Han pasado diez días desde que Zarzuela anunció que Juan Carlos I instalaría su residencia fuera de España y, desde entonces, la Casa del Rey se ha desmarcado por completo de las informaciones que le sitúan en un determinado lugar o en otro.

El rey Felipe VI retomó su agenda institucional como si nada pasara tres días después de conocerse el exilio de su padre. Este miércoles, recibía al presidente del Gobierno en su despacho oficial de verano en el mallorquín Palacio de Marivent. 

Después del encuentro, el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez informó sobre los temas que había abordado con el jefe del Estado, pero no hizo mención alguna al destino del Emérito.

Tras varias preguntas consecutivas de periodistas, el presidente del Gobierno subrayó que el Gobierno y la Corona son "instituciones distintas" y que, por tanto, corresponde a la Casa del Rey y no a Moncloa informar sobre este asunto.  

Sánchez volvió a escudarse en que no tiene esa información para no responder, como ya hizo en su última rueda de prensa del curso desde el Palacio de la Moncloa. Esta vez, sin embargo, optó también por derivar la responsabilidad de dar esa información al "propio afectado" o a la Casa del Rey, la institución que hoy dirige Felipe VI. "Una cosa es el poder Ejecutivo y otra la Jefatura del Estado", recalcó.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, reconoció el lunes desde Argelia que la seguridad del anterior jefe del Estado "concierne al Estado español". Sin embargo, se alineó con la estrategia pactada desde Moncloa y aseguró que es "oportuno" no dar ningún dato sobre su paradero. 

Especulaciones

La estrategia del silencio impuesta en Zarzuela ha desatado todo tipo de especulaciones que sitúan a Juan Carlos desde Portugal hasta República Dominicana pasando por Abu Dabi. 

Una de las pocas certezas que se tiene es que Juan Carlos cenó el domingo en Sanxenxo, se alojó en casa de su amigo Pedro Campo, presidente del Club Náutico, y aprovechó para despedirse de algunos los miembros de la tripulación del Bribón. A ellos les dijo que se iba -sin determinar dónde- y que sería algo más largo que unas vacaciones, pero en ningún momento habló de una marcha definitiva. 

Cuando Casa Real distribuyó el lunes 3 de agosto a las 18.00 horas el comunicado que recogía esta histórica decisión, la pregunta que nadie respondía era dónde estaba el Rey Emérito. A día de hoy, se sigue desentendiendo del tema. Las primeras informaciones lo situaron en Portugal, pero hubo confusión sobre en qué punto del país vecino se localizaba.

En un principio se dijo que se le había visto en Estoril, la ciudad donde su padre Juan de Borbón estuvo exiliado y donde Juan Carlos pasó su infancia. Al día siguiente lo situaban en Setúbal, a 35 kilómetros al sur de Lisboa, en una finca que pertenece a la familia Brito e Cunha-Espírito Santo. 

República Dominicana

Apenas unas horas después llegaron informaciones que aseguraban que el padre del Rey había cruzado el Atlántico y estaba en la República Dominicana, hospedado en casa del magnate azucarero Pepe Fanjul, empresario amigo íntimo suyo. El propio magnate salió a decir públicamente que Juan Carlos era amigo suyo y que estaría encantado de ayudarle en un momento tan delicado como este.

Cinco días después de que trascendiera que Juan Carlos ya no dormía en suelo español se supo que el Emérito salió el lunes 3 de agosto a las 10 de la mañana en un jet privado desde Vigo hasta Abu Dabi. Unas horas después se publicó una fotografía en la que se ve al monarca bajando del citado avión en Emiratos Árabes

Tras confirmarse este viaje, se barajó la posibilidad de que simplemente fuera un lugar de tránsito para llegar hasta un destino mucho más alejado. Entonces se especuló si Juan Carlos se instalaría en Nueva Zelanda. Años atrás, confesó a su círculo más íntimo que si algún día abandonara España elegiría este lugar, el paraíso para cualquier regatista. Otra de las grandes dudas que envuelven este exilio es quién acompaña al Emérito en su momento vital más complicado.

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