Diferente destino, mismo edificio. El terremoto que se está viviendo en las últimas semanas en el seno de la Guardia Civil ha tenido como principal consecuencia el desmantelamiento de su cúpula. Sin embargo, quienes ocupaban algunos de los puestos más importantes del escalafón parece que no tardarán mucho en volver a reunirse.
Tras ser cesado de manera fulminante por el ministro del Interior, el coronel Diego Pérez de los Cobos solicitó de manera voluntaria ser destinado en comisión de servicio como jefe de la Intervención de Armas y Explosivos (ICAE). Esta unidad se encuentra ubicada en el destacamento de la calle Batalla del Salado, en el centro de Madrid.
Allí, en el cuartel más antiguo de todos, coincidirá con dos viejos amigos del Cuerpo, con los que ha trabajado durante muchos años. Los tres tienen dos cosas en común: todos son coroneles y todos han sido, de un modo u otro, víctimas de las defenestraciones perpetradas por Fernando-Grande Marlaska.
A ese mismo edificio, pero en un puesto diferente, se marcha también el que era su número dos, el coronel Eduardo Gómez, jefe de Operaciones de la Comandancia de Madrid. Desde esta misma semana, Gómez es el jefe de de la Unidad de Protección y Seguridad (UPROSE).
Aunque llevaba tiempo de la mano de Pérez de los Cobos y resultaba el relevo lógico en la Comandancia madrileña, Gómez no gustaba al entorno de Marlaska. Allí se le tiene por un mando de carácter conservador, y ese no era el relevo que buscaban para el puesto. Por eso seleccionaron a un tipo de la confianza del ministro: el teniente coronel David Blanes, jefe de Barajas.
Y allí los dos amigos y compañeros de trabajo se encontrarán con otro de los hombres de confianza de ambos, el coronel Manuel Sánchez Corbí, hasta 2018 jefe de la Unidad Central Operativa (UCO), el departamento que resolvió casos como el asesinato de Diana Quer, el asesinato del niño Gabriel Cruz o innumerables investigaciones sobre la corrupción del PP como la trama Púnica.
Corbí es alguien con quien han compartido todo tipo de operaciones durante las últimas décadas. El reputado coronel lleva dos años destinado como jefe de servicio, también en la propia UPROSE, cuyos efectivos acuden cada día también a ese enorme emplazamiento.
Damnificados
Ellos son solo algunos de los principales damnificados de las polémicas decisiones que el ministro del Interior ha tomado en los últimos meses. Cuando llegó al cargo tras la moción de censura de Pedro Sánchez, muchos saltaron de alegría en el seno de la Benemérita. El magistrado era considerado un juez duro contra ETA y apreciado por algunos sectores conservadores.
Pero nada más llegar comenzaron los problemas. Corbí lo supo antes que nadie. El coronel paralizó las investigaciones de la UCO cuando le comunicaron que no había dinero en los fondos reservados destinados a esos quehaceres. Era verano de 2018. Esa decisión el ministro la vio como un órdago y decretó de manera fulminante su cese.
De esa manera, al estar todos ubicados en el mismo acuartelamiento, los tres amigos coincidirán como poco en los pasillos y en la cafetería. "Podrán sentarse a hablar. Corbí incluso puede asesorar a de los Cobos", afirman fuentes próximas a la cúpula a EL ESPAÑOL. De los Cobos, Gómez y Corbí se juntarán una vez más en la cafetería para comentar lo ocurrido en los últimos meses en el seno de la Benemérita.
El caso de Pérez de los Cobos ha sido la bomba que lo ha hecho estallar todo en las últimas dos semanas. Fue hace dos semanas, el pasado domingo 24, cuando la nueva directora del Instituto Armado, María Gámez, le colocaba en una complicada tesitura. Gámez quería saber el contenido del informe enviado por la Policía Judicial de la Guardia Civil a la magistrada del Juzgado de Instrucción 51 de Madrid tras la investigación penal abierta por la manifestación del 8M.
Él se negó porque no conocía el contenido del mismo y porque no debía conocerlo. Sus hombres solo debían responder ante la jueza.
Gámez le dijo entonces que estaba cesado por “no articular los mecanismos adecuados para que el Ministerio esté informado”. La directora del cuerpo -un cargo político- le explicó que la decisión había sido tomada por la “cúpula del Ministerio" del Interior.
La nota del despido, de carácter reservado, señalaba con claridad que el coronel Diego Pérez de los Cobos, hasta ahora jefe de la Comandancia de Madrid, fue cesado de su puesto de forma fulminante por "no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento".
El cuartel más antiguo
A partir de ahora Pérez de los Cobos depende del general de brigada Santiago Caballero Mendaña, jefe de la Intervención de Armas, Explosivos y Seguridad. Allí tanto de los Cobos como Gómez se sienten amparados por sus superiores.
El destacamento ubicado en Batalla del Salado es el más antiguo de Madrid. Nació como Comandancia de Infantería y Caballería en el ensanche de la zona sur de la ciudad. La construcción del cuartel del sur de Madrid comenzó en el año 1901 en un solar cedido gratuitamente "a favor del Estado, para construir en él el cuartel".
El terreno, tal y como describen los documentos de la época y como recoge el número 854 de la Revista mensual de la Guardia Civil, estaba “situado a las afueras de la Puerta de Atocha, en el sitio denominado de Santa María de la Cabeza, en la zona comprendida entre los paseos de Embajadores y de las Delicias".
Más de 9.000 metros de solar que se convertirían en el que hoy es ya el cuartel más antiguo de Madrid. Antaño, la Benemérita no construía nuevas dependencias, sino que empleaba edificios que eran cedidos por entidades concretas o personas particulares. Pero este fue construido ex profeso por la necesidad que la ciudad tenía en aquel momento de albergar una nueva residencia para los agentes.
En ese lugar pagan ahora su penitencia los tres repudiados por un ministro en el que confiaron desde el principio y ante el cual buena parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad se sienten ya traicionados.