La brecha de seguridad que representan los yihadistas retornados desde zonas de conflicto centra buena parte de los esfuerzos de los cuerpos vinculados a la lucha antiterrorista. Se trata de individuos altamente radicalizados que, tras las continuas derrotas militares que ha sufrido el Estado Islámico en Siria e Irak, aspiran a regresar a sus países de origen; alrededor de 200, en el caso de España. Algunos de ellos podrían tener experiencia en el uso de armas químicas.
El Departamento de Seguridad Nacional, órgano que depende directamente de la Moncloa y constituido por miembros policiales, militares y de Inteligencia, recoge esta amenaza en su informe anual de 2018. En él, aborda la proliferación de las armas químicas y de sus riesgos subyacentes. El documento aborda expresamente los ataques que se registraron en Siria en enero, febrero y abril del año pasado.
"Continúa vigente la posibilidad de que combatientes terroristas extranjeros vuelvan a territorio nacional o europeo habiendo adquirido conocimientos y experiencia en el empleo de armas químicas", detalla el Informe de Seguridad Nacional 2018. Según su valoración, no se pueden "despejar las dudas sobre la veracidad de las declaraciones del régimen sirio en relación con su arsenal químico".
Fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por EL ESPAÑOL señalan la gran "atomización" de las facciones enfrentadas en los últimos años en Siria. Facciones personalistas, organizaciones terroristas de diferente bandera, milicias más o menos afines a las premisas de Bachar al Asad... se han enfrentado entre sí en un juego inestable de alianzas. El material de defensa de unos y otros pasaban a diferentes bandos tras cada aproximación. También tras cada combate.
El futuro de los yihadistas
De acuerdo a diversos informes de Inteligencia, hay una amenaza real de que los yihadistas hayan tenido acceso a armas químicas en estos escenarios. Su manipulación y empleo requiere unos conocimientos, una experiencia muy concreta. Ahora, tras las derrotas militares del Estado Islámico, buena parte de sus combatientes se hacinan en diferentes campos ubicados al norte del país. Otros han logrado escapar a través de vías subrepticias.
En medio de esa cadena de derrotas del Estado Islámico surgió un mensaje que se atribuyó a Abu Bakr al-Baghdadi. El líder del Estado Islámico advirtió entonces a sus seguidores que siguiesen con su lucha en cualquier parte del mundo y que su causa seguía viva pese a la pérdida de su califato físico en Siria e Irak.
Los servicios de Inteligencia españoles, unido al trabajo de los cuerpos policiales, tratan de hacer un seguimiento estrecho a los cerca de 200 combatientes con vínculos en nuestro país que todavía se encuentran en zonas de conflicto. La preferencia pasa por una repatriación ordenada de estos foreign fighters y que cumplan sus penas tras la celebración de los juicios pertinentes. No cabe la opción de dejarles en Siria o Irak, puesto que su seguimiento en estas regiones es mucho más complicado y se multiplica el riesgo de que regresen por sus propios medios y con intenciones criminales.
El Departamento de Seguridad Nacional admite en su informe que algunos de estos yihadistas pueden ser expertos en el uso de armas químicas. Los que han nacido en España o los que tienen vínculos con nuestro país representan una amenaza real; pero también los que puedan tener sus raíces en Bélgica, Francia, Italia, Alemania o Reino Unido, por ejemplo. Los preceptos yihadistas no entienden de fronteras estatales.
Los antecedentes: Skripal y Tokio
Las mismas fuentes de la lucha antiterrorista ponen igualmente de manifiesto las dificultades que tendrían los yihadistas en el caso de que se propongan un ataque con armas químicas en suelo español. Tanto por el estrecho seguimiento a los que se somete a individuos sospechosos de estar radicalizados como por los dispositivos de seguridad que se emplean en zonas consideradas de alto riesgo terrorista -bien por su simbolismo, por ser una estructura crítica o por la elevada afluencia de gente-.
Existen antecedentes próximos, en cualquier caso. No con los yihadistas como protagonistas, pero sí en el empleo de elementos químicos. El 4 de marzo de 2018, el ciudadano ruso Sergei Skripal y su hija sufrieron un ataque con un gas nervioso en Reino Unido; el primer ataque con armas químicas en suelo europeo desde 1945. El episodio provocó fuertes tensiones diplomáticas entre Londres y Moscú.
Mayores consecuencias tuvo el ataque con gas sarín que perpetró la secta japonesa Verdad Suprema (Aum Shinrikyō) en el metro de Tokio en 1995. Cinco ataques coordinados provocaron la muerte a 13 personas y dejaron más de 6.000 heridos. El líder de la organización, Shōkō Asahara, fue condenado a muerte por estos hechos y ejecutado junto con 12 de sus seguidores el pasado 6 de julio.
Prevención
Frente a estos extremos, y con la experiencia de medio siglo de lucha contra ETA, las fuerzas de lucha antiterrorista españolas trabajan en diferentes planeamientos proactivos. El objetivo es llevar la iniciativa contra los yihadistas, y no al contrario. Además de las diferentes operaciones policiales explotadas en España -29 personas detenidas en 2018-, se mantiene un elevado nivel de intercambio y obtención de información sobre las actividades de los terroristas.
Como adelantó EL ESPAÑOL, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) llevó a cabo una serie de interrogatorios en el norte de Siria a yihadistas sobre sus vínculos con España. Aquella actividad estuvo coordinada por los servicios secretos marroquíes, con quien se atraviesa un buen momento de colaboración en materia de lucha contra el terrorismo. Del mismo modo, Policía Nacional y Guardia Civil, así como el CNI, han reforzado en los últimos años el intercambio de información con otros países vecinos de Europa.
¿Y en el caso particular de las armas químicas? Representantes del Ministerio del Interior participaron en 2018 en el Grupo Asesor NRBQ de la Unión Europea, siglas que aglutinan las amenazas nucleares, radiológicas, biológicas y químicas. Con esta cumbre se trató de unificar criterios y potenciar medidas de prevención frente a este tipo de riesgos. Los protocolos NRBQ se perfeccionaron en España con la epidemia de ébola de 2014; el misionero Manuel García Viejo falleció en el hospital Carlos III, donde se contagió de la enfermera que le trataba, Teresa Romero.
Prevención como principal medida de actuación. Con esa máxima, los agentes implicados en la lucha antiterrorista hacen frente a los yihadistas. Incluidos los combatientes que aspiran a regresar y que pueden tener experiencia en el uso de armas químicas.
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