El cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, no quiere que los restos de Francisco Franco reposen en la catedral de la Almudena, en pleno centro de la capital y al lado del Palacio Real. Fuentes próximas al prelado explican que la idea le disgusta, pero que por otra parte cree que no puede negarse tras consultar las normas eclesiásticas y a sus canónigos.
El Gobierno de Pedro Sánchez, que tras llegar al poder expresó su compromiso político con la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, donde está enterrado desde su muerte, en 1975, ha recibido ya todas las alegaciones de la familia a un proceso cuya validez ha sido refrendada por el Congreso de los Diputados.
Este lunes, la vicepresidenta, Carmen Calvo, se reúne con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolín, de facto el número dos del papa y el encargado de las cuestiones más políticas. Aunque el asunto no está formalmente en la agenda, según ha dicho el Ejecutivo, su importancia para Sánchez y la controversia que genera hacen impensable que sea excluido.
Las partes de la ecuación
Hay muchas partes en la ecuación. Por una parte, el Gobierno, decidido a exhumar al dictador, quiere desvincularse de su reinhumación. Por otra, los nietos, que han decidido hacer uso de unos túmulos de la familia en la Almudena pero que, según diversas fuentes, mantienen una serie de reivindicaciones patrimoniales que el Gobierno podría atender. Por último está la Iglesia, con el Vaticano y la archidiócesis de Madrid.
Osoro ya ha manifestado su posición en dos comunicados, el 24 de agosto y el 2 de octubre, en los que recuerda la "disposición para acoger en terreno sagrado los restos mortales de un bautizado". Pero en privado, Osoro no está tan dispuesto.
"No quiere que acabe allí, porque eso atraería la polémica, las manifestaciones y los acérrimos a un lugar de culto como la catedral de la Almudena. También prefiere que Franco sea enterrado en otra parte porque hacerlo en la Almudena podría dar una imagen de la Iglesia cercana a la dictadura, algo que él quiere evitar a toda costa", explica uno de sus interlocutores del cardenal. Osoro se ha pasado buena parte del mes de octubre en un Sínodo en Roma.
Con todo, el arzobispo ha consultado a sus canónigos y las normas para ver si, de alguna manera, podría tener margen para decidir no acoger el cuerpo de Franco. Y la conclusión a la que ha llegado es que, con las normas eclesiásticas en la mano, no puede vetar la reinhumación en ese recinto. Los Franco disponen de espacio para varios cuerpos en la cripta de la catedral. Allí no se puede aplicar la norma de no enterrar en las Iglesias al ser un recinto separado y que tiene ya ese uso, aunque todo, la norma y la cripta, sea previo a la llegada de Osoro a Madrid, en 2014.
Hay que leer los dos comunicados de Osoro entre líneas para darse cuenta de que su posición es la de enterrar a Franco en la Almudena si no queda más remedio. Los dos textos son prácticamente idénticos, ya que el segundo se limita a recordar el contenido del primero.
Osoro invoca a Tarancón
En ambos se implora un proceso con "el mayor consenso posible, particularmente entre el Gobierno y la familia del difunto". Pero el segundo contiene un último párrafo interesante para entender la difícil posición en la que está el arzobispo. "Desde la sede que ocupó el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, que tanto contribuyó a la Transición, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, pide que no se implique a la Iglesia en disputas políticas, y reitera su compromiso evangélico en la construcción de un mundo más fraterno". La invocación a Tarancón y la aversión a la batalla política pretende trasladar la responsabilidad a otros.
Esos otros son el Gobierno y los Franco, que Osoro cree que podrían llegar a entenderse. "El cardenal cree que el Gobierno podría aplicarse más para persuadir a la familia de no llevar a su abuelo a la Almudena. El factor económico podría entrar en juego, habida cuenta de las reclamaciones que tiene la familia", explica un interlocutor de Osoro.
Fuentes del Ejecutivo se sienten un poco impotentes por la situación, ya que sacar a Franco del Valle de los Caídos tendría que ser algo limpio y sencillo y no el alumbramiento de un nuevo mausoleo, aún más céntrico en Madrid, en la catedral de la capital.
Impotencia del Ejecutivo
"La Iglesia, que se benefició de las prebendas de la dictadura durante 40 años, que lleva otros 40 tratando de reparar su imagen, sabrá si le conviene que cada mañana aparezcan allí unos cuantos cantando el Cara el Sol", explica un asesor de Sánchez.
Ahora mismo, salvo nuevas soluciones, sólo parece haber dos posibilidades. La primera, muy improbable, es que Osoro entre en acción y le pida encarecidamente a la familia que reconsidere su decisión. No sería un veto formal, pero en la práctica podría lograr el objetivo. La segunda es que Calvo trate de buscar una salida directamente con Parolin, el secretario de Estado del Vaticano.
Esta última posibilidad es arriesgada y tampoco tiene garantizado el éxito. Es extremadamente poco habitual que el Vaticano dé indicaciones u órdenes a una diócesis en temas que son de su estricta competencia, como esta. La Iglesia tiene un solo papa, pero el poder está muy descentralizado. Sin embargo, el Vaticano podría no tener más remedio en caso de que los argumentos del Gobierno sean de peso. Aún están por ver.