Alfonso Fernández Mañueco (Salamanca, 1965) consiguió ser presidente del PP en Castilla y León por primarias en 2017. Dos años después, se encargó personalmente de dar continuidad a 32 años de presidencias populares ininterrumpidas desde aquella primera vez que el Partido Popular gobernó la región en 1987 con un candidato llamado José María Aznar.
Su carrera política ha discurrido siempre un paso por detrás de Juan Vicente Herrera, presidente de la región durante las últimas cuatro legislaturas. Licenciado en Derecho y con una trayectoria profesional vinculada a la política (ha sido concejal en Salamanca, presidente de la Diputación, consejero, procurador y alcalde de Salamanca), llegó hace justo un año a la Presidencia de Castilla y León donde este viernes recibió a EL ESPAÑOL.
Al contrario que otros colegas de partido, Fernández Mañueco reconoce y agradece al Gobierno de España que durante el estado de alarma le haya atendido cada vez que ha recurrido a él para sofocar una urgencia. "Siempre me han cogido el teléfono", subraya. Una vez que ha conseguido controlar la expansión del virus y situar a Castilla y León en la cola de las regiones afectadas por el Covid, a Mañueco le cambia el rostro cuando piensa en aquellas semanas de infarto donde las cifras de afectados no paraban de multiplicarse. "Ahora hay que extremar las precauciones. No me fío de los rebrotes", alerta.
Casado y con dos hijas, Mañueco es un dirigente que ha sabido escuchar las necesidades de los nuevos tiempos y entiende que los ciudadanos reclaman políticos que aparcan sus diferencias ideológicas para arreglar los problemas de la gente corriente. "Todos tenemos que hacer un esfuerzo por llegar al mayor entendimiento posible". En el último debate de la región, ofreció al PSOE sentarse juntos para desarrollar y negociar los Presupuestos Generales de Castilla y León. Aviso a Madrid.
El líder del PP castellanoleonés consiguió ser presidente autonómico gracias a un acuerdo de Gobierno con Ciudadanos, una alianza que la pandemia ha reforzado. Hace apenas unas semanas cerró un pacto para reconstruir la región basado en 84 puntos concretos, cada uno con su partida presupuestaria. El documento lo firmaron PP, PSOE, Ciudadanos, Podemos y todas las demás formaciones con representación parlamentaria excepto un partido local y Vox. Una utopía en la arena nacional.
Empecemos por la última gran noticia de unos días convulsos. El director del CNI durante la última década, Félix Sanz Roldán, acaba de ser fichado por Iberdrola. ¿Le sorprende, le parece bien?
Es una decisión personal y empresarial. Si el Gobierno de España ha dicho que cumple las normas de incompatibilidad no tengo que decir nada más.
¿No es un caso evidente de puerta giratoria?
Las incompatibilidades que hay para aquellas personas que entramos en política no deben ser una incompatibilidad total, si no nadie entraría en política.
En un país en el que los partidos opinan de todo, sorprende el mutismo general con el que se ha recibido esta noticia: nunca antes el jefe de los espías había fichado por una empresa del Ibex...
Ha sido un servidor público que ha hecho grandes servicios al Estado y que, en un momento determinado, se incorpora a una empresa para desarrollar una labor privada. El Gobierno dice que cumple con la normativa.
La llegada al Gobierno de un partido como Podemos, que cuestiona el régimen constitucional, la Monarquía y el modelo de Estado, coincide con el agravamiento de la crisis de la Corona por las noticias sobre las irregularidades de Juan Carlos I, con el rebrote del separatismo en Cataluña, que tiene elecciones a la vuelta del verano, y con una crisis económica descomunal en ciernes como consecuencia del coronavirus. ¿Ve a España en riesgo?
Todo lo contrario. La Constitución ha demostrado una gran fortaleza a lo largo de estos 40 años y lo ha demostrado en estos momentos. La Monarquía ha servido de garantía para la sociedad española y se lo debemos reconocer. La figura de don Felipe es uno de los mejores símbolos que tenemos de la Nación española.
¿Qué debería hacer el Rey Juan Carlos o la Casa Real para no deteriorar más la imagen de la Corona?
