Zoubida Boughaba: “Las musulmanas somos como medio mujeres, nos han quitado muchos derechos”
Nacida en Marruecos, hace 15 años que trabaja en la Cruz Roja de Granada. Escritora y feminista, ha sido amenazada por su lucha contra el velo islámico.
20 enero, 2020 02:48Zoubida Boughaba nació en Alhucemas (Marruecos) pero lleva tres décadas residiendo en España, y desde hace 15 años forma parte de la plantilla de Cruz Roja en Granada. Trabaja con mujeres migrantes que sufren multitud de vulneraciones, entre ellas el sometimiento al hiyab. La postura de esta escritora y feminista rifeña frente al uso del velo islámico ha desencadenado una ola de comentarios y amenazas en Melilla tras saber que había sido invitada por la concejala de Educación y Cultura a participar en una conferencia literaria para celebrar el Yennaber 2970, el año nuevo amazigh.
Marroquí, de origen musulmán, y la Comisión Islámica pidió que la declarasen ‘Persona non grata’ en Melilla por su rechazo del hiyab, el velo islámico.
Sí, me levanté el día que tenía que viajar a Melilla y desayuné con el comunicado de la Comisión Islámica. Pasé un día muy malo porque lo que dicen es muy fuerte, tachándome de islamófoba, de persona non grata… Pero, ¿por qué? Es que quiero saber el motivo, sin ningún argumento. ¿Porque me meto con el velo y estoy en contra de su uso? Estoy en contra por todas las vivencias de todos los días de mujeres que están denigradas por el velo, pero no saben que al mismo tiempo respeto el velo al cien por cien, que el colectivo con el que trabajo la mayoría lleva velo, y que mi familia me ha educado en un entorno musulmán y mi madre llevaba pañuelo. Me he criado en Marruecos, en un país musulmán. Puedo criticar el velo, estoy en mi derecho.
Llama la atención que precisamente las amenazas e insultos lleguen de Melilla, una ciudad española.
Cierto. Es curioso, presenté mi libro en Marruecos por lo menos siete veces, y me invitaron organismos públicos, asociaciones, colegios españoles, incluso en Nador y en Alhucemas, ciudades más cerradas, y nunca se me ha tachado de islamófoba. Y eso que es gente que me sigue, que me lee, y que sabe como pienso. Entonces que vayas a presentar un libro de cuentos tradicionales a Melilla, un país democrático con libertad de expresión, y que te tachen de islamófoba, me retumba en la cabeza.
¿Qué les respondería a quienes la atacaron?
Todas estas mujeres que me están atacando, que me duele más que sean mujeres, ¿qué hacen? Saben que hay niñas de quince años a las que sus padres les obligan a ponerse velo. Salen a la calle y se lo quitan, lo meten en el bolso, e intentan integrarse y hacer un vida normal en la calle; y después vuelven a su casa y se ponen el velo e intentan llevar otra vida con la familia. ¿Qué va a ser de esas niñas? ¿Por qué no trabajan este tema? Sin embargo, les importa más que yo cuestione o critique el velo. No lo entiendo.
En un primer momento, de hecho, decidió no viajar a Melilla y llegó a anular el vuelo para asistir a la presentación del libro.
Sí, decidí no coger el avión porque me parecía muy fuerte. Sentía mucha presión, algunas amenazas, miedo, muchísima violencia en las redes, muchos mensajes muy feos… Me amenazaron con “islamófoba redomada, no vengas a Melilla”. No me acuerdo de los insultos, pero eran fuertes. Y claro, piensas "yo a dónde voy", "no voy a ir donde no me quieren". Me hice esa composición, me centré sólo en la parte que no me quería, pero después me inundaron de mensajes de amor y de apoyo desde Melilla, también mi familia. Mis hermanos, con “o”, fueron los primeros que me llamaron y me animaron, me dijeron que no dejase que nadie me pusiese barreras, que no iba a hacer nada malo, simplemente a presentar un libro como otras veces.
Finalmente, el mismo día del acto viajó a Melilla, ¿salió la parte valiente?
Sí, porque recibí muchísimo amor y apoyo por parte de muchísima gente, de mi familia, de amigos. En fin, que era todo como mágico. Fue lo que me hizo cambiar de opinión, sentía que me estaba defraudando a mí misma y a la gente. Y, sinceramente, no quería retroceder. Es que no tenemos que retroceder ni un paso, tenemos que avanzar.
¿Cómo encauza la lucha feminista?
De feminista, lucho por los derechos de todas las mujeres. Mi día a día es luchar por el feminismo y me da igual que sea una mujer española o migrante, porque trabajo con mujeres de todas las partes del mundo. No se hace distinción, aunque es verdad que hay cierto colectivo que es más vulnerable. Las que venimos de países musulmanes somos mucho más vulnerables y hay que trabajar mucho más con ellas. Ya venimos de allí con poquitos derechos porque se nos ha cuestionado toda la vida nuestro cuerpo, nuestra virginidad, nuestro casamiento, no vayas con hombres, no te eches novio, la sexualidad está prohibida, las relaciones sexuales fuera del matrimonio no son posibles… son muchos problemas. Venimos como medio mujeres, digamos, porque nos han quitado muchos derechos; ya venimos sin derechos.
Marruecos ha sufrido una involución con el islam radical exportado desde Europa
¿Una mujer puede considerarse feminista y llevar velo?
