Igor El Ruso asesinaba a sangre fría a quien se cruzaba en su camino motivado por una única razón: “matar para obtener impunidad”. Su objetivo vital era esquivar permanentemente la orden de busca y captura que un tribunal de Ferrara (Italia) dictó el 18 de octubre de 2016 contra él por los tres robos que cometió el verano de 2015 con Ivan Pajdek y Patrik Ruszo, dos miembros “del círculo íntimo del acusado con conexiones criminales”.
Esta es la principal conclusión de la durísima sentencia con la que el juez italiano Alberte Ziroldi condena a Norbert Feher a la pena máxima, cadena perpetua, por haber asesinado durante el 1 y el 8 de abril de 2017 a Davide Fabbri y a Valerio Verri. “El autor es consciente de ser buscado y comete los delitos mientras escapa del poder punitivo del Estado”, destaca el dictamen.
El serbio continúa en prisión incondicional en la cárcel de Zuera (Zaragoza) a la espera de juicio por tres asesinatos, dos intentos de homicidio y más de una veintena de robos que cometió en España antes de ser detenido la madrugada del 15 de diciembre de 2017 en Mirambel (Teruel).
El fallo del juzgado de Bolonia (Italia), que revela en exclusiva EL ESPAÑOL, descarta que Feher sufriera algún trastorno cuando ejecutaba los crímenes. Es más, el magistrado insiste en que el asesino “era totalmente consciente de los hechos que cometía y de sus repercusiones. Mantenía una conducta dirigida a la defensa de sus propios intereses”, que se resumen en segar la vida de sus víctimas para que no pudiesen reconocerlo y, en consecuencia, nadie pudiera delatarlo nunca.
El magistrado también insiste en que el acusado no muestra una pizca de arrepentimiento por todo el daño causado. Así, recuerda que en la declaración que hizo en el juicio el 17 de marzo de 2019 por videoconferencia desde la cárcel de Zuera, el acusado se limitó a hacer “una simple contabilidad secuencial de los hechos, en ningún momento intenta mitigar la pena. El perfil criminal, lúcido, frío y despiadado del acusado no muestra arrepentimiento alguno”. De hecho, el juez subraya que Feher “alegó con orgullo que se le pagará por guardar silencio”.
Dos causas en España
Además de los dos asesinatos que ya le privan de por vida de la libertad, la sentencia también le castiga por todos los hechos delictivos que cometió desde que robó la Smith & Wasson con la que mató a sus cinco víctimas hasta que desapareció de Italia: por usar un fusil de caza para asaltar a sus víctimas; por un intento de robo en el bar donde asesinó a Fabbri, por pretender apropiarse de la recaudación y amenazar a los clientes que había dentro; por robar un coche e intentarlo con otro amenazando con un hacha a su conductor y por haber querido asesinar a Marco Ravagglia, que salvó su vida haciéndose literalmente el muerto.
A pesar de que la forma de actuar del asesino en Italia y en España son idénticas, en el Juzgado de Alcañiz (Teruel) han rechazado unificar la causa española para juzgarlo por una única vía. Por un lado, se juzga el doble intento de homicidio que Feher provocó en un masico de Albalate del Arzobispo (Teruel) la tarde del 5 de diciembre y los continuos robos que cometió en los alrededores desde mediados de noviembre hasta el día que consumó los asesinatos. Por otro lado, se investiga como un hecho aislado el triple crimen que cometió en apenas media hora en el Mas de El Saso, el lugar donde su primera víctima española, José Luis Iranzo, denunció que habían entrado a robar la noche previa a su asesinato.
Sin embargo, ni un juzgado ni otro examina el endeble operativo policial extendido desde que Manuel Marcuello y Manuel Andreu fueron alcanzados por el arma de Feher nueve días antes de los asesinatos. Qué dispositivo se puso en marcha para atraparlo aquellas jornadas en las que seguía robando sigue siendo hoy una de las principales incógnitas que queda por resolver de este caso.
Red de contactos
Mientras que en España la Guardia Civil mantiene intacta la versión de que Feher cruzó el país montado en una bicicleta y que no tuvo contacto con nadie en territorio nacional, la sentencia italiana desentraña una red de contactos personales que le prestaron una ayuda imprescindible para salir del país sin ser detenido.
El fallo revela que el 29 de septiembre de 2015, el día que sus cómplices lo delataron en comisaría por los tres robos, Feher recibió una llamada a las 10:24 horas desde la Jefatura de Policía de Ferrara que lo alertaron de que la Policía lo buscaba para detenerlo, animándolo a escapar rápidamente.
“El contenido de la llamada no se conoce, pero es bastante razonable suponer que se refiere a estos hechos, ya que inmediatamente después huye”, detalla el documento, que revela los dos datos que presagiaban que el asesino ponía rumbo a España: “Su perfil de Facebook y la aparición de un diccionario italiano-español” en el vehículo que abandonó tras asesinar a Verri.
Feher reaparece en Italia de forma intermitente en 2016 y aprovecha ese período para reencontrarse con Ruzena Sivakova, una joven con la que se supone que había mantenido una relación. La muchacha fue interrogada en julio de 2017 y reconoció haberlo visto “cuando ya lo buscaban por los robos”.
Ella insiste en que intentó advertir a la Policía de que estaba ahí, pero sin éxito: “Me dijeron que no había nadie que pudiera intervenir, por lo que nadie vino a buscarlo. Ese mismo día llamé a los Carabinieri, les mostré la foto de Facebook y los cambios físicos que se había hecho”, confesó a la vez que temía represalias por aquella declaración.
Fue su colega Pajdek, con quien perpetró los robos, quien contó al fiscal que fue “la madre de Ruszo” la que avisó a Feher de que había una orden de busca y captura contra él. Aquel día Igor el Ruso comenzó una permanente huida hacia delante en la que decidió acabar con la vida de todos los que lo descubrían.
La bicicleta, en venta
Norbert Feher ha sido declarado culpable de once delitos por los que debe pagar las costas judiciales y abonar más de un millón y medio de euros a los familiares de las víctimas italianas por daños y perjuicios. El acusado también tiene que indemnizar por los daños sufridos a la provincia de Ferrara (30.000 euros).
El juez concluye el fallo ordenando la destrucción de los hallazgos incautados –un abultadísimo kit de supervivencia en el que había un sinfín de enseres: ropa, dinero en efectivo, placas solares portátiles, mochilas, machetes y hasta un tamagochi–. El magistrado cierra el auto, de 26 páginas, requiriendo que se ponga a la venta la famosa bicicleta “si tiene un valor económico apreciable”.