Primero dejó el escaño, ahora se sentará en el banquillo. Es el resumen del último medio año para Carlos Hugo Fernández-Roca, el exdiputado de Vox que abandonó el Congreso en noviembre de 2020 tras una denuncia por violación. Ahora se enfrenta a una condena de entre 4 y 10 años de cárcel, de salir adelante.
El pasado 14 de abril, la sección 15 de la Audiencia Provincial de Madrid dictó auto de apertura de juicio contra Fernández-Roca por un delito de abusos sexuales. La demandante, como ya contó EL ESPAÑOL, se trataba de una veinteañera, profesora de religión y afín a Vox, que aseguraba haber sido violada la noche del sábado 7 de noviembre. Ahora, el auto contra el exdiputado es firme y el juicio está a la espera de fecha.
En lo que respecta a la acusación, Fernández-Roca tendrá que hacer frente a la banda más alta dentro del Código Penal para el delito de abusos sexuales, ya que, siempre según la víctima, hubo una presunta penetración vaginal no consentida. Su declaración judicial, tal y como adelantó infoLibre, no dio lugar a dudas: acusó al entonces diputado de haberla hecho perder la virginidad esa misma noche, en su casa, aprovechándose de la embriaguez de ella, hasta producirle un sangrado.
En lo que resta a Fernández-Roca, capitán del Ejército de Tierra y presidente de la sección de derecho militar del Colegio de Abogados de Madrid hasta su elección como diputado en 2019, su alegato también es firme. El exdirigente ultraderechista, arropado por la plana mayor de Vox en el momento de su renuncia, alegó que, de haber cometido una violación, "la víctima podía haber pedido auxilio [ya que] una terraza que linda con vecinos por ambos lados" rodeaba el lugar de los hechos.
La noche del 13 de noviembre, tras conocer que la denuncia se había admitido, el acusado se declaró públicamente inocente y renunció a su acta de diputado. Le apoyaron varios compañeros de partido, entre ellos el portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, quien le dedicó un tuit al día siguiente: "Reacción ejemplar. Mucho ánimo, Carlos".
La apuesta de Abascal
Fernández-Roca aparece por primera vez en la vida política antes de las elecciones generales de abril de 2019. Vox, con aún poca implantación territorial pero con mucha fuerza metafísica tras las elecciones andaluzas del mismo año, recurrió a gente de confianza para rellenar unas listas electorales que se preveían decisivas para la formación de ultraderecha. Fernández-Roca fue uno de esos hombres de confianza y concurrió como número uno de Segovia.
Pero la fuerza no era tanta como esperaba y, esa vez, no salió elegido. Entonces el líder del partido, Santiago Abascal, le premió dándole la Coordinación del grupo Vox en el Parlamento de Andalucía, cargo que hasta entonces había ocupado la tía materna de Abascal, Begoña.
“Se notó mucho el cambio. Begoña, a pesar de ser familiar del jefe, estaba ahí porque valía bastante. Logró que en 40 días Vox en Andalucía empezara a funcionar tan bien en el parlamento como lo podía hacer el PSOE, que llevaba 40 años”, añade una persona que trabajó con él. “Luego llegó Carlos y pasó sin pena ni gloria. Hubo unos días, tras Begoña, en los que no había nadie y cuando volvió parecía exactamente lo mismo”, afirma.
Y, la verdad, es que prácticamente no le dio tiempo. Estuvo apenas unos meses como coordinador. Llegó al puesto en julio de 2019 y para las elecciones de noviembre, la repetición en la que Vox pegó el bombazo colocándose como tercera fuerza política, volvió a perseguir su verdadero sueño: entrar en el Congreso de los Diputados. Ahí ya fue como candidato a la Cámara Baja por Almería y, finalmente, sí que consiguió el escaño. Duró poco, un año. Hasta que presuntamente violó a una joven.