Un jardín sin flores, unas navidades sin regalos o un verano sin Benidorm. Conceptos que cuesta concebir pero, sobre todo en el último caso, son cada vez más probables. De hecho. Benidorm renuncia al verano de 2020. La pandemia hace inviable que este polo turístico del levante español afronte los meses estivales con previsiones de apertura.
No obstante, y aunque parezca mentira, ese ahora es el menor de los problemas. Los hosteleros de Benidorm ya han dado oficialmente el verano por perdido y temen que la situación de emergencia pueda prolongarse hasta el año que viene. Algunas voces hablan de cerrar hasta febrero de 2021, unos tiempos inasumibles por un sector cuya temporada alta va desde mayo hasta noviembre, que es el mes fuerte de Benidorm porque se celebran las fiestas locales.
Pero aunque no todos se planteen ese horizonte tan lejano, sí que tienen claro que necesitan ayuda urgente. Y piden auxilio a la administración, advirtiendo de los daños colaterales que supondría no gestionar bien esta situación: “Necesitamos un plan de protección de 12 meses o el sector entero, que aporta un 14% del PIB nacional, se puede hundir”, cuenta a EL ESPAÑOL la Asociación Empresarial Hotelera de Benidorm y Costa Blanca (Hosbeq).
Emblema turístico
“Tú hazte una imagen mental de Benidorm. Lo primero que se te viene a la cabeza es la playa y los rascacielos. Todo eso es turismo”, recuerda en conversación telefónica con EL ESPAÑOL el propietario de un pequeño negocio de hostelería en la ciudad costera alicantina. El emblema vacacional español desde que hay veraneantes en España. Un lugar pensado por y para el turismo, que ahora se ahoga sin remisión.
Benidorm es turismo. 65.000 habitantes y 41.000 plazas hoteleras, repartidas en 150 establecimientos. Benidorm es rascacielos, y playa, pero también otro montón de comercios, restaurantes y discotecas que complementan la oferta vacacional cada año. La temporada alta empieza allá por mayo, poco antes del inicio de verano, cuando llegan los primeros turistas británicos. Va subiendo la ocupación a medida que avanza el verano, aunque agosto no es un mes especialmente fuerte en la ciudad. Vuelve a repuntar en septiembre y octubre y toca techo en noviembre, con las fiestas patronales. Por norma general, a estas alturas del año ya suele estar reservado el grueso de las plazas hoteleras para el resto del año.
Ahora Benidorm, como el resto de España, parece un lugar postapocalíptico, sin gente por las calles, por las playas ni por los comercios. Y el daño que le provoca a una ciudad tan enfocada al turismo es incalculable. De momento han perdido la esperanza en acoger a los primeros turistas de la temporada e incluso han renunciado al verano: “No sabemos plazos, no los sabe nadie. El gobierno no tiene fechas para levantar el confinamiento y tal vez lo prolongue dos semanas más, o incluso las dos siguientes. La incertidumbre es absoluta, por eso tampoco podemos dar fechas nosotros”, resumen desde Hosbeq.
¿Abrir en septiembre o en febrero?
Lo que sí han planteado varios hosteleros a título personal, los más optimistas, es plantearse preparar la maquinaria para poder arrancar en septiembre. Asumen que el verano lo han perdido, que el levantamiento del confinamiento será paulatino y escalado, y que “el sector turístico será de los últimos en recuperarse. Por las reservas que no se han hecho, las que se han perdido y las normas de seguridad que se plantearán cuando se levante el confinamiento, que no sabemos en qué condiciones las impondrán”; cuenta la asociación.
Los más optimistas se fijan sus miras en septiembre, porque confían en que la situación estará más controlada y no quieren perder el gran reclamo turístico anual: las fiestas locales. “En noviembre habría que estar funcionando a pleno rendimiento, pero es que antes de eso, para septiembre, estamos teniendo muchas reservas de británicos. Esos no fallan, vienen cada año, y siguen reservando aunque saben que ahora estamos cerrados. Si al final podemos abrir en septiembre, ellos serán los que medio salven la temporada. No salvada, porque la temporada ya está perdida. Pero al menos aliviaría mucho”, cuenta un hostelero a EL ESPAÑOL.
