Tenía en cola tantos coches que llegó un momento en que no le cabían en la nave. El volumen de clientes que recurrían a sus servicios era tal que no le quedaba más remedio que dejarlos estacionados en aparcamientos de localidades periféricas. Allí aparecían coches de alta gama, camiones, incluso tractores, algunos de ellos con matrícula extranjera.
Pronto conocieron lo que estaba pasando allí. En un pequeño pueblo de la provincia de Ávila, un tipo de sobra conocido por las autoridades había montado el mayor taller clandestino de España dedicado a la fabricación de dobles fondos, las llamadas 'caletas', empleadas luego por narcotraficantes de todo el territorio nacional. También por organizaciones europeas.
"Era un verdadero profesional. El mejor caletero de España". Son las palabras de Luis Ángel Horga, capitán de la Policía Judicial de Ávila de la Guardia Civil. Era tal su fama que organizaciones nacionales e internacionales enviaban allí expresamente sus vehículos. Algunos procedían de Canarias o de Barcelona, pero otros de Bélgica, Holanda, Francia e incluso de Italia.
Los investigadores acaban de desmantelar una sofisticada organización dedicada exclusivamente a este negocio. La perfección de su trabajo era tal que desmontaban por completo los coches y los diseñaban individualmente, de manera personalizada. Los llenaban de trampas trucos y botones secretos que luego servían para accionar los mecanismos que desvelaban el lugar en el que se ocultaba la droga.
La operación, desarrollada desde hace un año, ha estado comandada por el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Ávila, en colaboración con los Puestos de La Adrada y Sotillo, el Servicio Cinológico de Salamanca y Madrid, la USECIC, el GIAT, el SEPRONA, y el Equipo ROCA de Ávila.
También ha colaborado el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria de Salamanca, todo ello bajo la dirección del Juzgado de Instrucción nº 1 de los de Arenas de San Pedro (Ávila).
"Se ha librado muchas veces porque no se podía relacionar una causa-efecto directa", dice Horga a EL ESPAÑOL. Después, los agentes seguían la pista a los coches que salían renovados de las cuatro naves del taller ubicado en las localidades abulenses de Piedralaves y Casavieja. Algunos de ellos fueron detenidos en distintos países de la Unión Europea con centenares de kilos de hachís o con alijos de cocaína en su interior.
"No era el mejor por hacer los agujeros en sí, sino por la calidad de los dobles fondos. Los personalizaba al gusto de cada uno y de cada vehículo". Para ello, el principal cabecilla tenía a una veintena de personas trabajando para él. Contaba con piezas prefabricadas que agilizaban la instalación. A su cargo, especialistas en electrónica expertos tapiceros, soldadores, chapistas. Tenía la capacidad de trabajar con más de diez coches a la vez.
'Operación Caletas'
El jefe del taller era ya conocido por estas mismas actividades en Madrid. La información que les llegó a los investigadores es que había decidido retirarse a una localidad algo más apartada en la provincia de Ávila, y que desde allí, en una zona boscosa, difícil de detectar, continuaba su trabajo de un modo todavía más sofisticado.
Pronto encontraron todas las naves en las que llevaba a cabo a pleno rendimiento sus actividades. Luego llegaron los seguimientos y las vigilancias. Camiones, tractores, remolques... Nada se le resistía a este individuo que según ha podido saber EL ESPAÑOL contaba con antecedentes en Colombia.
Fue el germen de la 'operación Caletas', que ahora concluye con la detención de 26 personas a las que se les imputan los delitos de tráfico de drogas, blanqueo de capitales, pertenencia a organización criminal y delito contra los trabajadores (no estaban dados de alta en el taller, que técnicamente no registraba ninguna actividad).
Con la colaboración con otras policías europeas, los investigadores encontraron más 90 vehículos en los que el taller desmantelado había construido los dobles fondos.
10.000 euros por coche
El principal acusado llegaba cobrar un mínimo de 10.000 euros por cada vehículo. Su trabajo no era el de un cualquiera. Si la situación lo requería, era capaz de dedicarse un mes de manera exclusiva a un solo coche.
En función de sus características, cada vehículo tenía una clase de "caleta" específica adaptada a ese modelo. Algunas de ellas de una sofisticación pocas veces vista, con aperturas ocultas, unas mecánicas y otras combinadas con eléctricas e hidráulicas.
Además, la Guardia Civil logró detectar cómo había comenzado a fabricar, con el mismo método, todo tipo de muebles con dobles fondos, de características similares a las de los vehículos, con el fin de ocultar cualquier efecto.
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