La obsesión de José Ramón Prado Bugallo, más conocido como Sito Miñanco, pasaba por la seguridad. El histórico narcotraficante daba instrucciones a sus hombres para que estableciesen comunicaciones seguras: métodos de encriptado en sus teléfonos móviles, evitar hablar a bordo de sus vehículos por si les hubieran puesto un micrófono oculto, informar con asiduidad de sus movimientos... Su fijación llegó a tal extremo que envío a miembros de su confianza a los astilleros en los que estaban construyendo sus narcolanchas para evitar que la Policía ocultase en ellas una baliza o dispositivo de seguimiento por localización.
La red utilizada por Sito Miñanco puso el foco sobre los astilleros O Facho, en la localidad pontevedresa de Cambados; la misma en la que el narco gallego nació hace 62 años. Miñanco, detenido de nuevo el pasado 5 de febrero, estableció un sistema de vigilancia sobre las naves en las que se estaban construyendo sus lanchas. Embarcaciones de características muy concretas: ligeras, de motor potente, con una cubierta extensa para albergar los fardos e inevitablemente de color oscuro para facilitar su camuflaje en la noche.
Las instrucciones de vigilancia eran claras: sus hombres permanecerían en las inmediaciones del hotel El Cruceiro, próximo a los astilleros O Facho, para controlar la entrada o salida en la nave de individuos que despertasen sus sospechas. Las instalaciones se encuentran en una zona poco transitada y fácilmente abarcable por los hombres de Sito Miñanco.
"Aquí tenemos que poner a alguien cuando sea, porque se te cuela por aquí... zas, zas. Se te cuela por ahí y no pasa por aquí. Y puede salir. Lo hacemos ahora al revés para que veas. Aquí puedes ir por aquí para allá". Las frases son las instrucciones que uno de los lugartenientes de Sito Miñanco dirigía a los vigilantes que controlaban el astillero.
"Limpiando" las naves
Pero la obsesión sobre las construcciones de sus narcolanchas no se centraba únicamente en controlar los accesos a las naves. Sito Miñanco también envió a los suyos para que despejasen las instalaciones y supervisaran la fabricación de los barcos.
El 21 de febrero de 2017, los investigadores detectaron un encuentro en el restaurante La Portuguesa, en la localidad pontevedresa de Meaño, entre Sito Miñanco y los gestores del astillero O Facho. En la reunión, el narcotraficante dio instrucciones sobre cómo debían supervisarse las lanchas, los lugares próximos a la costa y el astillero.
Conocía con detalle cómo operaban los cuerpos policiales, según las pesquisas de los investigadores. Temía que en un descuido colocasen una baliza en sus lanchas, fabricadas ex profeso para trasladar los fardos de droga desde los barcos nodriza en alta mar hasta la costa. Por eso, Sito Miñanco ordenó a los suyos que "limpiasen" las naves en las que se fabricasen, con el objeto de rastrear la presencia de posibles balizas. Los encargados de estas labores eran dos ciudadanos de origen holandés.
El astillero como punto de salida
El astillero de O Facho no sólo era el escenario en el que se construían las narcolanchas de Sito Miñanco; también era el punto del que salían las embarcaciones para recoger las drogas en otros barcos nodriza. Así actuaron para trasladar uno de sus mayores alijos por vía marítima.
En una operación coordinada por Policía Nacional y Guardia Civil, los contrabandistas fueron capturados el 1 de octubre de 2017 cuando pretendían descargar 3.800 kilos de cocaína desde un barco bautizado con el nombre Thoran en las embarcaciones ligeras construidas a tal efecto. Narcolanchas que habían partido del astillero O Facho.
La caído del 'narco'
Pese a todas sus obsesiones para establecer medidas de seguridad, Sito Miñanco fue detenido de nuevo el pasado 5 de febrero en Algeciras. El operativo policial se explotó en diferentes puntos del país, con el ánimo de detener a toda la red que sostenía la actividad del narcotraficante. 40 personas fueron arrestadas en la operación Mito.
La red de Sito Miñanco se había convertido en una de las principales en la entrada de estupefacientes procedentes de América Latina a Europa. Los lugartenientes del narcotraficante gallego llegaron a alardear de comprar a vigilantes en el Aeropuerto de Barajas para que hiciesen la vista gorda ante la entrada de muleros.
Una trama controlada al milímetro por las personas de confianza de Sito Miñanco, con especial obsesión por las telecomunicaciones y las posibles intervenciones policiales sobre sus narcolanchas. Medidas que no imposibilitaron su captura y la de toda su red de colaboradores.
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