El PP mantiene el optimismo ante las elecciones del 4-M en Madrid, pero está preocupado por el creciente extremismo de la candidata de Vox, Rocío Monasterio, que en apenas cuarenta y ocho horas ha dibujado un Madrid distópico lleno de inseguridad ciudadana y con la Comunidad de Madrid financiando, supuestamente, a menores no acompañados delincuentes, como hizo en el debate, y que ha puesto en duda la veracidad de las amenazas de muerte a Pablo Iglesias y su familia.

Esto último dinamitaba este viernes el debate electoral en la Cadena SER, tras abandonarlo airadamente el candidato de Podemos, y abortaba la posibilidad de celebrar más debates, tras confirmar La Sexta y Radio Televisión Española (RTVE) que cancelan los debates que tenían previstos para la semana que viene.

Un punto de inflexión inesperado en la campaña que puede tener consecuencias en los diez días que quedan para la cita con las urnas. Y que traslada el eje de la discusión de la gestión -donde los populares se veían fuertes con su eslogan "Libertad" y defendiendo la apertura de los negocios en Madrid, singularmente los hosteleros- a una especie de plebiscito entre "fascismo o democracia" como lo plantea la izquierda, que creen que no les beneficia en absoluto.   

Antes de esto, el equipo de Isabel Díaz Ayuso venía observando que la caída electoral de la formación morada es muy acusada, y por eso consideran que las salidas de tono de Vox podrían tener el efecto de resucitar a Podemos y, en general, movilizar a la izquierda.

"Iglesias está mal, pierde medio punto [porcentual] al día, y Mónica [García, la candidata de Más Madrid] se lo come electoralmente" señalan fuentes del equipo de campaña de la presidenta madrileña. Aseguran que Unidas Podemos no levanta particularmente el vuelo con respecto a su resultado de las autonómicas de 2019, cuando Isa Serra salvó por poco los muebles y obtuvo siete escaños en la cámara ubicada en Vallecas, gracias a superar por escaso margen la barrera del 5% del voto.

Iglesias, discutiendo con Angels Barceló en el momento de abandonar el debate. EFE

 

Ahora, según los estrategas populares, apenas llegaría al 8% en el mejor de los casos. Y eso le obliga -pensaban antes de lo ocurrido entre el jueves por la tarde, cuando trascendieron las amenazas a Iglesias, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, y la directora de la Guardia Civil, María Gámez, y el viernes con los incidentes del debate- a buscar permanentemente la confrontación con los de Santiago Abascal, como ya se vio en el debate de los seis candidatos por televisión de esta misma semana.  

"Su campaña se basa, permanentemente, en decir 'eh, que estoy aquí' mientras que Más Madrid marca más su propio rumbo y el perfil de su candidata está mejor construido" concluyen. Una circunstancia a la que ayuda ahora Vox, poniendo al ex vicepresidente segundo del Gobierno en el foco de atención e, incluso, como víctima no solo de las amenazas directas, sino de la negociación de las mismas por parte de Vox.

Casado se distancia de Vox

Este mismo viernes Pablo Casado, tras un acto de campaña en el que visitaba junto al alcalde José Luis Martínez-Almeida la cuesta de Moyano, un célebre lugar de libreros de viejo en la capital, marcaba claras distancias con Vox.

"Yo condeno sin matices, y sin añadir ninguna frase, las amenazas que ha sufrido el ministro del Interior y el secretario general de Podemos. Es absolutamente inadmisible y yo lo que pido es que la Fiscalía, de oficio, investigue la procedencia de esas cartas y se actúe con absoluta severidad" afirmaba el líder de la oposición, quien recordaba también las amenazas que recibía su partido y los asesinatos en los años de plomo de ETA en el País Vasco. 

Además, y desautorizando un tuit del PP de Madrid que fue rápidamente borrado, en el que se leía "Iglesias cierre al salir", Casado afirmaba que "no condenar este tipo de agresiones personales es muy grave".

El líder popular enfatizaba que pese a sus "grandes diferencias con el señor Iglesias" ambos se han "podido entender en los temas personales" relativos a, decía, "momentos complicados de enfermedades familiares". Casado y su mujer son, como Iglesias e Irene Montero, padres de niños prematuros y han coincidido tratándoles con el mismo equipo de pediatría en un hospital público de Madrid. 

Casado, mirando libros junto a Martínez-Almeida, Andrea Levy y Toni Cantó. EFE

 

Ayuso, por su parte, afirmaba condenar "toda la violencia venga de donde venga" incluido "mandar unas balas, absolutamente a nadie" y a continuación decía, en un mitin en Tres Cantos, un municipio del norte de Madrid, que "lo que no puede ser es que también aquellos que provocan esa violencia se hagan los ofendidos".

La presidenta madrileña acusaba a continuación a Podemos de "blanquear" a Bildu, "el entorno político de ETA". Y concluía: "Simplemente el hecho de coquetear con personas como Otegi [Arnaldo] o blanquear a una banda terrorista, te demuestran que tú eres el primero que te estás equivocando". 

El suelo de Vox

En cuanto al riesgo de morir de éxito si la crecida espectacular del PP daña tanto a Vox y Ciudadanos que les deja a ambos fuera de la Asamblea, en el equipo de Ayuso creen que no hay tal.

Aunque sí descartan la entrada de la formación naranja, estiman en cambio que Vox tiene "consolidado" un suelo del 7%, suficiente para que centenares de miles de votos al bloque del centroderecha que invistió a Ayuso en 2019 no se echen a perder. 

En cuando a los de Edmundo Bal, aseguran que absorberán la práctica totalidad de su voto, al igual, explican, que buena parte de quienes dejaron de votar a Ciudadanos en Cataluña se fueron en las autonómicas de febrero a Vox, en lugar de al PSC. Ese ha sido también, creen, el fallo estratégico de Ángel Gabilondo, al pensar que podía arrebatarles votantes a los de Inés Arrimdas.

Los populares, por lo demás, se muestran casi eufóricos con el giro copernicano del candidato socialista en el debate del miércoles, levantando el veto a Iglesias. Consideran que es la mejor noticia para Ayuso dado que, argumentan, da la razón al lema oficioso "comunismo o libertad" al aliarse para la recta final de la campaña con el candidato más a la izquierda. Pero todo eso fue antes del último giro de una campaña más tensionada que nunca, hasta el punto de que es imposible organziar un debate de candidatos. 

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