A Pedro Sánchez no se le dan bien los debates. Miembros de su partido no pueden sino reconocerlo y en la noche del lunes confesaban que, en realidad, podría haber sido peor. El candidato socialista no salía a ganar de forma apabullante el debate sino a no perderlo, sabiendo que era un cuatro contra uno. Así lo anticipó su equipo y así ocurrió.
Para evitar sustos, Sánchez evitó al máximo las improvisaciones. En buena parte del debate se le vio mirando a sus papeles tomando notas mientras era constantemente interpelado. Sólo acertaba a hacer alguna mueca de desaprobación o farfullar algún comentario de descontento. La mayor parte del tiempo, Sánchez leyó sus intervenciones, a diferencia de los demás candidatos, que recurrieron mucho menos a los papeles. Pablo Iglesias volvió a hacer gala de una gran oratoria.
Y, sin embargo, en los debates no siempre es necesario ganar sino que puede ser más valioso colocar diversos mensajes, dirigidos a colectivos concretos, especialmente a las grandes bolsas de indecisos que, según las encuestas, hay en España. Y Sánchez regó su discurso de mensajes y propuestas inéditas hasta la noche de este lunes. Más que defenderse de las acusaciones de PP, Ciudadanos y Vox, se ha centrado en desmontar los argumentos del líder de Unidas Podemos, hasta dedicar en algunos bloques bastante más tiempo al líder morado.
Sánchez trató de desplegar un discurso socialdemócrata clásico, sin disputarle ninguna bandera a Iglesias, al que trató de desacreditar culpándole del bloqueo institucional.
Sánchez no mostró su perfil más izquierdista sino que sus propuestas y argumentos lo colocan más en el centro que nunca, muy probablemente en busca del voto de Ciudadanos, muy volátil y que puede abandonar a Albert Rivera ante las bajas expectativas del partido en las encuestas.
Calviño, vicepresidenta
Una de sus primeras propuestas fue nombrar a Nadia Calviño vicepresidenta económica del Gobierno. Calviño era muy alabada por Ciudadanos antes de llegar al Gobierno, cuando era directora general de Presupuestos de la Comisión Europea en Bruselas, y es considerada como una representante del ala más liberal dentro del Gobierno. Ante las señales de desaceleración, que Sánchez no niega pero a las que prefiere no llamar crisis: Calviño. Ante la derogación de la reforma laboral: los retoques, a lo único a lo que está dispuesta Calviño. De ese modo pretende ofrecer certidumbre a los más preocupados por la economía y rascar en los votantes de Rivera.
Otro de los mensajes de Sánchez, dirigido directamente a Iglesias, fue para tratar de desmontar sus críticas contra Amancio Ortega, el fundador y máximo accionista de Inditex, que ha hecho numerosas donaciones para la lucha contra el cáncer y equipos de los que se beneficia la sanidad pública. Tras asegurar que en España debe haber un sistema fiscal justo, defendió al empresario gallego. "¿Dónde está el problema?", se preguntó. "Discrepo de la forma que tiene usted de comprender el empresariado", le espetó.
Sánchez se ha querido situar del lado de la empresa española y también ha criticado el pacto con el IBEX que, según lamentó, Iglesias dice que mantiene. Y, como referente, un exministro del PP. Cristobal "Montoro ha reconocido que es imposible bajar los impuestos en España", dijo a la derecha, aunque él mismo propone algunas rebajas.
Muy explícito sobre Cataluña
Sin embargo, las propuestas de Sánchez fueron mucho más explícitas sobre Cataluña. "A ustedes se les fugó Puigdemont y yo me comprometo hoy y aquí a ahora a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia" dijo casi al final del debate. La frase tiene sus dificultades.
Ahora hay una petición del juez Pablo Llarena, del Tribunal Supremo, a la Justicia belga para que entregue al expresident de la Generalitat por malversación y sedición, los delitos a los que han sido condenados otros dirigentes independentistas, como Oriol Junqueras. Sin embargo, esa cooperación se ciñe, en principio, al ámbito judicial sin que Sánchez tenga capacidad efectiva de hacer cumplir su promesa.
