"Hay tantos fallecimientos que no se retiran los cadáveres. Se dejan en las camas". La frase es de una sanitaria que conoce bien las entrañas de las residencias de la tercera edad. "Lo hemos vivido. Las trabajadoras cuentan lo que está pasando al minuto". Esta fuente prefiere mantenerse en el anonimato.
En Santa Hortensia, en la capital, han fallecido 22 personas por coronavirus. El drama se acentúa conforme van menguando las plantillas y quedan menos trabajadores disponibles. Hay por lo menos 40 personas de baja.
La situación recuerda a la de la residencia Monte Hermoso, también en Madrid. Su dramática tesitura fue conocida la semana pasada. Allí se detectó uno de los mayores focos de contagio del virus. Un total de 20 internos fallecieron prácticamente de golpe. El Defensor del Paciente pidió a la Fiscalía que investigase los hechos.
Esta misma asociación exige ahora que se investigue lo ocurrido en la Residencial Santa Hortensia de Madrid. Pese a las llamadas telefónicas de EL ESPAÑOL, desde el centro se declinó realizar declaraciones.
Sin mascarillas
Los trabajadores de esta residencia explican que el personal de limpieza no está empleando mascarillas protectoras. Utilizan la vestimenta habitual. Aseguran también que los más de 40 trabajadores que se encuentran de baja mostraron síntomas de contagio por el virus.
Aunque el coronavirus se ha cebado en los centros Santa Hortensia y Monte Hermoso, también ha llegado a otras residencias. Fuentes de otros centros de la Comunidad de Madrid relatan que, en ocasiones, al verse desbordados por la situación, optan por no tocar los cuerpos de las víctimas hasta la llegada de los facultativos y del personal mortuorio. Por eso hay veces que los cadáveres permanecen horas en las camas.
Lo habitual es que los cuerpos de los fallecidos en las residencias se transporten a una habitación refrigerada, una especie de cámara frigorífica donde los cadáveres se conservan hasta la llegada de los servicios funerarios. Pero el protocolo varía de unos lugares a otros. Hay residencias que poseen un número determinado de cámaras o velatorios.
En algunas de las residencias más afectadas estos días han llegado a tener hasta cinco fallecidos en el interior del edificio, con las dos cámaras previstas ocupadas por tanto, y con la funeraria sin llegar hasta más de 24 horas después.
Los trabajadores se encuentran al límite. Doblan turnos, no cuentan con medios para protegerse a sí mismos. En concreto, en la residencia Santa Hortensia, según relatan trabajadores del centro, no se les ha practicado la prueba de detección del Covid-19. Tampoco cuentan con termómetros suficientes para medir la temperatura.
Todas estas circunstancias las ha denunciado también el Defensor del Paciente ante la Fiscalía. La Unidad Militar de Emergencias (UME) acudió el domingo a desinfectar el recinto, y allí se topó con la situación descrita.
A todo ello hay que añadir el colapso de las funerarias, que en Madrid ha provocado que se establezca el Palacio de Hielo, un complejo de ocio cuya pista ocupa 1.800 metros cuadrados, como una morgue en la que ir depositando los cuerpos de los fallecidos. Como adelantó EL ESPAÑOL, la Comunidad de Madrid y la UME han acondicionado ya esta instalación.
Apertura de diligencias
La UME se ha encontrado con la misma realidad en varias residencias: muertos por coronavirus que no han podido ser evacuados y cuyos cuerpos continuaban depositados bien en sus camas, bien en los tanatorios habilitados para ello.
La gravedad de la situación es tal que, a última hora del lunes, la Fiscalía General del Estado acordaba abrir diligencias de investigación para determinar lo ocurrido y su posible relevancia penal.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, al hacer balance de las actividades de la UME a lo largo del fin de semana, aseguró que se mostraría implacable "con el trato que se dé en esas residencias".
Aunque reconoció que en la mayor parte de los centros se está cuidando de las personas correctamente, también advirtió de que el Ejército "ha podido ver a ancianos y mayores abandonados cuando no muertos en sus camas. Vamos a ser implacables y contundentes".
Desde la sección sanitaria de Comisiones Obreras, Rosa Cuadrado explica que hace más de tres meses, antes de que comenzase la Navidad, denunciaron falta de equipos de protección y bajos salarios en las residencias madrileñas.
Juani Peñafiel, que en el sindicato se ocupa de las reivindicaciones de las trabajadoras de los centros privados, asegura que una gerocultora "está cobrando 953 euros al mes en Madrid. Hemos llegado a hacer concentraciones frente al Ministerio de Sanidad antes de todo esto. Nadie nos escucha. Nadie nos atiende".