Basta leer la lista de nombres que componen el Govern de la Generalitat de Cataluña para comprender inmediatamente su marcado carácter nacionalista. Pere Aragonès preside un Ejecutivo con 14 consellers de los cuales 11 tienen los dos apellidos catalanes, y sólo uno es hijo de emigrantes llegados a Cataluña, el exdirigente del PSC Joan Ignasi Elena García.
En el Gobierno catalán no hay ni un solo López, ni un solo Martínez ni Pérez, Fernández o Rodríguez, apellidos muy comunes en toda Cataluña. El dato refleja por sí solo el distanciamiento entre la clase dirigente y la realidad social catalana.
Junto a Aragonès, la mesa del Consell está conformada por Jordi Puigneró Ferrer (JxCat), Laura Vilagrà Pons (ERC), Jaume Ribó Ribas (independiente), Tania Verge Mestre (ERC), Josep Maria Argimon Pallàs (independiente), Roger Torrent Ramió (ERC), Victòria Alsina Burguès (JxCat), Teresa Jordà Roura (ERC), Gemma Geis Carreras (JxCat), Lourdes Ciuró Buldó (JxCat), y Violant Cervera Gòdia (JxCat).
Hay otros dos consellers con apellidos mixtos: Josep González Cambray (ERC) y Natàlia Garriga Ibáñez (ERC).
Que este equipo no refleja la pluralidad de la sociedad catalana queda acreditado si se tiene en cuenta que García, López y Martínez son los tres apellidos más comunes en la región, que los 12 apellidos que más se repiten en Cataluña lo hacen también en el conjunto de España o que la mitad de la población catalana tiene como primer apellido uno de los 600 más comunes del país. Los propios datos del Instituto de Estadística de Cataluña (IDESCAT) muestran cómo no hay ningún apellido genuinamente catalán entre los 25 más extendidos de la comunidad autónoma.
Además, el 91% de la población catalana tiene al menos un apellido netamente español entre sus dos primeros -según un informe de Alejandro Macarrón, director de Fundación Renacimiento Demográfico-. Esto significa que la configuración actual del Consell apenas representa demográficamente al 9% de sus gobernados.
"Espíritu de casta"
La sobrerrepresentación de apellidos autóctonos en el Govern resulta tan escandalosa que no puede ser casual. Así lo explica el filólogo y periodista Teodoro León Gross: "Es un ejemplo de la patología de la burbuja" y de la "patrimonialización" de Cataluña por una "casta" nacionalista. "El nacionalismo atrae a quienes tienen antepasados catalanes, de modo que resulta lógico ese predominio", añade León Gross.
Esta "casta" o "élite" política tendría su origen en el "catalanismo romántico del siglo XIX". "No se trata de un fenómeno nuevo, se han ido generando círculos de élites alrededor de esas familias catalanas y se ha generado hostilidad al apellido español", arguye el periodista.
La selección de personas atendiendo a su origen para fomentar un sentimiento de arraigo, de pureza de sangre y elemento diferencial es característico del nacionalismo. Es una práctica muy ligada al supremacismo y al menosprecio hacia otros pueblos y culturas. De todo ello hay una larga tradición en Cataluña que se ha mantenido en el tiempo: desde el andaluz como "hombre destruido y anárquico" de Jordi Pujol a las "bestias con tara en el ADN" de Quim Torra para referirse a quien no se expresa en catalán.
Según Pedro José Chacón Delgado, profesor de Historia del Pensamiento en la Universidad del País Vasco (UPV), con la ausencia casi total de apellidos no catalanes en el Ejecutivo de Pere Aragonès "se quiere colar como natural algo que no responde a la realidad". "El nacionalismo pretende trasladar la imagen de que lo común es tener apellidos autóctonos, cuando no es así", apostilla.
Chacón Delgado explica que, dentro de los partidos nacionalistas, "existe una selección de personal no escrita, pero que opera". Esa norma hubo tiempos en los que sí llegó a ponerse negro sobre blanco: "En el caso vasco, figuraba explícitamente en los estatutos fundacionales del PNV, que decían que los candidatos debían tener al menos un apellido vasco".
León Gross también llama la atención sobre el empleo de la "i" en Cataluña para unir los dos apellidos. Según asegura, se trata de "una práctica identitaria, como tantas impostada, ya que irónicamente fue adoptada del Registro Civil español en el siglo XIX contra la tradición catalana de pérdida del apellido materno".
"Un 'Govern' de parte"
Para Fernando Sánchez Costa, presidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), la composición del Ejecutivo catalán demuestra que estamos ante "un Govern de parte", pues existe un "desequilibrio evidente y espectacular entre la composición familiar de los miembros del Consell y la del resto de Cataluña".
"Es un Gobierno desconectado de la realidad catalana, formado en los entornos que no se corresponden a los del conjunto de la sociedad", denuncia Sánchez Costa, que subraya la circunstancia de que "los principales apellidos de Cataluña no están ahí representados".
Para el presidente de SCC, estamos ante un Gobierno autonómico "bizco": "Sólo va a mirar a una parte de la realidad catalana sin tener presente la sensibilidad de la mayoría social".