Las pasos fronterizos entre Marruecos y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla no se abrirán antes del otoño, según ha podido saber EL ESPAÑOL. Las autoridades marroquíes utilizarán la pandemia de la Covid-19 para mantener las fronteras terrestres cerradas hasta el mes de septiembre.
El objetivo de esta medida es ahogar el comercio atípico y que las personas residentes en las localidades aledañas a las fronteras que vivían del porteo regresen a sus regiones en otras partes de Marruecos y reconduzcan su modo de vida.
Alrededor de 60.000 personas se dedican a este sector informal de transportar mercancías de Ceuta y Melilla a Marruecos. Sin embargo, en la región de Nador, los residentes que trabajan en la frontera de Melilla son 3.000, la mitad trabajadores de la construcción, la hostelería o empleadas del hogar. Estos son los que continuarán cruzando estas fronteras diariamente con el pasaporte y sin visado a partir del otoño.
La decisión, tomada por el presidente del Gobierno, Saadeddine El Othmani, y los ministros de Sanidad e Interior, Khalid Ait Taleb y Abdelouafi Laftit, y gestionada por este último, ha sido anunciada al Ejecutivo español por vía diplomática y a través de las oficinas de enlace.
Esta medida afecta a más de medio millar de marroquíes que se han quedado varados en Melilla y a otros 700 ciudadanos, entre menores y adultos, en Ceuta. Plaza de toros, cementerio, polideportivos, garajes, mezquitas y casas particulares acogen a estas personas que llevan ya un mes y diez días a las puertas de su país.
La postura de Marruecos obliga a las ciudades españolas a reconducir parte de sus ingresos, que hasta ahora provenían principalmente del comercio, hacía el turismo.
Operación 'Estrecho'
Además, si España finalmente se restablece de la crisis del coronavirus y organiza la operación Paso de El Estrecho este verano para que los inmigrantes que residen en Europa crucen a Marruecos, quedarían suspendidos los viajes desde la península a Ceuta y Melilla.
Kaoutar puede ver la casa de sus abuelos en Beni Ensar desde Melilla, donde sigue atrapada desde que el 13 de marzo Marruecos cerró las fronteras para evitar la expansión del coronavirus. Esta profesora de español regresaba ese día de un congreso de trabajo en Barcelona. No pudo pasar. Ahora se aloja sola durante el confinamiento en una vivienda que le prestaron sus familiares.
Cuando el espacio marítimo y aéreo abran tras la Covid-19, podrá regresar a su país viajando a la península en barco o en avión con su pasaporte y su visado, porque aunque los documentos caduquen ambos países han anunciado la extensión de los plazos de validez.
Sin embargo, no correrán la misma suerte los trabajadores transfronterizos que subsisten en Ceuta y Melilla. Su vuelta a Marruecos depende de que las autoridades les repatrien con la ayuda de los consulados en Almería y Algeciras, siempre y cuando las delegaciones del gobierno de las ciudades autónomas no lo tramiten como una expulsión, que Marruecos no aceptaría, como ha hecho anteriormente, por considerarlas “ciudades ocupadas”.
Políticos y asociaciones de Tetuán y Nador vienen solicitando a Abdellatif Hammouchi, director general de la Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN), que active el nuevo carné de identidad, previsto para enero de 2021, de tal manera que “las personas que no residen en la zona no puedan entrar y salir como lo venían haciendo hasta la crisis del Covid-19”, explica una fuente cercana a la Delegación de Nador. Este documento conlleva renovar el pasaporte y así se limita la entrada a ciudadanos de fuera de la región.