Es contradictorio el velo y el feminismo, me lo da la experiencia. Quiero entender por qué se lo ponen si no las obligan. Ninguna mujer me ha llegado a explicar el tema del velo, porque si me pongo unos leotardos es para no tener frío. El velo es un instrumento religioso y a partir de ahí es una obligación. Y lo comparan con una falda, una minifalda, un vestido corto, un biquini, un traje de baño, unos pendientes, un tatuaje… es que es incomparable. Cada mañana elijo lo que me pongo, nadie me lo impone. Hay problemas que no se ven, pero hay muchas cosas detrás del velo. No es simplemente coger un trozo de tela y ponértelo en la cabeza, es un instrumento que te lleva a la sumisión.
Trabaja con mujeres migrantes sometidas al hiyab, ¿cuál es la historia que podría compartir porque de alguna manera le afectó más?
Una mujer marroquí víctima de violencia de género obligada por la familia a casarse con un hombre que trabajaba en España con su documentación en regla, aunque ella quería estudiar. La trajo a España, le puso el pañuelo y durante ocho años no le permitió salir a la calle, tuvieron dos niños… Imagínate lo que sufría esa madre que hasta su hijo de cinco años le dijo: “O llamas a la policía o me tiro por la ventana”. Historias de estas tengo muchísimas, pero esta es muy emocionante porque es una chica con muchísimo potencial, y al final supo cómo salir de la situación, estudió, siguió una formación, y ahora mismo está trabajando y viviendo con sus dos hijos. Me emocioné mucho el otro día porque me llamó y ya tiene hasta coche; y con su primer salario, salió a tomar una hamburguesa con sus niños. Su ilusión era compartir una comida con sus hijos en la calle. Esa chica ya no lleva velo, se ha desprendido del pañuelo. Y como ella conozco a muchísimas mujeres a las que obligan a taparse. Y esa es mi lucha, que la que quiera ponérselo que se lo ponga pero vamos a luchar por estas mujeres que tienen un vida muy triste.
Y no resultará tan sencillo deshacerse del velo después de tantos años.
Efectivamente, conozco a mujeres que se han separado de sus parejas y mantienen el velo porque viven en un entorno donde se les maltrata visualmente, se les insulta, y se piensa de ellas que van a buscar a un hombre. Y esto en barrios de Granada donde viven muchos migrantes. Es una ciudad pequeña y si un chico marroquí las ves pasear por la calle sin velo va a extender la voz, van a hablar mal de ellas. No tienen esa valentía porque la sociedad no las ayuda.
¿Ha mejorado la integración de estas mujeres en España?
Todos los días tengo una satisfacción muy grande, así que mi impresión es de avance pero tenemos que trabajar mucho. Tendría que haber más recursos sobre todo para las mujeres víctimas de violencia de género. Porque a algunas las alejan de sus parejas y sus familias, y de repente amanecen en un lugar en el que no tienen nada y quieren que en muy poco tiempo se independicen y echen a andar. No es posible, se les tiene que acompañar durante muchísimo tiempo porque no sólo es una cuestión de independencia económica, sino hacer un trabajo continuo con ellas, acompañarlas. Tienen la autoestima muy baja, están machacadas, el ánimo lo tienen por el suelo y no tienen fuerza para ir a las empresas a buscar trabajo.
¿La sociedad española vive una involución?
Aquí nos ven como víctimas y se creen que la manera de protegernos es pensar que esta mujer viene de Marruecos, es sumisa, nos va a dar pena, y no vamos a decir nada. Vivimos en una Europa en que mujeres como yo estamos invisibilizadas porque parece que todas las migrantes llevan hiyab, y las que tenemos un pensamiento un poco más libre nos sentimos machacadas por las dos partes, por los nuestros y por Europa. Voy a Marruecos, no soy de allí; estoy en España, y no soy de aquí. A mí me van a considerar siempre la inmigrante, muy por debajo de la gente española y europea.
A mí me van a considerar siempre la inmigrante, muy por debajo de la gente española y europea
¿Y qué se puede hacer para combatir la situación que viven las mujeres musulmanas, incluso las españolas?
Hemos lanzado ahora un observatorio, que se llama Wassyla Tamzali. Queremos trabajar con adolescentes que se ven en la contradicción de la represión en su casa y la libertad en la calle. Segundas y terceras generaciones de chicas que no saben, quieren estudiar, quieren independizarse, quieren subsistir por ellas mismas, no quieren que se les case… Ha arrancado en Granada y queremos lanzarla en el ámbito nacional. Urge ponerla en marcha porque es grave que me violen y no pueda decírselo a mis padres porque la culpa es mía. Las culpabilizan constantemente de todo lo que les pasa. Tenemos que salvar, al menos, estas generaciones españolas, de alguna manera. Hemos recibido muchas llamadas y mensajes de muchas niñas que se ponen perfiles en redes sociales para poder hablar y denunciar, por ejemplo, “a mí me violaron con ocho años. No me ha ayudado nadie porque no he podido denunciar al violador y lo conozco”. Trabajar también la integración, escucharlas, atenderlas, buscarles recursos, porque hay niñas que no estudian y cogen el primer trabajo que les sale, de camareras o de lo que sea, para poder salir de su casa lo antes posible.
A pesar de ser criticada en algunos círculos islamistas, se puede considerar una mujer privilegiada.
De verdad que he tenido mucha suerte. He nacido y me he criado en una familia musulmana tolerante en Marruecos. Mi padre no me obligaba a nada, pero sí es verdad que me incitó a estudiar y a independizarme, no a casarme. Marruecos no era como ahora, ha sufrido una involución con el islam radical exportado desde Europa. Cuando ese radicalismo viaja a Marruecos la ignorancia de la gente lo copia.