Tiene que ser la propia Casa Real la que considere las decisiones que tiene que adoptar. La Casa Real ya está tomando medidas exigentes, acorde con los nuevos tiempos: se va adaptando a las exigencias de comportamiento, de responsabilidad, de transparencia. No puede ser una institución ajena a la sociedad, sino todo lo contrario, y está demostrando que está preocupada por los problemas de la gente.
Se ha hablado mucho de pactos de Estado pero, a la hora de la verdad, el Congreso solo ha sido capaz de aprobar dos de los cuatro dictámenes de la comisión de Reconstrucción. ¿Falta altura de miras en la política nacional?
Todos debemos hacer un esfuerzo por llegar al mayor entendimiento posible. En estos momentos, las exigencias que nos hace la sociedad es que debemos ir por el camino del diálogo y del consenso. Lo que sí hemos visto es la inestabilidad de un Gobierno en el que sus socios habituales le dan la espalda en determinadas políticas.
El Congreso no es el mejor ejemplo de consenso y diálogo.
Ha habido momentos en los que ha habido cierta tensión, pero es verdad también que ha habido grandes acuerdos: el ingreso mínimo vital, el decreto ley de nueva normalidad. También se han aprobado dos de los cuatro dictámenes de la comisión de reconstrucción.
Castilla y León consiguió sellar un gran pacto por la reconstrucción que firmaron PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos. Acordaron 84 puntos con compromisos concretos, también con cuantías económicas fijadas, en los que se aborda desde la sanidad hasta los servicios sociales, pasando por el empleo y las empresas, las becas o los impuestos. ¿Cómo lo ha conseguido? ¿En qué cedió el PP y en qué el PSOE para conseguirlo?
Durante todas las semanas que duró la pandemia hablé prácticamente todas las semanas con el líder de la oposición. Los miembros de la Junta de Castilla y León también hablaban con otros representantes de las distintas fuerzas políticas.
Pusimos encima de la mesa un documento bastante aceptable, creíble, sólido. El PSOE también hizo sus aportaciones. Hubo diferencias y voy a poner un ejemplo sobre uno de los principales escollos. Nosotros queríamos bajar los impuestos -el de sucesiones- y el PSOE quería subirlos. ¿Dónde nos encontramos? En el medio: ni se suben ni se bajan. Todos hemos tenido que hacer grandes esfuerzos para llegar a un acuerdo del que solo se quedó fuera un partido local, UPL, y Vox.
En el último debate del Estado de la Región ofreció al PSOE pactar los presupuestos de Castilla y León para dar "ejemplo" a otros dirigentes. ¿Anima a Pablo Casado a que se siente a negociar los Presupuestos Generales del Estado con Sánchez?
Hemos hecho del diálogo y del entendimiento un espacio en Castilla y León. Hemos sido capaces de generar un lugar de concordia y entendimiento provechoso para la sociedad de Castilla y León. En ese sentido, Pablo Casado está demostrando que es el presidente de un partido de Estado y que está a la altura en asuntos de Estado.
Respecto a los Presupuestos, él tiene que tener bien claro qué es lo mejor para España. En cualquier caso, sentarse a hablar, debatir, dialogar, me parece siempre algo positivo.
Acaba de cerrarse el acuerdo europeo para tratar de afrontar en las mejores condiciones posibles el golpe de la epidemia. ¿Le parece un buen acuerdo? ¿Será bueno para Castilla y León?
Al margen de que falta la letra pequeña, tendremos que verla, Castilla y León como comunidad autónoma quiere participar. Creemos y queremos que los criterios sean justos y equitativos. Ha habido fondos no reembolsables donde los criterios eran perniciosos con Castilla y León, y lo que queremos es que estos fondos lleguen a las comunidades, participemos y sean equitativos sobre todo la España del interior, esa España que en otros tiempos no recibió el apoyo e inversiones que se necesitan
Esos fondos tienen que apostar por elementos tan fundamentales como la transición justa. Es algo que consideramos fundamental. Queremos también apostar por la modernidad y en eso es fundamental la transformación digital. No me refiero sólo a llevar internet a todos los pueblos, tenemos que conectar territorios, y esa transformación tiene que ser capaz de llegar a los servicios públicos; a que, por ejemplo, la telemedicina sea una realidad en todos los rincones de la región.
