En un mundo de eslóganes, pocos hay más peligrosos que el "hay que doblar la curva" cuando no se sabe muy bien lo que se está diciendo. En rigor, la curva de contagios se dobla en cuanto el incremento va disminuyendo y eso no es demasiado complicado salvo que seas Europa y corra el invierno de 2020. Las apelaciones al “crecimiento exponencial” pueden tener su sentido en abstracto, sobre una tabla de Excel, pero no tanto en la realidad que erosiona.
Eso es lo que está pasando en España, donde el peor fin de semana en casos -93.822 nuevos contagios detectados en tres dìas- no debe impedirnos ver que la incidencia acumulada de la última semana es prácticamente idéntica a la que veíamos el viernes. El incremento se agota. La curva se dobla. Otra cosa sería profundizar en cuánto tiempo vamos a pasarnos así y qué vamos a hacer para que no nos rebote cual goma elástica en cualquier momento.
Las medidas que las distintas comunidades autónomas han ido tomando son suficientes para contener el virus, es decir, para evitar que siga descontrolado. En general, se han tomado tarde y basándose en el principio de "solo lo haremos cuando ya se haya disparado todo, nunca antes", pero se han tomado y, efectivamente, si se hacen cumplir debidamente, equivalen a un confinamiento… con el trabajo, el colegio y la universidad como excepciones.
El asunto, ya digo, es qué podemos esperar de esta estabilidad. En los últimos siete días, se han detectado 197.343 casos, lo que supone una incidencia acumulada de 419,64 por 100.000 habitantes. El pasado lunes, este indicador estaba en 379,36, lo que quiere decir que subimos "solo" a un 10,61 % frente al 54,92% de la semana anterior. El siguiente gráfico es bastante esclarecedor al respecto:
Lo bueno, además, es que esta bajada, igual que la subida previa, es casi generalizada, aunque Asturias, Andalucía y País Vasco siguen presentando incrementos importantes. Lo malo es que es insuficiente. "Doblar la curva" no es el final de nada, es el mínimo exigible a estas alturas. Cuando te enfrentas a un volumen de casos así, sabes que tienes por delante al menos diez días de incremento de la presión hospitalaria.
Los ingresos se seguirán contando por miles -solo este domingo se registraron 2.842 y la prevalencia ha aumentado hasta 30.483, un 31,48% más que el pasado lunes- y tardaremos hasta encontrar un equilibrio con las altas. Para empeorar aún más las cosas, buena parte de esas "altas" serán en realidad "exitus", es decir, defunciones en hospitales. Se avecinan tiempos muy duros a ese respecto y lo único que podemos hacer para que no se prolonguen es seguir luchando por mantener los contagios en la cifra más baja posible.
Ahí es donde llega el problema: la opción de los confinamientos totales o casi totales (teletrabajo obligatorio, clases completamente online, cierre de hostelería y comercios no esenciales…) no tiene como único objetivo bajar el número de contagios. Eso, insisto, se puede hacer y se va a hacer con las medidas actuales. La gran ventaja es la que se ve una vez has llegado al pico.
Si nos fijamos en el gráfico de Madrid, por ejemplo, es fácil de ver esa "uve" invertida que provoca un confinamiento. A su vez, es fácil también ver cómo la segunda ola se prolongó y se prolongó hasta el punto de que nos pilló la tercera aún con 1.526 pacientes hospitalizados y 293 en UCI.
¿Cuánto tiempo vamos a estar bajando en esta tercera ola? ¿Cuánto tiempo va a estar bajando la Comunidad Valenciana o Galicia o Andalucía o Murcia o cualquiera de las regiones que han alcanzado ya sus máximos de ocupación y tienen aún por delante diez días de espanto? No lo sabemos, pero nos tememos lo peor porque el volumen, insisto, es enorme. La media de casos diarios se sitúa ahora mismo en los 29.717 diarios en las últimas dos semanas.
Incluso aunque bajáramos a 25.000 en las dos siguientes, estaríamos hablando de un número potencial de ingresados enorme. Si volvemos a los datos de Madrid, aproximadamente el 10% de los casos acaba en hospitalización. A nivel nacional, las cifras son muy similares. Eso supone que, una vez pasado un posible pico hospitalario de 3.000-3.500 ingresos diarios de media, te venga otra quincena a 2.500, y todo sistema hospitalario tiene un límite. Detener ese engranaje es importantísimo.
De momento, lo que estamos haciendo es ralentizarlo, lo cual sin duda vendrá acompañado en los próximos días de enormes gestos de celebración por parte de nuestras autoridades, pero ralentizar es demasiado poco. Aunque la vacuna ayudará mucho a proteger a los grupos de población con mayor probabilidad de ingreso hospitalario o defunción, aún quedan meses hasta que lleguemos a algo parecido a la inmunidad de rebaño como sociedad.
El riesgo de rebote, pues, sigue siendo inmenso a la menor desconfianza y esta vez igual no te pilla con un 15% de camas UCI ocupadas con casos Covid sino con un 25% (en la actualidad está por encima del 40% sobre las ya ampliadas). Si además resulta que Fernando Simón tiene razón y la variante británica no está teniendo nada que ver en esta tercera ola sino que nos espera para mediados de marzo, más nos vale llegar a esos días en mucha mejor situación que la actual.
En definitiva, tenemos que actuar con paciencia en todos los sentidos. Esto va a tardar un buen tiempo y no podemos acelerar los pasos. Esta semana quedará como la semana en la que por fin se alcanzó el pico de casos y es probable que tanto la incidencia a 7 días como a 14 alcancen sus máximos en torno al viernes o quizá el lunes que viene. Eso nos llevaría a un máximo de ingresos más o menos en ese mismo momento y un máximo de prevalencia a finales de la semana siguiente.
Eso en el escenario más probable. Los muertos seguirían creciendo aún un par de semanas más, alcanzando casi con toda certeza los mil diarios notificados. Relajarnos ahora estropearía todo lo posterior y reiniciaría de nuevo la velocidad del engranaje. La primera buena noticia siempre es la misma, el manido "hemos doblado la curva". Parece una autoexigencia cumplida que se merece un premio, pero no. Es el mínimo. A partir de aquí, empezamos a trabajar por un futuro más tranquilo.