Día a día, de manera puntual, Sanidad engrosa la lista negra del covid-19 en nuestro país. El conteo nunca es exacto, sobre todo en los últimos tiempos: con las comunidades autónomas ofreciendo datos de manera asimétrica, sin que el Ministerio haya llegado aún a armonizarlos. Los fallecidos suben y bajan, aparecen y desaparecen. Así, y teniendo únicamente en cuenta las cifras de muertos que diversas regiones, como Cataluña, Galicia o la Comunidad de Madrid, han añadido a su contabilidad, los decesos ya superan los 32.000.
Puede parecer una cifra más, pero recoge una realidad heladora: España va camino de superar la barrera de mil muertos por cada millón de habitantes. Se convertiría en el país con la mayor tasa de mortalidad por coronavirus. Ni China, ni Italia, ni Estados Unidos.
La dimensión que otorgan los datos puede parecer escalofriante, pero es necesario recordar que el cálculo se realiza sobre los certificados oficiales de defunción por covid-19. Porque la marca aumentará. Según un estudio de la empresa especialista en big data Inverence, la incidencia es mayor en España, puesto que, con los fallecimientos que aún faltan por aflorar en los recuentos, la cifra real rondará los 40.000 óbitos.
Cuando toda la crisis acabe, y si el comportamiento del virus sigue los patrones establecidos y no hay ningún rebrote con la desescalada prevista, habrán muerto 852 ciudadanos por cada millón de españoles. El doble de lo que, a fecha de cierre de este reportaje, reconoce el Ministerio de Sanidad.
Peor escenario: 40.000 muertos
Las estimaciones más conservadoras, según los modelos de predicción estadística elaborados por los especialistas, sitúan el alcance real de la epidemia en nuestro país en 37.000 españoles fallecidos. En el peor de los supuestos, la cifra superará los 40.000.
Es la horquilla estadística de los modelos de predicción basados en el registro civil. Es decir, en todas aquellas muertes certificadas y revisadas como tal, de acuerdo con el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MOMO), gestionado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III.
Siempre, sin olvidar que “todas estas cifras hay que tomarlas con cautela porque el aparato estadístico (Ministerio de Sanidad) de seguimiento del Covid-19 está roto y, por otra parte, algunas comunidades autónomas están haciendo esfuerzos por contabilizar mejor”, explican desde Inverence.
“En el total nacional, los muertos reales exceden entre un 51,7% y un 64% los muertos registrados oficialmente. De seguir las tendencias actuales eso significa más de 36.000 fallecidos por coronavirus en el total nacional al final del presente ciclo de la epidemia”, indican.
Concretamente, suponiendo que la tasa de exceso de muertos reales baje al 45% -con los últimos datos está en un 51,7%-, el número de muertos totales se acercará a 37.000. Con la cifra actual, la predicción nos sitúa en un escenario de 38.700 fallecidos. Si nos atenemos a la cota superior, las cifras excederán los 40.000 en el conjunto de España.
“Por comunidades autónomas el comportamiento es muy dispar. Ciertas comunidades presentan desviaciones de más del 100% de los casos registrados oficialmente, mientras que otras parecen estar contabilizando adecuadamente”, ahondan los especialistas en big data.
Por eso, la clave de todo reside, una vez más, en el recuento oficial de los fallecidos. El hecho de que cada comunidad autónoma haga sus listas de manera autónoma no permite que haya una fotografía en tiempo real de la crisis.
Diferentes cuentas en las CCAA
Tras la iniciativa de Cataluña, que publicó sus números teniendo en cuenta los datos de las funerarias. Pero, de manera oficial, no eran válidos, porque el Ministerio de Sanidad no los admite. Con ellos la radiografía cambiaba de manera radical. Miles de muertos que no constaban por fin aparecían en los registros.
El modelo catalán tenía en cuenta, además de los fallecimientos en hospitales, decesos en residencias, en centros sociosanitarios y en domicilios. También se tomaba nota de otros posibles casos de óbitos por coronavirus pero cuyo lugar de la muerte no se clasificaba por falta de información.
También la Comunidad de Madrid fue recopilando las cifras de muertes en residencias de ancianos desde el primer minuto, tal y como puntualizan desde el Gobierno regional. Aunque el Ministerio nunca llegara a hacerlos públicos.
A ambas dos se sumaron, rápidamente y tras las órdenes de sus Consejerías de Sanidad y Salud, Castilla-León y Castilla-La Mancha. Son las grandes afectadas, entre el resto de comunidades autónomas, por los fallecimientos por covid-19. Además de la falta de test, su población envejecida y un servicio sanitario menos preparado que el de Madrid o Cataluña han jugado en su contra.
Finalmente, Galicia también siguió la tendencia abierta. El Gobierno de Alberto Núñez Feijóo aclaró que llevaban recogiendo la totalidad de datos y ofreciéndola al Ministerio de Sanidad con total claridad y transparencia, incluyendo los fallecimientos en domicilios o residencias de ancianos.
El portavoz del Gobierno durante esta crisis y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, quiso aclarar hace apenas unos días, tras conocerse estos cambios, que habían comenzado con un nuevo sistema de notificación, por lo que se están actualizando los datos por comunidades autónomas desde el 31 de enero.
Por ello, habría que esperar diversos “reajustes” hasta que se produjera una “armonización” del sistema. Pero el baile continúa a más de un mes después de que se decretara el estado de alarma… y no sólo los muertos siguen apareciendo, sino que cada día son más.