Dos minutos antes de las 10, con camisa clara y mirando hacia el infinito, ha llegado este jueves Iñaki Urdangarin a su primer día de voluntariado fuera de la cárcel.
"Buenos días", ha dicho a los periodistas con un hilo de voz tras descender de un Skoda gris con su escolta en el asiento trasero derecho. Tras el saludo ha mirado al suelo y se ha perdido en las instalaciones con una sonrisa triste y una maleta de cuero.
En la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón los periodistas hacían guardia desde antes de asomar las primeras luces. Amanecía en la Colonia Los Ángeles cuando un religioso con sandalias se acercaba al Hogar Don Orione, dedicado al cuidado de discapacitados. Ya le preguntaban por Urdangarin y él miraba al cielo, contestaba con monosílabos y entraba a rezar por maitines.
Segundos después, otro religioso de raza negra con un peinado a lo Malcolm X negaba conocer al cuñado del Rey. Pasaban los minutos lentamente. Un rato después el director del centro, Paco Sánchez, en mangas de camisa, despachaba con desparpajo con los chicos de la prensa y negaba que Urdangarin, voluntario ilustre, fuera a eludir el paseíllo.
Sánchez miraba el despliegue de periodistas y sonreía. Poco después congregaba al personal del centro, enfermeras y cuidadores, para dar las últimas instrucciones en un día que no iba a ser uno más. En la fachada del edificio, que incluye una capilla abierta con vidrieras neogóticas protegidas por rejas, cuelga un lienzo con una imagen beatífica de Don Orione -San Orione- con la fecha de su canonización en Roma.
Martes y jueves
Las salidas de la cárcel de Brieva al centro de discapacitados de Pozuelo las realizará Urdangarin los martes y jueves de cada semana y, según lo acordado, estará de vuelta a su celda a primera hora de la tarde.
El centro está en la parte más residencial y plácida de Pozuelo, a 103 kilómetros de la inhóspita cárcel de Brieva y a 655 kilómetros de los juzgados de Palma, mar mediante. En esta zona de Pozuelo pasean perros de grueso calibre, una responsable de la Policía Local se toma a guasa el madrugón de la prensa y va colocando una vallas para mantener las distancias cuando aparezca el protagonista de la jornada mientras amanece plácidamente entre chalets de dos plantas.
La propia agente de policía va dando por bueno que sí, que Iñaki Urdangarin se dejará ver ante los periodistas, apenas cuatro pasos, dos segundos, un suspiro. Aunque lo cierto es que llegó en el lado derecho del Skoda, calculadamente para que se le viera el mejor perfil. O el perfil más breve.
El lugar donde Urdangarin va a cumplimentar sus servicios sociales es un edificio de ladrillo visto y blanco, con cuatro plantas y terrazas con rejas rojas tratadas contra el óxido. La entrada principal da a la plaza Daniel Segovia y no hay rampas a la vista, como aquella famosa rampa de Palma.
Lo que sí hay en los alrededores es un olivo bien regado y un cartel que reza "Prohibido toda clase de juegos en las praderas". La llegada de Urdangarin apenas ha causado expectación entre los vecinos. Sólo se ven paseadores de perros y algún ciclista. "Cómo está el patio", exclama una vecina haciéndose un selfie frente a un micrófono de La Sexta.
Dispensador de sandwiches
Urdangarin podrá utilizar el teléfono móvil, gozar de ocho horas -incluyendo los trayectos- y dar pequeños paseos por los alrededores coquetos de esta zona de Pozuelo. El director del Hogar Don Orione frena con amabilidad a una periodista que trata de acercarse demasiado, da un canutazo, invita a café a las 12.00 y confirma que el marido de la Infanta Cristina tiene a su disposición un dispensador de sandwiches y que, dentro, lo llaman el "guapete alto". Y todo esto con la coronilla sudada y síntomas evidentes de que la situación los ha desbordado.
En contra del criterio fijado por Instituciones Penitenciarias y del informe del fiscal, el juez ha accedido a la petición de Urdangarin de hacer estos servicios a la comunidad en aplicación del artículo 117 del reglamento vigente, aplicable a los condenados que aún están en segundo grado (el régimen ordinario) y cumplen una serie de requisitos, como la baja peligrosidad y la ausencia de riesgo de fuga.
El Hogar Don Orione es una entidad sin ánimo de lucro gestionada por la congregación religiosa italiana Pequeña Obra de la Divina Providencia. Un centro residencial y de día para personas adultas con discapacidad intelectual y alto nivel de dependencia.