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Mali se ha convertido en una suerte de polvorín que amenaza con estallar en todos sus frentes. Yihadistas, bandas criminales y señores de la guerra arrojan su violencia con fiereza sobre una población hastiada por un conflicto que, a ratos, parece inabarcable. ¿Cómo hacer frente a esta situación? La clave pasa por dotar a las autoridades locales de los medios y capacidades necesarios. No es fácil -especialmente por los crueles envites de los agresores-, pero España ha asumido el reto: “Los enemigos se están coordinando y actúan de forma conjunta”, asegura el general Enrique Millán Martínez, al frente del contingente de la Unión Europea desplegado en esta misión.
En total, 27 Estados aportan unos 600 efectivos en la lucha contra la inestabilidad de la región, en una misión que ha sido bautizada con el nombre de European Union Training Mission in Mali (EUTM-Mali). La mitad de esos soldados son españoles. El general Millán asumió el mando de este contingente internacional el pasado mes de enero, en un momento crítico: “Igual que el adversario se coordina, nosotros también lo hacemos”.
*Vídeo facilitado por EUTM-Mali.
La clave pasa por el asesoramiento a las autoridades locales y el adiestramiento a las tropas en su lucha contra el yihadismo. “No se busca el enfrentamiento en modo alguno”, recuerda el general español. Mali es un territorio vasto, de 1,24 millones de kilómetros cuadrados [España, por hacernos a la idea, tiene una extensión de 0,5 millones de km²]. Geográficamente cuenta con dos zonas diferenciadas: el norte y el sur, separadas por un estrecho embudo. Es en el norte donde se desata la locura de violencia.
Allí, los yihadistas rinden pleitesía a líderes personalistas. Mokhtar Belmokhtar, uno de los miembros de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), es uno de ellos. Muchos lo conocen como Mr. Malboro, por su tráfico de drogas y cigarrillos, o directamente como El Tuerto, por la grave lesión que sufrió en su ojo derecho mientras combatía en Afganistán. Tantas veces se le ha dado por muerto en enfrentamientos que muchos de sus seguidores lo toman por indestructible. Como a Belmokhtar es fácil citar a otros jefes que, bajo la bandera yihadista, luchan por hacerse con el poder en la región. Un enjambre al que hay que sumar a los delincuentes y señores de la guerra.
Bajo ese espectro operan los casi 300 soldados españoles. Además de brindar asesoramiento, se encargan de proteger a la misión de la Unión Europea de los ataques terroristas y criminales. No siempre es fácil. Los tentáculos enemigos son extensos y en ocasiones alcanzan las zonas más seguras del país, incluida su capital, Bamako.
EL ESPAÑOL habla con cinco miembros del Ejército español, todos ellos desplegados en Mali, que relatan sus experiencias y sensaciones, que hacen una radiografía sobre la situación que atraviesa el país.
“Fines abyectos y tráficos ilícitos”
“Trabajamos por mejorar las capacidades de un Ejército que quedo prácticamente desarbolado”, apunta el general Millán. Apunta al año 2012, cuando Mali sufrió un golpe de Estado que dividió al Ejército local. En esa tesitura, los grupos criminales se hicieron fuerte en el norte. El caldo de cultivo era perfecto para que los antiguos seguidores del recientemente fallecido Muamar el Gadafi -soldados libios cualificados sin nada que llevarse a la boca- buscasen un refugio entre las fronteras malienses.
A sus 57 años, el general Millán cuenta con experiencia en misiones como Bosnia o Afganistán. Se presenta a sí mismo con una descripción familiar: “Casado y padre de tres hijos maravillosos”.
-¿Qué valoración podría hacer sobre la situación que atraviesa Mali?
-Hay que ser prudente.
El general Millán tiene un horizonte sobre el escenario: julio de 2018. Es cuando se celebrarán elecciones para formar un nuevo Gobierno, encabezado por el presidente Ibrahim Boubacar Keïta. La clave, quizá, no está tanto en saber quiénes asumirán las riendas del país como en ofrecer un escenario de paz para que la votación se lleve a cabo sin grandes contratiempos.
