Desde que en 1948 pisó suelo español por primera vez en su vida con 10 años, procedente de Estoril, Juan Carlos de Borbón nunca había estado tanto tiempo lejos de España. Este domingo cumple 300 días en su exilio forzado de Abu Dabi, desde que el 3 de agosto del año pasado cogió un jet privado que le trasladó desde Oporto a su destino final.
La noche anterior a su marcha, el Emérito cenaba con sus amigos de Sanxenxo, la corte gallega en la que tan a gusto se siente. Se despidió de ellos con ilusión y con la esperanza de una pronta vuelta.
"Nos dijo que en un par de semanas volvía a navegar por la ría, que en septiembre estaba listo para la siguiente regata", recuerda una de las personas con las que compartió mesa en aquella última velada en el Club Náutico de la localidad pontevedresa. Y añade: "Nos contó que era una decisión que tenía que tomar para no perjudicar más a su hijo, pero que era cuestión de poco tiempo. Ahora dice que va a venir a finales de junio, pero ya le hemos dicho que no se haga ilusiones, que luego se lleva el golpe. Ahora, según ha contado a varios con los que habla casi a diario, su idea es volver y pasar unos días en España, pero no instalarse aquí de nuevo; está casi seguro de que tendrá que volver a irse".
La idea de marcharse en agosto de 2019 a Emirato Árabes por unas semanas -como mucho, un mes- fue del propio Juan Carlos. A Felipe VI y a su equipo no les hacía ninguna gracia el destino, pero en la reunión que padre e hijo tuvieron en un despacho de Zarzuela a finales de julio, cuando se tomó la decisión de que lo mejor para la institución era que el Emérito pasara una temporada fuera del país, este puso como condición poder elegir el destino.
Juan Carlos nunca pensó entonces que estaría más de 300 días mirando la arena del desierto y las cristalinas aguas del Golfo Pérsico. "Se le está haciendo eterno. No puede más. Lleva así desde antes de Navidad, cuando estuvo a punto de volver y le frenaron en el último momento", señala la misma fuente.
Está triste, en soledad y quiere volver. El problema sigue siendo que no termina de dejar de ser noticia. Se marchó por sus problemas con Hacienda, pero lo cierto es que de forma recurrente vuelve a estar en los titulares por lo mismo.
Zarzuela, su hogar
Juan Carlos vive en estado de ansiedad y la idea fija de volver. El problema es a dónde: "Tiene claro que su hogar es Zarzuela y que tiene que volver allí, pero el equipo del Rey no lo considera oportuno, están seguros de que la opinión pública lo vería fatal. Él se ha negado en rotundo a irse a casa de la Infanta Elena, que se ha ofrecido, pero ha dicho que no, que él vuelve a su casa", explica el amigo del Emérito.
El padre del Rey tiene todas sus esperanzas puestas en una posible llamada del Tribunal Supremo para ir a declarar, y así tener una excusa para regresar a España. Pero tampoco parece que vaya a tener suerte en esto. La Fiscalía no se plantea, al menos por el momento, citarle a declarar como investigado por sus regularizaciones fiscales.
Además, la noticia del 12 de mayo de que la Agencia Tributaria le ha abierto una investigación para verificar si ha cumplido con el fisco, indica que la situación no tiene pinta de que vaya a solucionarse en breve.
El Gobierno siempre ha dejado claro, en palabras de Carmen Calvo, que el Emérito es libre de volver "cuando lo necesite o quiera", porque su estancia en Abu Dabi es algo que se ha explicado claramente, "no está fugado" y ha salido del país "por voluntad propia".
En la carta que envió a su hijo e hizo pública antes de marcharse, Juan Carlos lo explicó así: "Guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España".
Hasta en dos ocasiones ha tenido las maletas hechas Juan Carlos para regresar a nuestro país. La primera fue en octubre, cuando amenazó con aterrizar en Madrid el mismo Día de la Hispanidad; la segunda, en Navidad, apelando a la necesidad de estar con la familia en esas fechas.
Sin embargo, nada ablandó la firmeza del equipo de Felipe VI, que sabe que tener en El Pardo al Emérito volvería a ponerles en el centro de la polémica. Por eso se filtró rápidamente a los medios que la institución no veía con buenos ojos el regreso del padre del Monarca. Así que se echó atrás.
El día a día del Emérito
La Casa Real y el Gobierno llevan negociando desde hace meses una fórmula para dotar más trasparencia a la Corona, para que cumpla con "los niveles de exigencia éticos" que exige la sociedad española, según dijo Pedro Sánchez a finales del año pasado.
Jaime Alfonsín, mano derecha de Felipe VI, y Carmen Calvo intentan encontrar una fórmula para fiscalizar la Casa que satisfaga a todos y que ayude al Soberano a no verse arrastrado al abismo por los errores de su padre. "La idea es una Monarquía menos opaca para los ciudadanos y más reforzada", aclara una persona cercana al equipo del Rey.
Por eso, una vuelta del Emérito en mal momento es lo último que quiere Zarzuela. Pero ¿hasta cuándo pueden retenerle fuera?
"No creo que aguante mucho más. Está desesperado y ya tiene una edad, ¿qué pasa si se muere allí? Aunque su médico, el doctor Manuel Sánchez, le visita una vez al mes y ahora mismo está como un roble. Sólo tuvo el susto de los fuertes efectos secundarios que sufrió en marzo tras inmunizarse con la vacuna china. Pero si se muere allí es un papelón", describe su amigo.
Las jornadas en la isla de Nurai, en Emiratos Árabes, se hacen cada vez más eternas. En ese islote artificial, en una mansión valorada en 11 millones de euros, pasa sus días Juan Carlos.
El padre del Rey madruga como siempre ha hecho. Nada más despertarse enciende su teléfono móvil y comienza a llamar. "Habla con todo el mundo, desde periodistas hasta otros reyes de Europa. Debe echar humo su móvil porque no para de llamar", señala la misma fuente.
Tras levantarse, "desayuna en la terraza y lee la prensa, nacional e internacional y, vestido con ropa de deporte, espera a su fisioterapeuta para hacer ejercicio con él hasta la hora de comer. Tras la siesta, y con ayuda de los dos secretarios que tiene a su disposición, responde a sus correos. Habla con la familia, incluida la Reina Sofía; no parece que llame a su hijo, pero con las Infantas Elena y Cristina habla todos los días. Después de una cena ligera, suele fumarse un puro, y con ese cigarro en la mano vuelve a descolgar el teléfono para hablar con los amigos, los de verdad, para que le cuenten cómo estaba la ría de Sanxenxo ese día o los últimos cotilleos de Madrid", añade.
El caso es que quedan 65 días para que se cumpla un año de la salida forzada de Juan Carlos. Si finalmente se hacen realidad sus deseos y consigue pisar suelo español en junio, terminará parte de su pesadilla, pero entonces puede que comience de nuevo la de su hijo, que ve cómo el pasado regresa una y otra vez.
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