Respecto al acuerdo europeo tenemos miedo en varios aspectos. La Política Agraria Común parece que va a salir perjudicada y, por lo tanto, Castilla y León. El Gobierno de España tiene que compensarlo de alguna manera.
Tercer elemento: parece que los fondos del Banco Europeo de Inversiones van a reducirse. En Castilla y León tenemos muchas esperanzas puestas ahí para fortalecer el sector empresarial en nuestra comunidad.
¿Debería haber felicitado Pablo Casado al presidente del Gobierno por los 140.000 millones de fondos europeos que recibirá España?
Estas ceremonias muchas veces son más efectistas que efectivas. Vamos a ver la letra pequeña, pero cuanto más se consiga mejor. Lo que creo es que el presidente del Gobierno tendría que haber ido con una posición de Nación para defender los intereses de nuestro país.
¿Cómo está la situación sanitaria ahora en Castilla y León? ¿Saben ya por qué ha sido la tercera comunidad con más casos de Covid en España?
Estar tan cerca de determinados focos originarios es lo que nos ha generado esta situación. En aquel momento tuvimos las provincias con mayor tasa de contagio de toda España. El inicio de la alerta sanitaria tenía un origen internacional, todo el mundo sabe quién tiene las competencias en el ámbito de alerta sanitaria internacional. Lógicamente, se podía haber gestionado mejor el control del movimiento de las personas.
Hoy, gracias a la apuesta por la seguridad sanitaria, estamos en el puesto 12 o 14 de afectados. La apuesta por la seguridad sanitaria nos permite afrontar el futuro, convertir un problema en una oportunidad; mirar al futuro para la reactivación económica y, sobre todo, esa seguridad sanitaria nos permite también que seamos capaces de apoyar a aquellas personas, familias y empresas que lo necesitan.
¿Hasta qué punto le preocupan los rebrotes? ¿Volveremos a llegar a ese pico tan alto?
Espero que no, pero tengo que mandar un mensaje de prudencia y, si me apuran, de respeto frente al virus, porque está entre nosotros y, cuando no se tiene cuidado, cuando no se adoptan las medidas adecuadas, se puede descontrolar la situación. Lo estamos viendo.
En Castilla y León tenemos un equipo de 500 rastreadores que recorre toda la región para detectar casos y posibles contagios. Superamos la media de PCRs de España: hacemos unos cien por cada mil casos. Nos hemos anticipado, hemos sido ambiciosos en el control de los rebrotes. Los 500 rastreadores y la atención primaria son nuestra mayor defensa.
Castilla y León no es ajena a las tensiones identitarias. Hace siete meses, el Ayuntamiento de León aprobó una moción para separarse de Castilla junto a Salamanca y Zamora. ¿Cómo está ese asunto? ¿Puede ser un problema en el futuro?
Siento un respeto profundo hacia lo que cada uno quiera sentirse. Creo que el componente histórico hay que dejárselo a los historiadores y lo que tenemos que gestionar en estos momentos es la realidad jurídica y constitucional que tenemos, que es una España de las autonomías donde en 1983 se optó por un mapa autonómico compuesto por Castilla y por León.
Hay que apostar por políticas de entendimiento y de tender puentes. Aquellas políticas que tienen su origen y su base en la ideología nacionalista, que quieren levantar muros y cavar trincheras, están orientadas al fracaso.
En la pandemia, la Junta de Castilla y León ha demostrado una utilidad a las personas de Castilla y León. Y ha sido más fácil porque juntos somos más fuertes.
Hace justo un año que llegó a la Presidencia de Castilla y León. ¿Cómo es su relación con el vicepresidente Francisco Igea?
Es buena, cercana, sincera y puedo decir que de amistad. Hemos encajado bien en lo personal, eso no quiere decir que coincidamos 100% en todo. Somos capaces de entendernos y su fuerza y su energía encajan perfectamente con la paciencia y la prudencia que yo le aporto. Nos complementamos. El pacto que sustenta el Gobierno autonómico que firmaron PP y Cs se cumple, está más vivo que nunca, está siendo eficaz. Los ciudadanos que viven en la región lo reconocen y lo valoran.
¿Cree que PP y Cs deberían ir bajo las mismas siglas en las elecciones en Cataluña?
