"Yo soy el ejemplo de que hay que jugar las partidas hasta el último minuto". Al presidente del Gobierno le van las emociones fuertes y cree que, para alcanzar o recuperar el poder, como él hizo en el PSOE y en el Gobierno, no se puede desfallecer. Este jueves, a Sánchez se le veía relajado, tranquilo y hasta holgado en los tradicionales corrillos con periodistas del día de la Constitución, que este año celebró 40 años. Tanto que, al ser preguntado por si Vox podría entrar con fuerza en el Congreso de los Diputados cuando se celebren elecciones generales, respondió con un comentario seguido de una gran carcajada: "Sobre eso... ¡preguntadle a Tezanos!", dijo en referencia al presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), muy cuestionado por la falta de fiabilidad de sus encuestas.
Cerca, uno de sus ministros se tiraba a la piscina con una sonrisa. "Tengo claro que voy a seguir siendo ministro porque vamos a estar por lo menos seis años". Puede que el Consejo de Ministros no disponga de muchos diputados que lo apoyen, pero autoestima no le falta.
El Gobierno trata de ponerle buena cara al mal tiempo, pero en tan solo cinco meses de gestión, el Ejecutivo afronta serias dificultades para sacar adelante su proyecto político. El hecho de haber nacido de una moción de censura, que esta se explicase como un prólogo a la convocatoria de elecciones y que fuese apoyada por partidos independentistas sin los cuales ahora no puede aprobar medidas ha otorgado al Gobierno un claro carácter de provisionalidad.
Por ese motivo y, dejando a un lado el análisis sobre los resultados en Andalucía, dos eran las preguntas más repetidas de corrillo en corrillo. ¿Logrará Sánchez aprobar los Presupuestos Generales del Estado que ha dicho que presentará en enero? ¿Cuándo convocará elecciones?
Elecciones en marzo, el 26 de mayo o en otoño
En realidad, ambas cuestiones están relacionadas. Sánchez se ha quedado sin más que dos momentos para convocar elecciones antes de otoño, que es cuando alguno de sus predecesores el cargo le recomienda que lo haga. Una fecha probable es el 26 de mayo, cuando se celebrarán elecciones europeas, autonómicas en 13 comunidades y municipales. Se trata de una apuesta arriesgada, que produce pesadillas en los barones socialistas que creen que, como pasó en Andalucía, el debate político nacional puede hacer jirones a su estrategia y enviarlos a la oposición.
El otro momento para unas generales es a finales de marzo, con el domingo 24 como fecha más probable. La ley electoral impide que las elecciones generales puedan convocarse pegadas al superdomingo electoral de mayo. Han de mediar dos meses entre una cita con las urnas y otra. Pero para disolver las Cortes y organizar los comicios también hacen falta 54 días, por lo que Sánchez debería firmar el decreto de convocatoria a finales de enero.
Enero es, ahora, el mes clave. Sánchez dice que en marzo seguirá gobernando, pero en ningún caso descarta adelantar a esas fechas las elecciones. Podría hacerlo y alejar así el interés y los nervios en los partidos. Antes de las andaluzas, rehuía el escenario electoral. Pero ya no. Andalucía lo ha cambiado todo y en Moncloa se tiene muy en cuenta que, cuanto más tiempo pase, más complicada puede ser la situación por el juicio a los dirigentes independentistas acusados de rebelión, que aún no ha comenzado.
El botón rojo preparado a finales de enero
"A mediados de enero", según Sánchez, el Gobierno presentará sus proyecto de Presupuestos. Podría hacerlo en el Consejo de Ministros del viernes 11. Después, el Congreso tendría que convocar el primer debate, llamado de totalidad, en el que se decide si se tramitan las cuentas públicas o se devuelven al Gobierno.
Para que la Cámara Baja devuelva los Presupuestos al Gobierno tienen que sumarse los votos de PP, Ciudadanos y alguno de los grupos independentistas o los dos. Si eso ocurriera, es el "game over" presupuestario para el Ejecutivo, que sería humillado políticamente tanto por el centroderecha como sus socios de moción de censura.
Fuentes del Ministerio de Hacienda aseguran que "en 20 días" desde la presentación de los Presupuestos el Congreso debatiría y votaría si los tumba o si los tramita. Ese plazo es más que suficiente para que Sánchez compruebe, a tenor de los pronunciamientos públicos o del voto en el Congreso, si cuenta con el apoyo para sacar las cuentas públicas. Le daría el tiempo justo para decidir si convoca las elecciones para marzo.
Buscando la abstención del PDeCAT
En el Gobierno se da por hecho que el PNV no presentará enmienda a la totalidad ni apoyará las de PP y Ciudadanos. Lo mismo creen de ERC, pero no están tan seguros de qué hará el PDeCAT, un partido en pleno cisma interno que se mueve entre los diputados más dialogantes, con Carles Campuzano a la cabeza, y las órdenes de confrontación total de Carles Puigdemont desde Waterloo (Bélgica), donde se encuentra huido.
En los pasillos del Congreso, Sánchez aseguró que con una "abstención del PDeCAT", el Ejecutivo podría tramitar las cuentas públicas. "Y si logramos tramitarlas, si hay una posibilidad de aprobarlas, el presidente no va a convocar elecciones", explica un ministro en conversación con este diario.
Sánchez juega fuerte. A todo o nada. Según uno de sus más estrechos colaboradores, el presidente del Gobierno es "como el Ave Fénix", que en la mitología clásica se desvanecía en forma de cenizas para resucitar después como un poderoso y bello animal.
La comparación hecha por este alto cargo del Ejecutivo presupone, para empezar, que Sánchez está chamuscado. En Moncloa nadie niega que el shock de las andaluzas ha encendido todas las alarmas, por más que se intente endosar a Susana Díaz toda la responsabilidad.
Pero el presidente confía mucho en sus posibilidades y ya ha demostrado su determinación y audacia para recuperar el liderazgo del PSOE y ser el primer inquilino de la Moncloa que llega tras destronar a otro a través de una moción de censura.
O con los independentistas o contra ellos
Así pues, Sánchez fía su supervivencia a los independentistas. O bien su Gobierno sobrevive gracias a ellos o bien las urnas le dan uno nuevo tras una campaña contra ellos. Tanto el Gobierno como el PSC consideran cruciales las manifestaciones contra la Generalitat de médicos, profesores y bomberos de hace unas semanas. Combinadas con la posibilidad de que unos nuevos Presupuestos inyecten 2.200 millones de euros en las maltrechas cuentas de la Generalitat, Moncloa espera poner al límite a los partidos independentistas para que o bien apoyen los Presupuestos o se enfrenten a una gran factura política.
"No apoyar los Presupuestos tiene un coste. Votar con el PP y Ciudadanos la enmienda de totalidad tiene un coste. Y los Presupuestos ofrecen más de 2.000 millones a al Generalitat. Ellos saben que no pueden hacer la independencia con las cuentas que tienen", explica un ministro a este periódico.
Sin embargo, el Ejecutivo reconoce que la lógica independentista es autónoma y no entiende de facturas políticas, por lo que la coerción presupuestaria podría tener un nulo impacto. En ese caso, Sánchez cree que será el momento de pasar a la ofensiva contra los independentistas, algo que podría contener el avance de la derecha o la irrupción nacional de Vox.
El Gobierno podría presentarse ante las urnas con un fiero discurso contra los independentistas pero con la legitimidad de haberlo intentado. Sánchez pretende jugar la partida "hasta el último minuto" y ver entonces si los electores lo avalan o el último minuto es también su último minuto en Moncloa.
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