El número dos de la Policía Autonómica Gallega, la unidad de la Policía Nacional adscrita a la Xunta de Galicia, se acaba de proponer a sí mismo al Ministerio de Interior para recibir la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo, una condecoración pensionada de por vida, por una operación llevada a cabo durante la pandemia en la que se detuvo a las puertas de su casa a una única persona acusada de un presunto delito de robo de mascarillas.
La operación que sería merecedora de esa medalla policial, para la cual se proponen a otros agentes que participaron en el operativo, se saldó con el registro de una nave industrial a las afueras de Santiago de Compostela a principios del pasado mes de abril. Las unidades recibieron un chivatazo que señalaba aquel lugar como un almacén en el que podía haber material necesario para paliar el avance del virus. En el registro se advirtió que el inmueble estaba absolutamente vacío y que no había allí ni rastro de los productos sanitarios indicados.
Según ha podido conocer EL ESPAÑOL a través de las actas de las reuniones en las que se discutió esta materia, el inspector jefe Antonio Fernández Criado ostentaba en aquel momento la Jefatura accidental de la Unidad. Era el número uno en funciones debido a la jubilación del anterior Comisario Jefe, su superior directo. Es su firma la que va estampada en el documento de esa reunión.
Fue en ese momento, en la reunión que se mantuvo en la mañana del pasado 5 de mayo, cuando propuso varios nombres, entre ellos el suyo, por "el hecho concreto" de "dirección, investigación, entrevistas y otras gestiones relacionadas".
Por ley, la condecoración con distintivo rojo de la Policía Nacional otorga a quien la obtiene una pensión vitalicia. Desde que se obtiene hasta incluso después de la jubilación, el agente en cuestión recibe un 10% de su salario a mayores del sueldo o de la pensión.
La misma legislación, la Ley 5/64, que regula la reglamentación de la Orden del Mérito Policial dispone tan solo cuatro supuestos para entregar ese elevado galardón: resultar herido en acto de servicio, participar en tres o más operativos en los que medio una agresión con el uso de armas, realizar en circunstancias de peligro para su persona, "un hecho abnegado o que ponga de manifiesto un alto valor en el funcionario" o realizar un hecho extraordinario que entrañe un importante riesgo o peligro, patente a nivel personal.
Es por eso que diversas fuentes presentes en aquellas reuniones, como la Unión Federal de Policía (UFP), se preguntan cuál pudo ser el extremo riesgo, ese peligroso acto de servicio en el que participó el pequeño equipo investigador comandado por el número dos de la Autonómica. EL ESPAÑOL ha intentado recabar la respuesta de los agentes en cuestión, sin obtener, al cierre de esta edición, respuesta alguna. Desde vicepresidencia de la Xunta se limitan a apuntar que " en concreto, se propone la concesión de 12 cruces al mérito policial para los efectivos que participaron en la operación".
La operación en cuestión
El caso se retrotrae a principios del pasado mes de enero. Acababa de detectarse en la isla de La Gomera el primer caso de coronavirus en España. La Organización Mundial de la Salud todavía no consideraba como pandemia a la Covid-19.
En aquellos días, en una de las naves del polígono industrial de Tambre, a las afueras de la capital gallega, se acercaron varios camiones para llevarse una ingente cantidad de material sanitario que permanecía allí desde años atrás. El local, perteneciente a la compañía balear Oxidoc, estaba cerrado desde entonces, y la empresa hacía 5 años que había entrado en concurso de acreedores.
Los vehículos, según la investigación policial, habían llegado al lugar a través de un intermediario, el agente inmobiliario Javier Conde Fiestras, un tipo cuya dedicación consistía en encontrar, sin éxito, un comprador para aquel almacén. Según fuentes cercanas a la investigación, Fiestras trató de colocar los productos albergados en aquella nave industrial, alrededor de dos millones de mascarillas, a unos intermediarios procedentes de Portugal.
Los hombres, cuando llegaron allí, se encontraron con que las mascarillas estaban caducadas, así que las extrajeron de las cajas y de las bolsas en las que estaban almacenadas para eliminar cualquier rastro que las vinculase con la empresa propietaria de la nave. De ese modo, a principios del mes de febrero, todavía lejos de sentir el coronavirus como una amenaza cerca, más lejos aún el pico de contagios en España, aquel lugar fue totalmente desvalijado. Allí solo quedaron miles de cajas vacías de cartón.
Dos meses después, a principios de abril, se buscaban los recursos sanitarios hasta debajo de las piedras. A unidad de Policía Nacional adscrita a la Xunta de Galicia, tal y como confirmó el vicepresidente Alfonso Rueda el día en que se registró el lugar, le llegó un aviso de que en ese emplazamiento podía existir una ingente cantidad de material con el que nutrir a los servicios sanitarios de más medios para combatir el virus.
Una sencilla detención
La nave estaba cerrada. Cuando llegaron los agentes, comandados por el número dos de la Policía Autonómica, el Inspector Jefe que ahora se propone a sí mismo para la medalla pensionada, se la encontraron totalmente vacía. No tardaron en percatarse del robo, y las pesquisas, la revisión de las cámaras de seguridad del entorno, les condujeron hacia ese empresario de Santiago, Conde Fiestras, encargado de encontrarle un comprador a la nave.
Conde Fiestras fue detenido con toda paz a las puertas de su casa de la ciudad del Apóstol. No ofreció resistencia. Se le acusa de un delito de robo con fuerza y otro de delito contra la salud pública, debido al las circunstancias en las que se produjo el mismo, con el mundo a las puertas de la pandemia. Conde Fiestras, según fuentes del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) se encuentra en libertad con cargos.
El lunes 6 de abril, Alfonso Rueda, vicepresidente de la Xunta de Galicia, acudió al lugar de los hechos para atender a los periodistas ante un lugar desvalijado. A fecha de hoy parece que todavía no se ha recuperado ningún material sanitario sensible. Mientras, tras esa peligrosa operación, el número dos de la Autónomica figurará entre los candidatos a recibir uno de los más elevados galardones en el seno de la Policía.
Fue el 22 de junio de este mismo año cuando, en una de las reuniones con el Inspector Jefe Fernández Criado, todavía en funciones ante la ausencia de un nuevo comisario, se le preguntó dónde estaba el riesgo, el peligro, dónde estaba y cuál era el motivo por el cual se proponía a sí mismo y a los que formaron parte de aquel fugaz operativo para ese distintivo. Él les manifestó, textualmente, "que el hecho concreto fue por la aparición de mascarillas en una nave".
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