con los republicanos y volver a la presidencia de la Generalitat. Pero dicho pacto no está claro. Y en las últimas horas aumentan las deserciones tanto en su candidatura como en ERC. A las retiradas del expresident Artur Mas y del exconseller Carles Mundó hay que sumar, ahora, la apostasía de quienes declararon este jueves en sede judicial.
Las renuncias ante el juez
El exconseller Forn fue quizás el más gráfico en su forma de renunciar a la vía unilateral. "Si mi partido continúa por la vía de la unilateralidad me bajaré del tren", afirmó ante el juez de Tribunal Supremo Pablo Llarena. En una línea similar, Jordi Cuixart, líder de Omnium Cultural, arguyó en sede judicial que por las vías utilizadas hasta ahora no se va a lograr la independencia y que el único referéndum válido será el que convoque el Gobierno de España.
Pero si una de esas renuncias es especialmente dura para Puigdemont, esa es la de Jordi Sánchez, líder de la ANC que fue como número dos en las listas de Junts per Catalunya en las elecciones del 21-D. Sánchez afirmaba ante Llarena que cualquier vía para alcanzar la independencia tiene que ser desde el "respeto a la institucionalidad". Una forma indirecta de reconocer la aplicación del artículo 155.
Se va Forcadell, ya nada será igual
Al mismo tiempo que sus antiguos compañeros de viaje declaraban ante el juez, Carme Forcadell consumaba su adiós definitivo a la primera línea de la pelea independentista. La expresidenta del Parlament renunciaba a volver a ese cargo y afirmaba que "hay que dar paso a personas libres de procesos judiciales".
Con esta asunción de que no tiene sitio en el tiempo que se avecina, Forcadell desbarata esa idea, azuzada por el propio Puigdemont, de que las cosas en Cataluña podrían volver a ser iguales que antes de la DUI y el 155. Nada más lejos de la realidad. Porque, como se ha dicho, las víctimas políticas del procés son muchas. Y está claro que, sea quien sea investido en el Parlament, nada será igual en Cataluña.
La propia investidura de Puigdemont parece, de hecho, cada vez más difícil pese a que hubiera acuerdo de la mayoría separatista para hacerle president. Porque este jueves se conocía que un informe jurídico del Gobierno descarta que el expresident pueda ser investido desde Bruselas, como pretende.
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