Desde la asociación, sin embargo, no se aventuran a dar fechas y añaden que “también en el sector de los hoteles las aperturas se llevarán a cabo de forma escalada. No sólo aquí, sino en toda España: lo más normal será que, una vez se levante el confinamiento, los hoteles más aislados, los que están en polígonos o los que se encuentran en ciudades y sobre todo albergan a trabajadores, abran antes que los demás. Pero los que ocupan el nicho vacacional tardarán mucho más y necesitan protección del gobierno. Algunos sí que, por desgracia, no abrirán hasta el año que viene”.
Un plan a un año vista
Los hosteleros asociados han hecho publico un documento en el que pretenden que el ejecutivo gestione el problema del sector turístico a un año vista, que es el plazo que consideran crítico. Y advierten de que uno de los peligros de no acometerse correctamente este problema, desembocaría en la proliferación de fondos buitre en los negocios: “Todo el sector turístico se prepara para una travesía en un desierto que nos llevará un periodo de sequía productiva continuada que estimamos entre 6 y 12 meses en función de producto y área. Empresas y trabajadores de este sector tan estratégico deben contar con un sistema especial de protección que nos permita cruzar ese desierto y llegar vivos al final de este túnel. Los riesgos de no acometer este plan de protección son muchos y uno de ellos especialmente grave: podemos destruir el tejido productivo y abandonar a precio de saldo nuestro mayor activo en manos de fondos de inversión extranjeros”.
Para ello han pedido un plan de protección al turismo vertebrado en cinco puntos. El primero es el laboral: los propietarios de hoteles quieren que los ERTES se puedan prolongar más allá del levantamiento del confinamiento, Por la estacionalidad del negocio y los sistemas de reservas, ellos no pueden echar a andar de inmediato, por lo que solicitan poder alargar esta situación excepcional por espacio de un año. "Lo que queremos es asegurar el puesto a los trabajadores. Benidorm trabaja todo el año y si no podemos prolongar los ERTES entraremos en suspensión de pagos y será un estadio terrible", cuenta un hostelero a este diario.
El segundo punto es el financiero. Quieren un plan específico de 12 meses de duración que contenga medidas de exención, bonificación y aplazamiento de toda clase de impuestos y pagos a cuenta durante este periodo de protección. En tercer lugar está la cuestión sanitaria. Necesitan dar a clientes y trabajadores unas condiciones óptimas de seguridad. Por tanto, “mientras no se den las condiciones de seguridad necesarias, se debe mantener, con carácter general, la suspensión legal de la actividad de alojamiento turístico generalizado más allá del estado de alarma. Esta suspensión admitirá excepciones por productos y territorios en los que se pueda garantizar una actividad hotelera y turística en condiciones seguras. Asimismo se debe trabajar de forma adelantada con los diferentes escenarios de apertura y puesta en marcha que puedan ser aconsejados en cada momento, con aplicación en todo caso de estrictas medidas de seguridad que sea necesario tomar·, cuentan.
Peligra en turismo
El quinto y último escenario donde quieren que actúe dicho plan es el de la comunicación: “El recuerdo de España y de sus destinos en la en nuestros turistas debe permanecer durante todo este tiempo que dure este sistema especial de protección del turismo. Debemos transmitir que el cierre es por la propia seguridad de los turistas y del entorno, y que que trabajamos durante este cierre para que el regreso sea una experiencia inolvidable y todavía mejor que antes”.
Sin este plan, el turismo peligra, en España en general y en Benidorm en particular. En la capital turística del levante español tienen claro que, sin unas medidas de protección, se destruirán muchos empleos y muchos negocios pasarán a manos de fondos buitre. No se contempla un cierre total hasta febrero, pero asumen que habrá muchos negocios que no podrán volver a abrir hasta dentro de un año. "En realidad estamos deseando que encuentren una vacuna o un paliativo y todos estos cálculos queden en nada. Nosotros estamos listos para abrir en 48 horas", cuenta el propietario de un hotel.
Peligra el turismo, que es una de las fuentes que nutre a España. La esperanza de los de Benidorm que se preparan para abrir en septiembre pasa por las reservas que están haciendo los británicos, pero tampoco tienen claro que vayan a poder abrir para entonces; ni siquiera que se vayan a celebrar las fiestas patronales en noviembre. Muchos saben que hasta el aó que viene, no hay nada que rascar. Lo único que tienen claro es que Benidorm es un gigante que se ha parado. Y los gigantes, mientras más grandes son, más cuesta levantarlos y que vuelvan a arrancar.