ETA. ETA. ETA. Sin ningún motivo aparente más allá de la casualidad temporal, la banda terrorista ETA vuelve a los recuerdos de los españoles muy a menudo estos días. Está en la -brillante- serie de Prime Video, en la adaptación de la Patria de Fernando Aramburu que este domingo emite su último capítulo. Está también en la figura de Josu Ternera, ahora que Francia acuerda la entrega a España del terrorista, y, por supuesto, está en el discurso político diario, que nunca ha llegado a abandonar. Pero hay una persona para la que está especialmente presente estos días: para el líder de Vox, Santiago Abascal.
La noche de este sábado la tienda Moda Abascal de Amurrio (Álava), regentada en la actualidad por la madre y la hermana del político, ha sido vandalizada. Tres encapuchados han tirado dos piedras que han provocado daños menores y han pintado en su escaparate “Ea hau gustoko duzun, faxista”, en euskera, lo que en castellano significa “A ver si te gusta esto, fascista”. Y ahí ha latido la memoria de Santiago Abascal.
“No han podido romper las lunas y quemar el comercio porque los cristales están blindados desde el año 1999, año en el que los socios de Sánchez e Iglesias ya nos quemaron la tienda en febrero y lo volvieron a intentar en agosto”, ha publicado el líder de Vox en su cuenta de Twitter. Al margen de la utilización política del incidente para arremeter contra el Gobierno, Abascal se refiere al episodio en el que la tienda, aún regentada por su padre, Santiago, que era concejal en el PP de Amurrio, fue atacada por miembros de la izquierda abertzale con cócteles molotov que provocaron un incendio y que supusieron una pérdida de millones de pesetas para la familia, además del miedo que provoca una situación así. A ello, había que sumar cartas amenazando de muerte firmadas directamente por ETA.
Pero este no es el único episodio que, durante los últimos días, ha retrotraído la mente de Abascal a esa época en la que ETA mataba. El pasado 13 de octubre daba el pistoletazo de salida en la Audiencia Nacional de Madrid el juicio contra María Soledad Iparraguirre, conocida bajo el nombre de Anboto. Iparraguirre fue una destacada dirigente de ETA que ahora acumula 12 causas judiciales y que se estrenó en el asesinato de Estanislao Galíndez, cartero de Correos, amigo de Santiago Abascal padre e hijo, y que supuso para el ahora líder de Vox el darse cuenta de que la banda terrorista mataba de verdad. Y mataba de cerca.
El 26 de junio de 1985, Estanislao -Estanis, como aún le llama Santiago Abascal- iba con su bicicleta hacia la oficina de Correos de Amurrio. Era poco antes de las 9.00 de la mañana. A la altura de un colegio, un coche pegó un volantazo para cortarle el paso y de él se bajaron tres etarras, dos hombres y una mujer. Le dispararon, a bocajarro, dos tiros en la cabeza y uno en el pecho, a la altura del corazón. Mientras agonizaba en la cuneta tuvo tiempo para que llegara un cura que le administró la extrema unción. Ese sacerdote era el hermano del cartero.
Todo esto, ahora resuena en la cabeza del líder de Vox.
“Inadmisible” para EH Bildu
La mañana del 20 de febrero de 1999, un 20 años más joven Santiago Abascal volvía a su casa en Amurrio tras una noche de fiesta. Iba con su novia, a la que acababa de dejar en su portal. Mientras escuchaba la radio, tras las noticias sobre las nuevas operaciones de la OTAN en Kosovo, el ahora líder de Vox escuchó que unos encapuchados habían lanzado cócteles molotov contra el comercio de un concejal del PP en Amurrio. No tardó en darse cuenta de que se trataba de su padre y sintió una angustia sin precedentes porque la radio no contaba en qué estado estaba su familia, si les había pasado algo o no.
Esto lo cuenta el propio Santiago Abascal en su biografía No me rindo, dedicada en su mayoría a contar cómo él y su familia fueron perseguidos por ETA. El incidente le marcó tanto que la palabra “tienda” aparece 36 veces en el libro, la mayoría de ellas para referirse al ataque. En la fotografía que abre este reportaje se puede ver al padre de Santiago Abascal, así como a su abuelo, Manolo, acompañados de Carlos Iturgaiz.
