Por qué tanto Génova como Moncloa quieren que Edmundo Bal llegue al 5% y saque diputados el 4-M
PSOE y PP coinciden en que los de Arrimadas son un "partido útil" con el que ambos han sabido entenderse.
30 abril, 2021 02:56Noticias relacionadas
La desaparición de Ciudadanos y con él del "centro político" en España sería, alertan los de Inés Arrimadas en la campaña madrileña, una "mala noticia" para nuestro país. Es uno de los reclamos del candidato Edmundo Bal para alcanzar el 5% de voto el próximo martes, el umbral mínimo para no desaparecer de la Asamblea de Madrid tras las elecciones del 4-M.
Pero al margen de esa llamada de auxilio político para un partido en su peor crisis desde la fallida moción de censura en Murcia anunciada el pasado 10 de marzo junto a los socialistas de esa región, que provocó un terremoto inédito en la política española, la desaparición de la formación naranja del Parlamento autonómico sería también una mala noticia para las dos formaciones del bipartidismo, PP y PSOE.
En el caso de la dirección nacional de los populares, y a pesar del fuerte desencuentro de las últimas semanas con el partido naranja -sobre el que han lanzado una auténtica 'OPA' hostil política que incluye, como desveló EL ESPAÑOL, un trasvase de cuadros a través de la red tejida en su día por el que fuera secretario de organización de Albert Rivera- los de Pablo Casado ven con preocupación que si Ciudadanos desaparece de la escena madrileña pueda ser el principio de su fin como proyecto nacional.
Si dentro de dos años, cuando termine el ciclo electoral con las autonómicas y municipales de 2023, año en el que tocan también las generales, los de Arrimadas desapareciesen del resto de autonomías y municipios se quedarían relegados a Cataluña, donde además experimentaron un brutal retroceso hasta quedarse en seis escaños el pasado febrero.
No es ningún secreto que los populares se encuentran, hoy por hoy, más cómodos con el partido naranja como socio de gobierno, pese a la fallida experiencia madrileña, donde la mala relación entre Ayuso y el ex vicepresidente de la Comunidad, Ignacio Aguado, erosionó hasta su implosión el Ejecutivo autonómico.
Pero no es la experiencia ni del Ayuntamiento de Madrid, con José Luis Martínez-Almeida y Begoña Villacís, ni de Andalucía, con Juan Manuel Moreno y Juan Marín, ni de Castilla y León, con Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea, parejas de dirigentes populares y naranjas mucho mejor avenidas.
"Socio útil" para Moncloa
Fuentes de Moncloa admiten a este periódico que no desean la desaparición de Ciudadanos, al que consideran un partido necesario y un "socio útil". De hecho, durante todas las grandes negociaciones de la legislatura, Sánchez ha privilegiado a la formación de Inés Arrimadas. Fue con los liberales con los que pactó las últimas prórrogas del primer estado de alarma e incluso convocó a sus representantes los primeros para la ronda de negociación de los Presupuestos.
Sólo ante la presión de Unidas Podemos -del entonces vicepresidente segundo, Pablo Iglesias-, la ministra de Hacienda acabó cerrando acuerdos con los socios nacionalistas en el Congreso. E incluso aclarando expresamente que la eliminación del 'dieselazo' que había acordado ella con la vicepresidenta Ribera se cerró con el PNV "y no con Ciudadanos".
Pero, de hecho, y según fuentes de Moncloa, parte de las motivaciones del terremoto político que ha desembocado en estas elecciones regionales en Madrid, el 'murcianazo' de hace ya casi dos meses, eran revitalizar a los naranjas: facilitarles el acceso al poder en determinados territorios a cambio de "sacar al PP".
Y todo para que Sánchez mantenga siempre su capacidad de elegir socio en sus negociaciones de esta legislatura. Una carta en la manga que permitiera, en la próxima, no tener que contar obligatoriamente con Podemos de nuevo.
Moncloa asume una mala campaña
Al margen de si entra o no Cs, los datos de los sondeos de esta última semana son elocuentes: Ángel Gabilondo se ha despeñado. Sus expectativas se acercan, por abajo, al peor resultado histórico de los socialistas en Madrid. Y su imagen personal se ha deteriorado en el activismo agresivo, y su habitual gesto lento ha pasado de interpretarse como reflexivo a percibirse como aturdido.
Por poco creíble, por impostado... porque, como apuntan fuentes del PP, "la gente sabe que se lo han dictado y que quien lo ha hecho es Sánchez". Y eso, según los populares, es lo que penaliza en la campaña del 4-M, en la que a la pelea Ayuso-Sánchez -que ven decantada- se une un público que no quiere ser "insultado".
¿Se ha pasado de frenada el entorno gubernamental y socialista en esta semana ultra de campaña polarizada? Las fuentes consultadas en Moncloa dicen estar dispuestas a hacer autocrítica, pero lo cierto es que no la concretan. Por otro lado, es lógico, ya que aún quedan días para las elecciones, y no van a dar pistas al rival. "Pero no nos hemos pasado, es muy grave lo que está pasando".
En el entorno socialista, en todo caso, insisten en que el discurso de Vox es peligroso. Y en que no se pueden "normalizar" sus posiciones en temas como la violencia machista, la inmigración, el pin parental o "el negacionismo" contra las restricciones sanitarias que impone la Covid. O peor, recuerdan, "su lenguaje faltón y displicente", sobre todo, al poner en duda las cartas amenazantes y arremeter contra sus víctimas.