"Nuestro fundador nos dijo que la casa debía tener las puertas abiertas, sin preguntar a nadie por su religión o de dónde viene". Francisco Sánchez es el director del Hogar Don Orione, la residencia con centro de día a la que Iñaki Urdangarin acudirá ocho horas dos días por semana para ejercer como voluntario. Se encuentra en Pozuelo de Alarcón (Madrid), a poco más de 100 kilómetros del centro penitenciario de Brieva (Ávila), donde cumple condena el marido de la Infanta Cristina.
Sánchez se encontraba en el banco cuando ha saltado la noticia, que ha conocido por los medios de comunicación. No ha sido hasta las 16:48 horas, ha concretado a EL ESPAÑOL, cuando el abogado de Urdangarin, Mario Pascual Vives, les ha enviado la notificación. El Hogar ha iniciado entonces el "protocolo de acogida", la formalización de "la ficha" que permita el ingreso en la institución del ilustre preso, que allí será considerado "uno más".
Cuenta el director a este periódico que los voluntarios "hacen de todo, desde coser a dar paseos -la Casa de Campo está a pocos metros-; sobre todo, acompañar". Responde que tienen en cuenta el perfil de cada persona a la que reciben y que no son ajenos a que "ha sido jugador de balonmano". No puede asegurar que vaya a ser el cometido de Urdangarin, pero explica que el Hogar tiene un programa de deporte adaptado. "Dialogaremos con él. Sacaremos lo mejor que pueda dar".
"No necesitamos blindarnos"
"Obviamente -puntualiza Sánchez-, cuando hablo de deporte adaptado, hay que recordar que estas personas tienen una dependencia muy alta". En el centro trabajan 102 personas para cuidar a 114, de las que un 30 por ciento se encuentra en silla de ruedas o padece problemas severos de movilidad, un 45 no tiene comunicación verbal y un 50 sufre daños cognitivos y físicos prematuros. "Se trata de normalizar sus vidas y toda ayuda es bien recibida".
Pero, lejos de aportar, ¿puede la presencia de un recluso tan conocido poner en riesgo la privacidad de los residentes? ¿Teme el director del centro que haga inviable esa pretendida normalidad? Contesta sereno y tajante: "No tenemos miedo. No necesitamos blindarnos. El centro es un lugar privado y no se puede pasar. Pensamos que será una burbuja de una o dos semanas. De todos modos, hago una llamada a que se respete nuestra labor, nuestro día a día y la intimidad de los que están aquí".
Vicente Serrano dirigió el Hogar durante siete años. Sólo tiene halagos hacia sus excompañeros y hacia Francisco Sánchez y comparte su opinión sobre la repercusión del célebre voluntario. Es más, considera que la prensa, "dando a conocer el centro y lo que hace, pondrá de relieve la necesidad de manos y un mundo a espaldas de la gente, ignorado". Por lo demás -recalca Serrano-, "el centro no tiene nada que ocultar". Pronuncian esta última frase todas las fuentes con las que habla EL ESPAÑOL.
El Hogar Don Orione, sin ánimo de lucro, fue fundado en 1967 por religiosos de la Congregación Pequeña Obra de la Divina Providencia. Sólo un año más tarde, doña Sofía visitó el centro por primera vez. Ha colaborado de forma pública y privada desde entonces. Hace dos años, la Reina Emérita presidió el medio siglo de la institución y concedió una audiencia en Zarzuela. "Nos invitó a su casa", recuerda Sánchez con cariño.
"Eliminar la desocialización"
Con la oposición de la Fiscalía, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria 1 de Castilla y León ha permitido que Urdangarin, que lleva 15 meses entre rejas, empiece a salir de Brieva. Fue condenado a cinco años y diez meses por malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias en el caso Nóos. A finales de noviembre, cuando cumpla un cuarto de la condena, podrá solicitar permisos ordinarios para estar con su familia.
El juez valora que Urdangarin se encuentra en el "más absoluto aislamiento" -Brieva es una prisión de mujeres y el marido de doña Cristina ocupa un módulo aparte-. En el auto, argumenta que la pena no puede ser un elemento de "desestructuración de la persona, pues ello casaría mal, no ya solo con la finalidad de la reinserción sino que incluso chocaría con las más elementales normas de humanidad que deben inspirar el cumplimiento de las penas".
Las 16 horas semanales que Urdangarin ejercerá como voluntario, entiende el magistrado, serán "más que positivas para reducir o eliminar la desocialización y deshumanización, destrucción del individuo, que conlleva la soledad absoluta a la que se la sometido, lo cual conecta con algo esencial en cualquier programa de tratamiento: fomentar la autoestima".