Pablo Casado se ha pronunciado este miércoles sobre la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos, avalada este martes por el Tribunal Supremo. El líder del PP ha señalado que respeta "todas las resoluciones del Supremo, pero no gastaría ni un euro en desenterrar a Franco". Destacando que prefiere "mirar al futuro" y no "a la España de mis abuelos" y que hay que "preservar el espíritu de la transición", Casado afeó al partido socialista que esté "muy pendiente del calendario electoral en determinadas cuestiones".
"Me preocupan más los dictadores vivos, como Maduro, que está masacrando y deteniendo a gente en Venezuela, y sobre el cual Pedro Sánchez no dice nada", ha dicho Casado en entrevista a Onda Cero. "Yo lo que creo es que hay que mirar al futuro, orgullosos del pacto de la concordia que hemos conseguido en la transición", ha zanjado.
Reconociendo que el resultado del 28 de abril "fue un fracaso", y de cara a las elecciones del 10-N, Pablo Casado ha insistido en la necesidad de crear España Suma, para impedir "que gobierne la izquierda". "En abril, la fragmentación del voto de la derecha nos perjudicó y eso es un hecho. Nosotros creemos que aglutinar el voto de la derecha en una coalición anterior a las elecciones es la mejor manera de que la derecha sume más votos", ha defendido.
El plazo para la formación de dicha coalición termina el domingo y Casado señala que el PP "seguirá con la mano tendida hacia Ciudadanos" pero, ante el rechazo de estos a España Suma, el líder del PP dice que su partido "está preparado y sale a ganar a Pedro Sánchez".
Sobre la oferta in extremis de Rivera para permitir la formación de un Gobierno de Sánchez, Casado ha señalado que "ya sabía que Sánchez la rechazaría" porque él se la ofreció "pocos días después de las elecciones y Sánchez la rechazó".
De cara a la campaña electoral, Casado reconoció que ha suavizado el discurso después de haber utilizado "palabras muy duras" en la anterior campaña, que justificó con "el enfado mayúsculo tras la negociación de Pedralbes". "En política es bueno que se dejen los insultos en casa pero yo reconozco que estaba muy enfadado", ha explicado.