Lo resumió Joan Tardá, el portavoz de ERC. "No por ser progresista uno se puede dormir en los laureles. Esperamos que en la primera semana de septiembre venga los deberes hechos. Es decir, lo que no aprueba ahora lo pueda aprobar en septiembre, como un mal estudiante".
Julio se consumía entre calurosos y tediosos plenos en el Congreso de los Diputados en los que Pedro Sánchez ya ha comprobado lo que es perder. Primero, hace semanas, con su primer decreto-ley, la dirección interina de RTVE, tras siete plenos que acabaron con dos equivocaciones o sabotajes. Este viernes, el Gobierno logró enderezar el rumbo al lograr que la periodista Rosa María Mateo sea la administradora única de los medios públicos. Ella era el último resorte para no ver como la primera de sus medidas que requería respaldo parlamentario se venía abajo como un castillo de naipes.
Pero Tardá se refería al conocido como techo de gasto: los objetivos de déficit y deuda que definen la senda de estabilidad o gasto público que el Gobierno debe aprobar como antesala de los Presupuestos Generales del Estado. El Gobierno cantó victoria al conseguir que Bruselas autorizase el gasto de 6.000 millones más el año que viene (cinco décimas del PIB), de los cuales 2.500 serían oxígeno para las comunidades autónomas. ¿Cómo podría nadie estar en contra de un respiro en los objetivos de déficit? ¿Cómo podría nadie ser más papista que Bruselas?
El Ejecutivo anticipó el "no" del PP y Ciudadanos, pero acusó como un gran mazazo la deserción de aquellos que consideraba socios: Unidos Podemos, ERC, PDeCAT y Compromís. Se abstuvieron, que en la práctica surtía el mismo efecto que votar "no" con el PP y Ciudadanos. "Nos han hecho un roto de mucho cuidado", resumía un ministro de Sánchez.
Este viernes, los nuevos objetivos naufragaron en el Congreso sin que el Gobierno hiciese nada para evitarlo y entre quejas de sus aliados. Todos sus socios, con los que Sánchez llegó a la presidencia a través de una moción de censura, le dieron la espalda a excepción del PNV. "No se lo curran nada, creen que nos tienen gratis y sólo tienen 84 diputados", lamentaba un portavoz nacionalista esta semana.
Más derrota por lo que significa
La derrota de Sánchez es más amarga por lo que significa que por lo que en realidad es. El Gobierno puede remitir, según la Ley de Estabilidad Presupuestaria, unos nuevos objetivos antes de un mes, pero los socios parlamentarios del Gobierno ya han demostrado que están dispuestos a hacerle sufrir, asumiendo que Sánchez no tiene ninguna intención de convocar elecciones apenas dos meses después de llegar a la Moncloa.
Al techo de gasto se le conoce habitualmente como la "antesala de los Presupuestos" Generales del Estado, el libro de instrucciones del gasto de la administración, que el Ejecutivo debería remitir al Congreso de los Diputados en septiembre. Pero, ¿si no puede aprobar el techo de gasto, cómo podrá aprobar un Presupuesto con no menos de cinco partidos diferentes? Eso es lo que se preguntaban en el PP, con renovado liderazgo, para tratar de demostrar que el Gobierno de Sánchez no va a ninguna parte.
Los deberes para agosto
El Gobierno prevé celebrar tres Consejos de Ministros en agosto. Será el momento de estudiar para las múltiples pruebas que le esperan en septiembre. No sólo será el techo de gasto sino también la más que posible revisión de la Ley de Estabilidad Presupuestaria para evitar que, aun teniendo los votos de sus socios, el Senado no tumbe los objetivos de endeudamiento, algo que con la legislación actual puede hacer (e iba a hacer el lunes).
La tercera prueba será la definitiva, el verdadero infierno de Sánchez: los Presupuestos. La mayoría es idéntica para las tres votaciones: 176 diputados, la mayoría absoluta. Este viernes, el PSOE sólo pudo contar 88 votos.
Pero sin el techo de gasto, Sánchez no podrá gobernar como ha prometido: dándole un golpe de timón a la política económica. "Cuando alguien hace un plan y se lo quiere tomar en serio, tiene que poner algo de presupuesto encima de la mesa", dijo la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, en una comparecencia en Moncloa.
Y si Sánchez no logra aprobar el techo de gasto, tendrá muy difícil hacer unos nuevos Presupuestos que le permitan deshacerse de los actuales, que son los de Mariano Rajoy.
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