Sánchez ha prometido muchas más cosas que le alejan de las tesis de Unidas Podemos y, por supuesto, de los partidos independentistas. Entre ellas, introducir una asignatura nueva llamada "Educación en valores civiles, constitucionales y éticos", acabar con la manipulación que los partidos constitucionalistas denuncian en TV3 obligando a que su consejo de administración sea nombrado por dos tercios del Parlament o prohibir los referéndums ilegales (hasta ahora, se oponía a la reforma y fue el PSOE quien los despenalizó).
A las bases más de izquierdas sólo les ofreció reformar el Código Penal para castigar la apología del "franquismo, fascimos y los totalitarismos" y "hacer los cambios legales para disolver la Fundación Francisco Franco y todas las organizaciones que se empeñen en sembrar el odio y defender la dictadura franquista". A las zonas más rurales ofreció un Ministerio de nueva creación para luchar contra la despoblación y trabajar en el reto demográfico de la conocida como España vaciada.
A lo que Sánchez no ofreció respuesta alguna es para una pregunta que se ha vuelto recurrente en los últimos días. "¿Cuántas naciones hay en España?" Casado y Rivera trataron de acorralarlo con la cuestión, al igual que con sus pactos en la Diputación de Barcelona, presidida por el PSC con el apoyo de Junts per Catalunya, y en ayuntamientos con esa formación o con ERC. Sánchez en ningún momento se comprometió a romper esos acuerdos locales ni, en realidad, a que su investidura no dependerá del voto de formaciones independentistas.
Sin sorpresas en los demás candidatos
Los demás candidatos tenían menos propuestas que ofrecer. Las llevan repitiendo desde hace semanas. Casado pidió la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional (que permitiría dar órdenes a los Mossos), Rivera el 155 para cesar a Torra y Abascal detener al president de la Generalitat, suspender la autonomía e ilegalizar los partidos independentistas.
Casado luchó por colocarse como alternativa a Sánchez, no confrontó con Abascal y sí lo hizo con Rivera, que lo provocó en numerosas ocasiones. La fricción entre Casado y Rivera se debe, de nuevo, a los electores naranjas que el PP aspira a conquistar a través del voto útil contra Sánchez y que Ciudadanos se propone retener.
Iglesias destacó por su dominio de la oratoria, aunque no hubo apenas mensajes nuevos. Se afanó en denunciar el riesgo de un pacto entre Sánchez y el PP, por activa o por pasiva. "Señor Sánchez, no tenemos que achicarnos ante esta derecha arrogante e ignorante", le dijo en el bloque de Cataluña, pidiendo en todo momento el voto para Unidas Podemos para forzar a Sánchez a pactar un Gobierno de coalición.
Abascal despunta
El líder de Vox ha sorprendido. Mientras que por muchos era considerado como una persona con pocos recursos a la hora de hablar en público, en la cita a cinco ha demostrado llevar la lección bien aprendida. Desplegó sus mensajes con comodidad y sólo Iglesias le llevó la contraria, provocando uno de los pocos encontronazos del líder de ultraderecha.
Rivera le atacó por su sueldo en un "chiringuito autonómico" en la Comunidad de Madrid en tiempos de Esperanza Aguirre y Abascal trató de defenderse asegurando que cobrar altas sumas de dinero le aportó la experiencia para saber que hay que recentralizar el Estado. El líder de Vox no dudó en recurrir a un eslogan de la Falange:"Para los españoles España es su único patrimonio, y solo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria", dijo.
Posiciones abocadas al bloqueo
Tanto Sánchez como Casado descartaron pactos entre ambos. El candidato socialista rechazó una "gran coalición" (un Ejecutivo conformado por miembros de PSOE y PP) que en realidad nadie tiene sobre la mesa, pero el presidente del PP fue más explícito: "Yo no voy a pactar con el PSOE".
Por su parte, Iglesias siguió reclamando una coalición mil veces descartada por Sánchez. Rivera hizo gala de ser "el único" que se compromete a desbloquear España desde la opocisión, a pesar de que las encuestas indican que es posible que no pinche ni corte en la ecuación final.