No conozco la realidad catalana, es una decisión que tendrá que tomar el partido en Cataluña y en España. En cada momento y en cada circunstancia se tienen que valorar muchos factores y muchos elementos. Lo que se decida hay que respetarlo.
¿Fue un error presentarse juntos a las elecciones en el País Vasco?
Es una decisión que se tomó en un momento determinado. Todos lo analizamos como positivo en esa situación, pero hemos tenido los resultados que hemos tenido.
¿Qué opina sobre el giro que ha dado Inés Arrimadas a Ciudadanos?
Me gusta ser respetuoso con otras fuerzas políticas, y más cuando somos socios de gobierno. Creo que tiene que encontrar un sitio. Es una fuerza política que entró en el panorama político con una fuerte personalidad con un político de primera como Albert Rivera y ahora Inés Arrimadas tiene que demostrar que su proyecto político puede superar la figura de Rivera.
¿Lo conseguirá?
Le deseo el mayor de los éxitos.
¿Qué lección debe aprender el PP nacional de la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo en Galicia?
Los ciudadanos en la región apostaron por la centralidad, por la experiencia, por la moderación. No son encuestas, no es un análisis político: son hechos.
En Galicia, en Castilla y León y, en general, la sociedad en su conjunto, lo que quiere son fuerzas moderadas que sean útiles y capaces de resolver los problemas de la gente. Feijóo lo ha demostrado con eficacia a lo largo de más de una década.
¿Descarta definitivamente a Feijóo como candidato a dirigir el PP nacional algún día?
¿Algún día? (Bebe agua). No lo sé. Me remito a sus declaraciones: él tiene un compromiso firmado con los gallegos.
¿Qué cambios introduciría usted en la dirección nacional del PP para seguir la estela del éxito del PP gallego?
Si hubiera que hacer cambios se los diría personalmente a Pablo Casado. Ese camino que está marcando la mayoría absoluta de Feijóo es un camino que marca una línea de éxito.
Hablando con usted una tiene la sensación de que sigue habiendo dos maneras distintas de hacer política dentro del PP. Una, más conciliadora, la que representa usted mismo y otros dirigentes como Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno, José Luis Martínez-Almeida... Otra más beligerante, en la que estarían la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso o la portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo. ¿No distorsiona eso el mensaje del partido?
Yo creo que no. Coincido en muchísimas cosas con Isabel Díaz Ayuso. Si acaso son peculiaridades territoriales o cuestiones puntuales o formales. En esencia estamos básicamente de acuerdo en la necesidad de que haya una alternativa de Gobierno al PSOE. El PP debe ser capaz de englobar a cuanta más gente, mejor. Tiene que volver a ser un partido transversal que abrigue todas las sensibilidades que existen en ese espacio de moderación en nuestro país. Ese es el planteamiento. y en esa línea trabaja Pablo Casado.
¿No es un problema entonces a solucionar que existan dos visiones tan distintas del PP?
En estos dos años que Pablo Casado lleva como presidente del PP hemos estado en una situación permanente de emergencia. Después de la moción de censura no se aprobaron los Presupuestos, hubo elecciones generales, autonómicas. Antes, las andaluzas. Y, si no tuviéramos poco, después de formar gobierno viene la pandemia. Hemos estado dos años de permanente estado electoral.
Ahora va a haber un periodo de reflexión, de sosiego, donde el PP va a presentar a la sociedad un proyecto de cambio, de alternativa, de modernidad, de crecimiento económico y de creación de empleo.
Vox sigue siendo un quebradero de cabeza para Pablo Casado. Si el presidente de su partido le pidiera consejo, ¿cómo le recomendaría tratar a Santiago Abascal: como enemigo o como socio preferente?
Ni como un enemigo a batir ni como un socio preferente. Pablo Casado tiene que atraer a todas las personas que en un determinado momento votaron al PP en el pasado y que, por las circunstancias que hayan sido, han dejado de votarnos. Tiene que abrir las manos a esas personas, a esos votantes, a esa sociedad que confió en el Partido Popular. Eso se consigue no mirando a un lado o a otro, a una persona u a otra. Se hace presentando un proyecto sólido, moderado y experimentado.