“Mientras fundía los radares al veloz paso de mi coche, pensaba que tantos sueños y tanto esfuerzo habían quedado de la noche a la mañana reducidos a cenizas”, cuenta el político. “Porque la tienda que ahora regentaba mi padre, la había inaugurado el suyo. (...) Para poner en marcha el negocio, el abuelo tuvo que pedir prestado, y la devolución de la última peseta siempre fue para él motivo de orgullo. Ahora tocaba volver a empezar. Y más tarde, lo mismo. Porque a los 19 millones (de pesetas) en daños habría que sumar, meses después 900.000 pesetas por la rotura a pedradas de los cristales. Cuando por fin llegué, recuerdo que, en mitad de la ruina, dignísimo, rocoso, estaba mi padre”, narra en el libro.
Tanto Santiago padre como hijo eran miembros destacados y conocidos del PP en un País Vasco en el que, para muchos, también de otros partidos, eso formaba una especie de condena a muerte. Después del ataque vio como había gente que dejaba de comprar o algunos que aunque no dejaran de frecuentar el negocio, pedían que sus compras fueran introducidas en bolsas que no llevaran el logo de Moda Abascal.
Han pasado 20 años y se ha repetido una situación que, aunque no tan grave, suena similar. Pero Abascal ya no es un concejal del PP sino el líder de Vox. Y no ha dudado en hacer uso político del ataque vandálico, que está siendo investigado por la Ertzaintza, culpando a los “socios” del presidente, Pedro Sánchez, y su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, de aquello que pasó en 1999. Se refiere, por supuesto, a EH Bildu que con su abstención posibilitó la investidura del Gobierno de coalición.
Los miembros de EH Bildu en Amurrio, sin embargo, han condenado el ataque a la tienda, aunque no han hecho referencia directa a Santiago Abascal. “EH Bildu Amurrio considera inadmisible el ataque que recibió una familia del municipio en su tienda anoche”, ha compartido la formación política en sus redes sociales este domingo. También se ha sumado a las condenas el líder del PP, Pablo Casado, que ha contactado con su rival por primera vez desde que el pasado 22 de octubre rompiera con él en un discurso en el Congreso de los Diputados y que será recordado.
El cartero de Amurrio
El otro elemento que estos días resuena en la memoria de Santiago Abascal tuvo lugar algo antes que el ataque a la tienda, cuando el líder de Vox gastaba sólo 11 años, en 1985. En su libro No me rindo recuerda que esos últimos días de junio se encontraba visitando a sus abuelos -al abuelo Luis y a la abueliña María Jesús- en Sevilla.
“Acabábamos de almorzar en la casa en la que vivían de alquiler los abueliños y pasamos al salón a ver las noticias”, relata. “De todas las cosas que ocurrieron en el mundo aquel día y que el editor del telediario tuvo a bien considerar noticiables sólo recuerdo una que, al contrario de las otras, influiría en mí hasta el punto casi de señalar los derroteros políticos por los que habría de transitar mi vida. De pronto, uno de esos viejos y plastificados carnés de identidad, azulones y ribeteados con los colores de la bandera nacional, ocupó la pantalla entera del televisor. El número del documento, la huella dactilar en él impresa y la foto correspondían a un mismo titular: Estanislao Galíndez Llano, de profesión cartero. ETA acababa de cobrarse una nueva víctima”, añade.
Aunque Santiago Abascal no tenía, ni de lejos, la edad del conocido como ‘cartero de Amurrio’, este suceso le impactó notablemente porque sí que era amigo de su padre. De hecho, solía pasarse a menudo por la tienda Moda Abascal para hablar con el padre. Tras su asesinato, ETA mandó una carta a los medios de comunicación en la que le acusaba de haber colaborado con la Guardia Civil.
Ahora, tanto tiempo después, una de los autores de ese crimen, está siendo juzgada. Es María Soledad Iparragirre, cuyo nombre de guerra era el de Anboto. Tras ser entregada a las autoridades españolas por parte de la Policía de Francia, la Audiencia Nacional ordenó el pasado 4 de septiembre su ingreso en prisión incondicional. Ahora tiene 12 causas pendientes que oscilan entre el asesinato, instrucciones para atentar o entregas de armamento. No en vano fue una una histórica dirigente de la banda terrorista.
El juicio por una de esas causas, por dar instrucciones para atentar contra una comisaría en Oviedo, en 1997, arrancó el pasado 13 de octubre. El propio Abascal recordó en Twitter quién era ella y qué había hecho con su amigo. Al margen de las series que se emiten estos días, ETA no termina de abandonar a Santiago Abascal.