Antes de entrar en España, en vísperas de Navidad, el líder de la célula yihadista, un joven de tan solo 30 años de edad, había expresado su intención de cometer un atentado en Europa. Su paradigma, el modelo que pretendía seguir a la hora de llevar a cabo un nuevo ataque, era el de emular a ese lobo solitario de origen macedonio que provocó la masacre de Viena, Austria, a principios del pasado mes de noviembre.
El primer lunes de ese mes, el día 2, aquel hombre salió a la calle armado con un fusil de asalto y un machete y acabó con la vida de 4 personas. Dejó heridas a otras 23. Se había fijado en aquel atentado individual, tal y como adelantó este lunes EL ESPAÑOL, un golpe con los medios justos, con armas adquiridas en el mercado negro. Era ese el crimen que pretendía perpetrar junto a sus secuaces.
El cabecilla de esta célula, ya en prisión por orden de la Audiencia Nacional, ya lo había manifestado en mensajes que luego detectaron los investigadores. A raíz de esa información y de otras recibidas desde los servicios de información argelinos, y de las advertencias del FBI, los investigadores de la Policía Nacional supieron de la llegada a territorio nacional de ese yihadista "potencialmente peligroso" y de uno de sus adláteres, un joven de 26 años de edad, también radicalizado en el ideario propio de esta organización y con ganas de actuar.
Todos eran argelinos y viajaron hasta Barcelona con identidades falsas. Uno de ellos se infiltró como un individuo de nacionalidad libia. Llevaban a su vez documentación con la que se hacían pasar igualmente por ciudadanos marroquíes.
Objetivo Francia
Los tres yihadistas fueron detenidos este pasado fin de semana por la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional. En una fecha indeterminada entre ese atentado en Viena y vísperas de Navidad, tanto él como uno de sus acólitos, el segundo de los detenidos, lograron acceder a territorio desembarcando en una patera que había cruzado las aguas del Estrecho de Gibraltar.
Los tres estaban habituados a departir sobre atentados recientes como ese de Viena, que ya habían tomado como objetivo a alcanzar, pero además se habían fijado en otros, como el perpetrado por el Estado Islámico en Niza en el verano de 2016. Hablaban de ataques, de armas blancas, y de que Francia podía ser finalmente su destino.
Según confirmaban este pasado lunes a EL ESPAÑOL fuentes de la Audiencia Nacional, ambos habrían desembarcado en Almería para después dirigirse a Barcelona. Allí les esperaba el tercero de los detenidos. Más mayor, 35 años, más experimentado y con conocimiento en el terreno, su encargo no era otro que el de encargarse de la logística de este presunto comando.
Fue él quien les instaló en un piso como okupas en la Ciudad Condal, compartiendo apartamento con otra persona que nada tenía que ver con los planes que este grupo había comenzado a maquinar pero que también contaba con identidad falsa y antecedentes policiales.
Todavía no les había dado tiempo a planear nada, pero los investigadores detectaron su presencia y se pusieron manos a la obra al recibir información de que se trataban de varios individuos de acreditada peligrosidad.
Combatiendo con Daesh
Fuentes de la investigación aseguraban este lunes a EL ESPAÑOL que ahora saben que el líder de la célula había estado combatiendo dos años en las filas del Estado Islámico en Iraq. Los agentes se encuentran ahora recorriendo el camino inverso: su objetivo es tirar del hilo para trazar el historial y la vida que habían llevado a lo largo de los últimos años todos los arrestados en la operación.
Por eso saben ahora que este individuo, en el año 2018, intentó entrar de manera clandestina en Europa a través de Turquía después de haber luchado junto al ISIS. Allí fue detectado, y Turquía lo expulsó a Senegal. Desde ese país fue moviéndose para retornar a su tierra natal. El hombre se ve obligado a transitar también por Mauritania, hasta alcanzar territorio argelino.
Tras ese periplo continuó su actividad pro-DAESH. Una vez regresó a Argelia el líder del grupo desmantelado en Barcelona se habría vinculado a la organización Al Katibet Ghoraba, la franquicia del mencionado grupo terrorista en el norte de África, contra la cual, apuntan fuentes policiales, se han realizado importantes operaciones precisamente a lo largo de los últimos días.
No les quitaron el ojo de encima, y vigilaron el piso de Barcelona desde Navidad hasta este pasado fin de semana cuando decidieron detenerles. Los yihadistas estaban siendo muy cuidadosos con con sus movimientos, y habían adoptado "fuertes medidas de seguridad" para que nadie pudiera detectarles.
Una persona más que había convivido con ellos sirvió de avanzadilla durante el período navideño. Viajó a Francia, y allí fue apresado por las autoridades del país después de que los investigadores españoles les avisaron de la llegada del terrorista. Ese detenido, menor de edad, también decía ser libio cuando en realidad procedía de Argelia, como todos los demás detenidos en territorio nacional.
Con la cercanía del temporal Filomena, que ha cubierto a España de nieve este pasado fin de semana, los agentes estimaron que se podía dificultar su localización permanente. Por eso decidieron proceder a su inmediata detención, neutralizando así "una amenaza para la seguridad pública".
Los agentes no hallaron ningún arma tras registrar el inmueble. Tampoco elementos o dispositivos precursores que pudieran servir para fabricar explosivos con los que atentar. Apenas acababan de llegar y no les había dado tiempo a adquirir ninguno de esos elementos. Sí que se incautaron de diverso material electrónico, que todavía tiene que ser analizado por los especialistas en la lucha contra el terrorismo yihadista.