“Hay una tendencia en la que los grupos terroristas quieren modificar el control del territorio y el modo republicano democrático que hay en este país -explica el general español-. Algunos quieren imponer un Estado terrorista donde hay falta de control estatal. Hacerse con el territorio les permitiría llevar a cabo fines abyectos y tráficos ilícitos”.
Para luchar contra estas amenazas, la EUTM-Mali ha asumido un cambio de estrategia, ligada a los avances en materia de seguridad que se han afianzado en los últimos meses. Antes, los soldados malienses eran adiestrados en escenarios perfectamente acotados y controlados, como la base de Koulikoro, en la que se encuentra el grueso del contingente español. Ahora, la misión cuenta “destacamentos móviles que se despliegan en ocho lugares del país durante un periodo comprendido entre 2 y 6 semanas”: “El tamaño de cada destacamento depende de las limitaciones del lugar: son más consistentes al sur, donde hay una mayor seguridad, y menos numerosas en la zona con mayor inestabilidad”, apunta el general Millán.
Las necesidades malienses
Para eso es imprescindible conocer cuáles son las urgencias que acosan a las autoridades de Mali, un proceso en el que juega un papel clave el teniente coronel Juan Manuel Garrido-Arroquia (53 años): “Mi célula se encarga de recibir los proyectos que detecta el Ejército maliense. En función de las propuestas, las analizamos, las comprobamos y, dado el caso en el que se confirme su establecimiento, se les hace un seguimiento”.
Las últimas peticiones de las autoridades de Mali se han centrado, según el teniente coronel, en el “apoyo médico” a las tropas locales: “Cuentan con un soporte médico muy precario, y proporcionamos material para asistir a los heridos en combate y formación de personal médico”.
En esa relación influye el carácter que imprime el Ejército español en sus misiones, “particularmente cercano” a las autoridades locales: “Los malienses son gente muy abierta y sencilla, con los que es fácil comunicarse”, apunta Garrido-Arroquia.
En la misma línea se expresa el cabo Iván García Segovia (32 años), integrado en el Grupo de Caballería II de la Legión. En sus manos está la conducción de los vehículos VTLM -más conocidos como Lince- que brindan apoyo a la misión. Con experiencia en escenarios como Afganistán, relata algunas de sus experiencias en las carreteras malienses: “La relación con la población local es muy buena. Los niños chicos se nos pegan bastante, nos quieren mucho”.
-¿Qué dificultades encuentra para desarrollar su misión en Mali?
-Hay carreteras de todo tipo: asfaltadas y otras que son carriles de cualquier tipo. Sí que se echa de menos a la familia, sobre todo a los hijos. Tengo dos niños de corta edad y trato de hablar con ellos todo lo posible.
De esas comunicaciones se encarga -entre otras funciones- la sargento primero Adoración Carrasco (32 años): “Como jefa del centro de comunicaciones, soy responsable de mantener los contactos relacionados con la misión y el personal. Hay fechas especialmente marcadas, como las Navidades, en las que es importante para todos poder hablar con sus familias. Eso incide directamente en la moral de los que estamos aquí”.
La protección de la misión
El despliegue de todas las capacidades de EUTM-Mali sólo es posible si van acompañadas de un clima de seguridad. España es la encargada de brindar esa protección a la misión, actividad que el teniente José María González Baena (25 años), de Infantería de Marina, conoce con detalle: “Soy jefe de una de las secciones de la fuerza de protección. Brindamos seguridad a las instalaciones militares en Koulikoro y también a los adiestradores europeos que adiestran a las fuerzas malienses. Nuestros cometidos de fuerzas de protección se basan en los vehículos Lince y en los RG31, blindados y especialmente diseñados para resistir posibles artefactos explosivos”.
Porque en la región laten las amenazas del yihadismo, de los señores de la guerra y los traficantes. Una inestabilidad que amenaza con extenderse por la zona norte de África y a la que España, al frente de la misión desplegada por la Unión Europea, trata de refrenar. El general Millán, al frente del contingente, resume en unas palabras el objetivo perseguido por el Ejército español: “No buscamos ningún enfrentamiento, tienen que ser los propios malienses los que hagan su trabajo, no nosotros. Y en eso trabajamos durante nuestro despliegue en Mali”.