El lunes 9 de marzo de 2020 Isabel Díaz Ayuso se encontraba en su coche oficial. A primera hora había tenido una entrevista en Televisión Española y se dirigía al Hotel Meliá Castilla, en pleno centro de la capital de España, para asistir a un congreso de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA). Antes de llegar, todavía en el asiento trasero del vehículo, su equipo le comunica que Pedro Sánchez quiere verla.
Un encuentro improvisado en una sala del hotel, ellos dos solos, nada más llegar. Un aparte al máximo nivel para comentar los datos epidemiológicos, ya para entonces muy preocupantes.
Pocas horas después, un consejo de Gobierno extraordinario de la Comunidad de Madrid decidía la medida hasta el momento de mayor calado en el combate del coronavirus: el cierre de todos los colegios, guarderías, centros de formación profesional y universidades de la región. Una clausura en principio por quince días y que afectaba tanto a centros púbicos como privados y concertados.
Ayuso se adelantaba así a Sánchez y cimentaba de paso su liderazgo. Menos de un año antes había llegado a la Puerta de Sol tras ser la gran e insospechada apuesta de Pablo Casado para la candidatura del PP a las autonómicas de 2019.
Un millón de madrileños
Una medida, el cierre de los centros educativos, que afecta a más de un millón de madrileños, prácticamente uno de cada cinco, que en apenas cuarenta y ocho horas tendrán que reorganizar drásticamente su vida.
Veinticuatro horas antes se habían cerrado, también en Madrid, las visitas en las residencias de ancianos. Otra medida de choque adoptada por el entonces consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, uno de los miembros de Ciudadanos en el Ejecutivo madrileño, que meses después dimitiría de su cargo.
El miércoles 11 de marzo los escolares y estudiantes universitarios se quedaban ya en sus casas, como pronto harían todos sus padres. El coronavirus no era una simple "gripe" como muchos llegaron a afirmar, ni una amenaza que se pudiera, a esas alturas, tomar a la ligera.
Cinco días después, Pedro Sánchez comparecía desde La Moncloa para anunciar el primer estado de alarma y el cierre total del país, confinado desde ese mismo día salvo para actividades esenciales.
"Sánchez quería pararnos"
Un año después de aquel 9-M, fuentes de la Comunidad de Madrid aseguran que el Gobierno central no compartía el cierre de centros educativos y que por eso Sánchez improvisó ese aparte con Ayuso en el céntrico hotel. "Querían parar la decisión de la presidenta para no generar alarma" aseguran a EL ESPAÑOL fuentes del Gobierno regional.
Pese a todo, la decisión de mandar a casa a los estudiantes y profesores para apenas dos días después se toma con el consenso de todo el arco parlamentario de la Asamblea de Madrid. Antes de comunicarla oficialmente, Ayuso y su vicepresidente, el naranja Ignacio Aguado, se la comunican en una reunión conjunta al líder de la oposición, el socialista Ángel Gabilondo, y el resto de portavoces: los de Más Madrid, Vox y Podemos y, también, los del PP y Ciudadanos.
Según se está produciendo la reunión la prensa informa ya del cierre de colegios. Los responsables del gobierno madrileño piden explicaciones a los portavoces presentes por lo que a todas luces parece una o varias filtraciones de quienes han sido convocados por la presidenta.
Pese a ese episodio, Ayuso y el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, comparecen para comunicar la decisión arropados in situ por Gabilondo y los portavoces de los partidos con representación en la Asamblea de Vallecas. Una imagen de consenso que la presidenta agradece expresamente en público.
La medida tendrá contestación desde varios sectores, incluidos algunos gobiernos de comunidades limítrofes como el de Castilla y León, también un gobierno de coalición entre PP y Ciudadanos.
Lo que muchos actores pedían en aquel momento, y siguieron haciéndolo ya en el estado de alarma, era directamente el cierre de Madrid. Cuando Ayuso manda para casa a los escolares recomienda también que las empresas adopten el teletrabajo en la medida de lo posible y que los madrileños eviten los viajes que no sean estrictamente necesarios.
En aquel momento, hace ahora un año, la cifra de contagiados se había multiplicado exponencialmente, pasando de poco más de doscientos a casi seiscientos y los muertos por coronavirus pasaron de 8 a 17 en apenas veinticuatro horas. Cifras que ya empezaban a ser dramáticas, pero que quedarían en nada con las que luego vendrían. Los escolares madrileños se despedían de las aulas antes de tiempo y hasta el próximo septiembre. Una semana después, todos los españoles quedarían confinados.
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